Opinión Nacional

Mensaje a los críticos electoralistas

El artículo anterior en el cual reiteramos que no votaremos por Tribilín y su combo, despertó otro puño de críticas.

La primera señala: hay que votar porque no tenemos otra forma de enfrentar y derrotar a este régimen autoritario de firme contenido totalitario y dictatorial.

Y para demostrar que los totalitarismos caen por votos se invoca el caso Pinochet, pero no se menciona el de los hermanos Castro, al cual está afiliada la llamada ‘revolución bolivariana’.

Ahora, que no haya aquí quien organice una forma de lucha distinta a la electoral, no justifica aceptar como salida lo que hasta hoy ha funcionado como la máxima trampa al servicio del régimen.

Y repetimos:  No se busca otras formas porque las distintas fuerzas políticas  sólo están interesadas en el gran negocio que les permite  disfrutar de los beneficios del poder.

Los grupúsculos que hoy se siguen llamando partidos políticos, carecen de espacio y vida si no cuentan, aunque sea con la migaja de un diputado, que les haga acreedores a una “fracción parlamentaria” y a un poco de publicidad. Sin ello tienen garantizada su desaparición.

De modo que la cuestión electoral se convirtió desde los inicios de la democracia representativa en una manera de repartir cargos o cuotas de poder. Y de allí no ha salido nuestra descompuesta y sobre decadente política.

Por ello, no se trata sólo de incapacidad  para crear nuevas líneas de acción política sino que éstas se consideran improcedentes e innecesarias para quienes sólo están interesados en la obtención de ganancias.

Pero nuestras oposiciones  todavía no se han dado cuenta que aquí ya no existe esa democracia representativa. Y consideran que mientras haya la menor rendija electoral por ahí meterán su voto a ver si obtienen algún beneficio.

Pero hay algo más: quienes detentan  el mando-poder dicen estar al frente de una revolución cuya entidad fundamental es la democracia participativa, que nada tiene que ver ni con democracia ni con participación.

Esta democracia que supuestamente le da más poder al pueblo,  es el mismo socialismo o comunismo del siglo XXI (Fidel Castro dixit), que existe en la ‘Isla de la Felicidad’ y  ha servido de base y fundamento para la creación de Venecuba. Una realidad en la cual no hay ni entrada ni salida electoral.

La segunda crítica dice: debemos ir a votar porque no podemos repetir lo del 04D-05 y entregarle al régimen la totalidad de la AN. Repetimos: este es el triunfo de mayor profundidad que haya tenido el colectivo venezolano en asuntos electorales.

La  abstención sobrepasó el 80%. La gente dijo que la salida a esta crisis no es electoral y que no estaba dispuesta a seguir convalidando esta farsa montada sobre la trampa-fraude-smartmatic.

Sólo que al día siguiente amanecieron los partidos políticos y aliados tipo Súmate adelantando mecanismos para borrar la abstención, porque sin el voto criminal del sometimiento todas las fracciones partidistas quedan marginadas de las cuotas de poder.

 ¿Y quién puede suponer que los  convalidadores del régimen dejarán a un lado su condición para convertirse en oposición?

La tercera observación alude a que, si decimos no a la trampa electoral, estamos obligados a señalar cuál es la manera de  derrotar al presente régimen.

Repetimos: aquí no se trata de buscar un ser superior o mesías que nos venga a sacar de esta tragicomedia revolucionaria. Este debe ser  un tiempo de responsabilidades compartidas.

Este régimen tiene que ser  enfrentado con la fuerza consciente y organizada del colectivo. Y esto implica la elaboración de  políticas distintas a las del reparto de beneficios y búsqueda de un nuevo caudillo que nos haga un  ‘milagro’.

Aquí el problema no radica en cambiar a Tribilín por otro Comandante Supremo a quien se le siga como a un Dios, sino de construir un  proyecto en el que  cada quien  participe y aporte. A esa labor hemos convocado.

La crisis es dimensional y su superación pasa por enfrentar las dos entidades que hoy se aprovechan de este ex-país, y  formar una maquinaria social y política para la toma del poder. Entonces pasarán a otra condición  quienes hasta ahora han sido simples y a pasivos actores. De esto hemos hablado y hablaremos.

Porque mientras los sujetos de nuestra historia sean los mismos negociantes y aprovechadores de  siempre, no habrá cambio histórico alguno sino continuidad  del mismo y trágico hacer que se nos ha impuesto. [email protected]

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