Opinión Nacional

¿Más disidencia que logros?

¿Cuándo se hará un análisis en frío sobre el gobierno de Hugo Chávez?
Aún no hay fecha. Ese día saldrá lo bueno: la inclusión social. Y lo malo: el sectarismo.

El barinés perdió una oportunidad histórica al no haber avanzado y concertado un acuerdo nacional, sin importar la ideología, sino los intereses del país, deja entrever la dirigencia de Patria Para Todos cuando se desmarcan de la forma de actuación del chavismo y reclaman el respeto a la diversidad.

De haberse actuado con inteligencia, el país todo se tuviera declarando “socialista”, “rojo, rojito” o cualquier nombre que le hubiera bautizado Chávez, señalan diputados del Partido Socialista Unido de Venezuela que, al entregar los curules en 2011, irán a sus casas a pensar qué hicieron, unos; otros, como una legisladora de Miranda a escribir las memorias. Uno de los capítulos revelará cómo fueron manipulados los diputados del MVR y ahora del PSUV. “Fuimos usados para afectar a personas y grupos”, señaló.

Al celebrar 11 años en el poder, sólo una parte de la población se declara “chavista”; otros, se manifiestan “desencantados”, como la politóloga Margarita López Maya, entre otros candidatos de PPT y de grupos sociales. Por ello, hay un auge de la disidencia y un repunte de un sector intermedio que amenaza cualquier posibilidad del “proceso”.

Cuando se estudie el chavismo se totalizará también cuánta gente abandonó el proyecto de 1999; el espíritu constituyente…
Desde el punto político, el país transita un camino interesante que, al final, pudiera llevar a la dirigencia chavista light a negociar una salida menos traumática, aunque todo indica que quienes promueven una opción no radical no piensan en revanchas, ni en cobrar o pasar facturas por los daños que sufrieron, indicó un legislador de Guárico.

A Chávez le gustaría radicalizar el “proceso”; insistirá en que pretenden asesinarlo; que la oposición viene a acabar con las misiones o programas sociales, y que el socialismo –a su manera- es la salvación del mundo. De hecho, ese es el tono de sus últimas intervenciones.

“Nadie puede creer que quienes sean los próximos gobernantes resuelvan acabar con las misiones, eso significaría desconocer a los sectores populares y las posibilidades de ascenso social”, han expresado dirigentes de la oposición que saben que cualquier descuido social los afectaría y una eventual “revolución naranja” se pudriría en un corto plazo.

La racionalidad política obliga a repensar, a trazar en papel, a discutir las soluciones, incluso junto a Chávez mientras él sea Presidente de la República o, en el otro caso, el opositor, porque él, al igual que el resto, es venezolano. “Sería absurdo hablar de tolerancia cuando no se está en Miraflores y, luego en el poder, olvidarse de ella”, indica la sabiduría esbozada en El Ventorillo, en Moruy.

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