Opinión Nacional

Marcha = Referéndum

En Álgebra, una ecuación es una igualdad. En Física, es la relación que se obtiene al realizar determinadas operaciones matemáticas, con las magnitudes que intervienen en un fenómeno.

Y si algo puede calificarse de fenómeno, eso fue la marcha del 10 de octubre. Cualquier calificativo se queda corto para describir la desbordada asistencia de personas que hicieron acto de presencia para dejar por sentados su opinión y sus sentimientos. Esto, a pesar de los esfuerzos que hicieron algunos afectos al oficialismo en ciertas partes del país, para que no llegaran.

En este sentido, la marcha fue un referéndum, y si el Presidente de la República no lo ve, demostrará con su actitud terca y empecinada, no sólo que no hay peor ciego que aquél que no quiere ver, sino que el terrible daño que le hace al país, cada día que pase con él en el poder, costará más recuperarlo.

Mientras yo desfilaba, la imagen que me venía con constancia a la mente, era la de aquel programa de José Vicente Rangel, cuando aún era periodista, en el que el invitado era Hugo Chávez, cuando aún era candidato, en tiempos en que Caldera era aún presidente. En ese programa, Chávez declaraba de manera enfática que Caldera debía renunciar porque había perdido legitimidad. Que cuando el pueblo en la calle le pedía la renuncia al presidente, a éste no le quedaba otra cosa más que hacer.

Es impresionante cómo la lengua es el castigo del cuerpo. ¿Qué dirá hoy Hugo Chávez? ¿Qué respuesta tiene para esa manifestación tan contundente de rechazo que le dio el pueblo caraqueño, apoyado por muchas personas que vinieron del interior, y por las otras miles que no pudieron venir, y aquellos que no dejaron pasar?

El pueblo en la calle dio su veredicto: ³Fuera Chávez². Ya se le dieron suficientes oportunidades para que demostrara que sí podía gobernar, y no lo hizo. Ya se le dieron suficientes muestras de confianza, y no las aprovechó. Ya tuvo suficientes recursos para sacar al país del foso en el que lo halló, y lo que logró fue hacerlo aún más profundo, y demostrarle a quienes pensaban que ya habíamos tocado fondo, que el fondo no tiene fondo.

La marcha acabó con las teorías «golpistas» del gobierno. Demostró de manera contundente que cada ladrón juzga por su condición. Que los golpistas, como dijo Antonio Ledezma recientemente, no están fuera de Miraflores, sino adentro.

El golpe no fue de estado, pero si fue un golpazo para un gobierno ilegítimo, que pende de un hilo. Si el Presidente realmente quisiera a Venezuela, renunciaría. Venezuela ha demostrado que no se cala un sistema anacrónico, fuera del contexto histórico y ranchificante, como el que Chávez pretende instalar.

La marcha fue una supercalifragilisticoespialidosa marcha. La marcha, más que una marcha, fue un referéndum: «Chávez vete ya».

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