Opinión Nacional

Meditación Patriótica

En medio de la noche, madrugando ideas, en este julio que comienza apenas, fieles a la creencia de que la vida es lo primero, a pesar de una y otra tempestad, pensamos que el camino sensato es oír las distintas propuestas, sin creer a ciegas en los mundos fantásticos que nos ofrecen los prestidigitadores al borde del atajo. Antes que estar dispuestos a cambiar de esquina o hacernos los locos frente al diario acontecer, reivindicar nuestro derecho a exaltarnos, enervarnos, interrogarnos, movilizarnos, agitarnos, sin desesperarnos.

Convencidos de que el paraíso de la eterna armonía es un jardín perdido, necesitamos asumir la voz de muchos, silenciada por la violencia cotidiana, tratando de no dejar ninguna duda o pregunta sin respuesta, dando la mano cuando haya que defender este o aquel derecho. Ninguna cruzada de vida ha de parecernos imposible, máxime si entendemos el futuro como una suma de días por hacer, como una fogata por venir.

Según los días vayan siendo, tal vez la indignación sea nuestra munición mayor. Cuidándonos de no permanecer callados mientras la mayoría grita. Gritando a favor de la vida, la convivialidad, la concomitancia, el reto, la tolerancia. Asumiendo la responsabilidad colectiva. Construyendo nuestro mejor país, codo a codo, en solidaria decisión, sin dejar de ver nuestros errores propios y menos destruyendo como fieras enceguecidas las faenas, honras, y famas ajenas.

Con voz, voto y veto, a rodear este esfuerzo, a superar este pleito. Irrumpamos contra la sangrienta demencia que de antiguo atenta con la tribu. Detrás el mito y su atroz corriente. El águila rapaz y su avaricia loca. Toda espumeante de historia, tragedias y misterios, exhalando el vaho putrefacto de los siglos, sorbiendo la polvareda de las necias apetencias, alcantarilla de los grandes asesinos en el desesperado despresamiento de los siglos, en el despellejamiento abismal de las brechas, trojes o caminos.

A afrontar un estado naciente, siempre subversión de un orden «natural”. Toma de conciencia colectiva, búsqueda de verdad, transparencia de intenciones. En sucesión de nacimientos, el viento del tiempo, a pesar de sus fragores, sopla a favor del hombre con la esperanza de que la ruta sea la más justa y la propia tribulación sea capaz de definir las líneas maestras del mundo futuro. Desafío cultural que demanda una vigilia creadora.

Las naciones nacen sobre todo de las horas de crisis. La conciencia histórica sobreviene precisamente en el estado naciente, es decir, en el corazón del proceso de renovación creativa. El progreso es construcción de lo improbable y dominio de lo desconocido. He ahí el desafío, el compromiso, la razón del tiempo; el tiempo del asombro y la razón. No resta sino construir o fundar la historia, la nueva historia, nuestro propio tiempo. Con nuestras mejores energías, a medida de nuestro propio sueño y nuestra propia gente. www.poesia.org

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