Opinión Nacional

México y su selección

Antes que nada, aclaro que no sé un carajo de fútbol. Me  gusta, me gusta, pero no sé un carajo. No distingo entre un delantero y un defensa, no sé las reglas y casi nunca entiendo por qué pita el referí. Pero me gusta y en los mundiales me apasiono, igual que muchas mujeres y  hombres también.

Ayer me fui a la cama contenta. México pasó a octavos, igual que Argentina de mis amores, con todo y a pesar del inefable Maradona.  En la mañana, muy temprano, revisé periódicos por Internet. Dejé de lado todas las secciones que normalmente reviso y me fui directo a las notas y fotos sobre el Mundial. Los foros son una fuente de saber inagotable de sabiduría popular y además, una lectura divertida.

A medida que leía la sonrisa se me borraba hasta que desapareció. Los calificativos a Maradona mejoraron en la misma medida en que los que se adjudican a Aguirre empeoraron. Palermo dejó de ser un viejo decrépito para convertirse en un jugador de gran experiencia que se merecía su gol en un Mundial, mientras el gran Cuauh se transformó en un inútil que no debería estar en la selección mexicana.

El triunfalismo. La defenestración. Ambas separadas por un solo partido. La opinión pública mexicana hizo pedazos al Vasco Aguirre, a todos los miembros de la selección y a Guille Franco en particular, al que además  agreden por ser naturalizado, como si no fuera mexicano.

Jugar bien un partido no significa que se ganará el Mundial, ni jugarlo mal que se perderá. Todo depende de las expectativas que se tengan y que tan apegadas a la realidad estén. Y aquí hago referencia a un comentario de Sandra Hussein, espero ser fiel a su intención. Si la expectativa es ganar el Mundial, los que estamos mal somos nosotros, no Aguirre ni el vapuleado Guille Franco, pues estamos alejados de lo que se puede lograr. Si reconocemos que el nivel futbolístico del país no alcanza para lograr la copa, pero que podemos hacer una papel digno y serio, habrá menos frustraciones. Y yo creo que el desempeño de la selección ha sido digno y elogiable.

Desde que vivo en México, el nivel del fútbol ha mejorado sustancialmente y de manera progresiva. Así los demuestran los logros en los Mundiales y torneos internacionales, así como que cada vez más mexicanos forman parte de las grandes escuadras de renombre mundial, lo que no era tan común hace 20 años atrás, con la excepción del gran Hugo Sánchez. Es un proceso, decía Lavolpe, el “odiado”. Creo que tenía razón y que además, ese proceso está en marcha y es imparable. Si se apoya ese programa, con metas claras y medibles, en dos o tres Mundiales más, México estará peleando por las primeras posiciones con los más grandes del deporte.

Respeto profundamente el trabajo del Vasco Aguirre, con su tozudez, con su hermetismo y pocas palabras. Y habló sólo del trabajo futbolístico. Si apoya o no a Calderón prestando su imagen en campañas publicitarias es un tema fuera de mi texto. Me gusta el equipo mexicano, algunos más otros menos. Unos me provocan simpatía y otros, rechazo. Pero en términos generales admiro sus cualidades para el deporte. Si hacen sandwichs o venden perfumes, también es tema aparte.

Reconozco que nuestros futbolistas carecen de actitud, “les falta créesela” y aumentar su autoconfianza, aunque también en ese tema  noto mejoras importantes. Comparar la Chicharito con Messi me parece ocioso e necesario, como si alguien me dijera que este texto no le llega ni a la suela de los zapatos a los de Juan Gelman  (¡claro que no, ni se pretende!)

Pero,  ¿con qué cara pedimos que nuestros seleccionados  tengan una actitud diferente si la nuestra es siempre la misma?

¡VIVA MÉXICO, CARAJO!

¡AGUANTE ARGENTINA!

Mis dos patrias.

 


 

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