Opinión Nacional

Mecate empresarial

Ser empresario socialista viene a ser un oximorón, casi como la alegre tristeza o la clara oscuridad. Cuando ya no quedan dudas sobre la orientación del socialismo del siglo XXI, con franca inspiración
Cubanofidelista y en nada parecido al socialismo democrático de Michelle Bachelet en Chile, Tabaré Vásquez en Uruguay, el de Rodríguez Zapatero en España o el que ofrecía la candidata Segolène Royal, en Francia; aparecen unos señores que han sido empresarios desde siempre y que arrastran esa condición desde la cuarta república -podrida y maloliente para los revolucionarios de la quinta- quienes recién descubren que son nada menos que socialistas.

Mientras el gobierno al que ellos apoyan liquida un medio de comunicación privado y amenaza con la misma guillotina a los demás; mientras se expropian tierras productivas para entregarlas a una supuesta reforma agraria parte II en la que los validos del régimen obtienen la mejor parte; mientras se estimula la invasión de inmuebles que son propiedad de particulares y se promulgan leyes que anulan la construcción de viviendas para alquiler; mientras se regulan de manera absurda los precios de los alimentos básicos a sabiendas de que la consecuencia inmediata es su desaparición de la oferta al público; mientras se amenaza a la banca y a las clínicas privadas con estatizarlas; mientras Chávez y su entorno hablan de la propiedad privada colectiva, algo que ellos no explican pero uno entiende; mientras el Seniat cierra a diestra y siniestra centros comerciales, auto mercados y distribuidoras de alimentos y elige para eso justamente los días de mayor demanda de sus productos; salen como del sombrero de copa de un mago estos señores que embutidos en sus elegantes trajes y encorbatados como indican las reglas del buen vestir en ciertas clases sociales; gritan al unísono ¡Uh ah, Chávez no se va! Por supuesto que con gente así, que la hay regada en
distintos sectores, Chávez no se irá nunca.

No deja de ser curiosa la integración de esa nueva organización, lo primero que sorprende es que entre los empresarios y directivos del nuevo gremio, aparezca el gobernador del Estado Cojedes Johnny Yánez Rangel. Si bien en el odiado Imperio es frecuente que los parlamentarios y hasta el presidente de la nación y demás altos funcionarios, sean prósperos hombres de empresa o
herederos de grandes fortunas basadas en la explotación de algún área del comercio, la banca o la industria; nadie aceptaría como ético que mezclaran las dos cosas mientras están en el poder. Por otra parte la gente está perfectamente enterada de cómo hicieron sus fortunas esos servidores
públicos. ¿Podría explicar Yánez Rangel con qué se come eso de ser empresario y gobernador socialista (patria o muerte) al mismo tiempo? O para dejarlo más claro ¿cuál es la empresa que lo ha transformado de militar sin muchos galones en empresario, y cómo la obtuvo?

Pero allí no queda la cosa, otro de los flamantes miembros de la directiva es Alejandro Uzcátegui,
de larga trayectoria en eso que podríamos llamar jalamecatismo (por no darle el real pero vulgar calificativo) a este régimen. No en balde fundó, casi a los comienzos del mismo, una entidad emblemática de la adulación y el reacomodo llamada “Empresarios por Venezuela”. Quienes
estuvieron por alguna razón enterados de la gestión de Claudio Fermín al frente de la Alcaldía de Caracas (en tiempos de las cúpulas puntofijistas aborrecidas por el régimen bolivariano) recordarán el papel estelar de Uzcátegui como mano derecha de Fermín y gestor de toda clase de negociados. Ese señor debería dictar un curso o escribir un libro de autoayuda sobre cómo viajar en el Titanic y llegar a tierra sin mojarse el “paltó”.

Seguimos el recorrido y aparece algo que más que sorprendente, es el colmo de la desfachatez:
José Gregorio Vielma Mora, superindetendente del Seniat, el hombre de hierro del régimen, ese al que ni le tiembla la mano ni se le agua el ojo al momento de cerrar cualquier empresa por que está en mora (y no en Vielma) con sus impuestos; ahora va a asesorar a esta nueva organización de empresarios. ¿No es lógico suponer, sin ser demasiado malpensados, que a esos hombres de empresa prosternados ante el gobierno, el Seniat no los rozará ni con el pétalo de una violeta?

El mecate de oro se lo gana sin competidores cercanos, el empresario Marcos Zarikian, presidente del grupo Eurobuilding y dueño del lujoso hotel del mismo nombre. No contento con reclamarle a Vielma Mora que no haya obligado a los empresarios (a los otros, por supuesto) a que inviertan sus ahorros por la rebaja del IVA en la construcción de una clínica nueva para los pobres; hizo una declaración que entierra la imagen justiciera de Robin Hood. Palabras textuales: “Ya basta de hablar negativo sobre el país. Tengo un sueño: quisiera ir algún día por los barrios de Petare y verme comiendo en un restaurant de lujo con la gente que vive ahí. Quisiera poder compartir en una mesa con un rico y un pobre y que hablemos de una Venezuela posible” (El Nacional 10-05-07)
Nunca un sueño como el del señor Zarikian había sido más fácil de transformar en realidad: el hotel Eurobuilding es un hotel de lujo y sus restaurantes también lo son; vaya por los barrios de Petare e invite a sus pobladores a pasarse fines de semana gratis en su hotel con pensión completa. Cuando haya terminado con los de esa inmensidad que es Petare, comience a invitar a los pobres del Oeste de Caracas. Eso si sería una verdadera revolución empresarial.

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