Opinión Nacional

Metamorfósis

Mucho ha cambiado la vida de los venezolanos en los últimos 15 años. Es más, realmente todo comenzó por allá en los años de El Caracazo y se consolidó la ruleta con los dos golpes de Estado que se tiraron los emisarios de los hermanos Castro en el año 92. A propósito de esto, un militar comentó hace años que hay que preguntarse quienes fueron los tenientes y capitanes, que acatando órdenes de sus superiores, dispararon contra el pueblo. Decía, si averiguan bien habrá sorpresas. Los fusileros de aquella época son los mismos que hoy se las echan de salvadores del mundo.

Los cambios son de base. Ya no hay alternancia en el poder. Para que eso ocurra tiene que morirse el presidente. Ya no hay necesidad de prepararse para ejercer la primera magistratura, no hay que estudiar, ni aprender algún idioma. Basta ser el ungido de los dueños de la colonia, los hermanos Castro. Una inmensa red de malandros, agrupados en bandas llamadas colectivos, gobierna en barriadas completas. Son los caciques de la comarca. Controlan hasta la carne y los alimentos del sector. Y cuando se les requiere desde arriba salen a fregar a todo el que esté atravesado en su línea de fuego. Ya no hay autoridad policial creíble. Todas actúan al servicio de su línea ideológica por órgano de alcaldías, gobernaciones, municipios. Ya no hay una Fiscalía confiable ni ejecutora de la más elemental justicia. Persecución contra la oposición. Impunidad para los colegas comunistas. Lo mismo ocurre con el sistema judicial en general. Y ni hablar de la Contraloría, acéfala también por causa de muerte. En este caso ni la muerte hizo que se cumplieran las leyes. Un bolívar que no sirve ni en Aruba, como sí ocurrió por muchos años. Es lo más parecido al peso cubano. Un billete de monopolio penoso e inaceptable.

El cambio fundamental se ha gestado en materia de corrupción. Antes un corrupto de los más serios era capaz de llevarse directamente o en comisiones hasta seis o diez millones de dólares. Los de ahora, que son una liga de militar con civil absolutamente voraz, roban con tanta suficiencia que pueden comprar propiedades en el exterior, gastarse 100 mil dólares en una cena en Nueva York y, como pasa con la mayoría de estos gordos delincuentes, tienen aviones y yates de todos los tipos. Meten presos a unos dos o tres, pero los demás son aliados, especialmente en este desangre de importaciones con que se sostiene el régimen en materia de alimentos.

Pero donde la revolución pirata ha impactado más es en lo cotidiano de la gente. No salga de noche. Si va al cine regrese derechito a su casa. No ofrezca colas de noche y menos de madrugada. No atraviese la autopista de este a oeste, o al revés, después de la una de la madrugada. No vaya al Centro de Caracas en la noche. No hable por celular en la calle. Si lo atracan entregue todo, sino lo matan. Haga cola para comprar hasta papel tualet, si acaso encuentra. Si necesita algo del gobierno vaya de rodillas y diga que ama al finado. No vea tal canal de televisión y menos lea tal prensa. El cerco está tendido. Los cubanos van cerrando las rejas.

Ya nadie es igual a hace 15 años. Y muchos ni siquiera están. O se fueron o pasaron a la lista de fin de semana.

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