Opinión Nacional

Memorias de Ida y Vuelta

Pasados los ochenta años luce casi estimulante y compulsivo escribir y publicar unas memorias, es decir, una visión en retrospectiva del tiempo que se vivió, del medio en que transcurrió el hacer y el deshacer y de la gente con la cual se compartió el ambiente y el destino. Si en la acción predominó la vida pública puede ser pedagógico compartir aciertos y errores y comunicarlos a la sociedad.

Tal vez sea metodológicamente conveniente mostrar diferencias entre lo que es memoria como tal y lo que es autobiografía. Esta parece más exigente y más reservada a la peripecia y relieve personal y la primera como que apunta hacia el medio y el tiempo y a los hechos colectivos. De todos modos tal vez resulte ocioso empeñarse en alguna metodología. Lo importante es que el contenido de memorias alude al testimonio. Y esto es lo esencial.

Los anglosajones tuvieron empeño particular en cultivar el género y en los Estados Unidos hay apetito por actores y testigos. Francia mostró perfiles formidables en la experiencia de memorizar la acción individual.¿ Quien podría negar el inmenso perfil trágico de las Memorias de Santa Helena de Napoleón? ¿O el peso casi cósmico de las Memorias de Ultratumba de Chataubriand? Parémonos aquí porque hace poco hemos visto de cerca los efectos de confesiones tan espontáneas que movieron el piso de acontecimientos y reputaciones, como el caso de Gunter Grass. San Agustín y Rousseau son padres de esta forma de comunicación.

El género exige que quien evoque, recuerde o haga testimonio escriba por si solo. Pueden aceptarse asesores. Pero el pulso personal es insustituible. Lo que se conoce como memorias de Kruschev es el testimonio de un hombre que tiene que dictar apresuradamente su recuerdo asediado por el ojo y el oído del gran hermano. Las de Churchill son fascinantes y las de De Gaulle muestran la mirada heredada de los repúblicos romanos.

¿Pero por qué ir tan lejos si aquí en Venezuela tenemos la Autobiografía de José Antonio Páez? Es no solo el testimonio de un fundador de la república sino un hermoso libro de aventuras que nos muestra el paisaje histórico en su plenitud telúrica. Más cerca en el tiempo Pocaterra.

Dentro de los límites de las proporciones y la modestia es recomendable dejar escrito parte de lo que se ha vivido porque es necesario estimular el diálogo intergeneracional. Mostrar lo que se ha sido por dentro, comunicar perplejidades y dejar preguntas.

Me preparé para este libro hace tiempo. Hace mucho, en los años ochenta, la Academia Nacional de la Historia, editó entre sus cuadernos un pequeño volumen mío que utilicé, en la primera parte del libro que ahora se publica. Fuera de esto el libro ha sido escrito en pocos meses, con el ritmo de quien se sienta diariamente frente al computador y vierte lo que hace tiempo está codificado en alguna parte del cerebro. Sólo que en mi caso fui asediado por un implacable tratamiento médico, que me mostró por delante la adversidad. Ese terrible enemigo de la enfermedad que amenaza la vida me interpuso mucha dificultad para que concluyera. No dudo de que ese ánimo y ambiente hayan influido en que descuidara palabras, o no le ofreciera a algunos de los textos la vigilancia necesaria y de que por aquí o por allá existan repeticiones o errores. Doy como excusa la verdad. Pero lo más dramático es que ya por las casi cuatrocientas páginas faltó mucho por comentar y trasmitir algunos acontecimientos indispensables para interpretar cabalmente el presente de Venezuela. No me quedó otra alternativa que dejar abierta la necesidad de completar lo que ahora se publica con un futuro volumen de post memorias, más contemporáneas, pero espero tan bien que con mejor apoyo en la salud y en la mente de quien a esta edad tiene que saber con claridad que las neuronas son mortales.

El volumen que publica El Nacional, con el titulo de Memorias de Ida y Vuelta, es el testimonio de un venezolano del siglo XX, contemporáneo de la luz eléctrica, nacido en los años veinte y lleno de preguntas cuando el siglo XXI se aproxima a sus diez primeros años plenos de violencia e incertidumbres. Un ciudadano que no busca ni acepta posiciones políticas, enteramente libre para escribir y decir lo que piensa, matriculado en el mejor espíritu del siglo XVIII, conservador en su temperamento como lo muestran casi sesenta años de matrimonio, pero librepensador y alérgico a los dogmatismos y certidumbres definitivas.

Sin examen de conciencia no puede haber maneras de preparar el porvenir. A eso aspiran contribuir estas Memorias de Ida Vuelta

Fundado hace 28 años, Analitica.com es el primer medio digital creado en Venezuela. Tu aporte voluntario es fundamental para que continuemos creciendo e informando. ¡Contamos contigo!
Contribuir

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Te puede interesar
Cerrar
Botón volver arriba