Opinión Nacional

Mi pueblo, tu pueblo, su pueblo…..

El otro día vi y oí al nuevo ministro de Información Willian Lara, con su
dicción que arrastra las palabras en un afán perfeccionista, justificar los
atropellos al embajador de EEUU William Brownfield. Es de lo más natural,
decía, que si él anda por su cuenta y no participa su itinerario o agenda a
la cancillería, el pueblo reaccione con indignación a su paso por las calles
de cualquier ciudad, pueblo o villorrio del país. Más que el tema en
cuestión que es la tirria que el gobierno le ha tomado a Brownfield, como
consecuencia de la guerra de insultos que Chávez le va ganando a Bush;
quisiera concentrarme en la apropiación indebida y calificada (que así se
llama jurídicamente al robo) del concepto de pueblo  o más bien de la
entidad pueblo, por parte del gobierno de la revolución chucuta y
cachicorneta. Al representante diplomático del Imperio lo mantuvieron
secuestrado en el Guárico, supuestos estudiantes, empleados de la
gobernación y demás especímenes enviados y transportados en vehículos
pertenecientes a la Universidad de los Llanos que -como todos sabemos- es un
apéndice del oficialismo. El gobernador Manuitt que, recordemos, es el de
los grupos de exterminio denunciados e investigados por la diputada
«Fosforito» y silenciados luego por el Fósforo mayor, casualmente no estaba
en la capital del Estado: la mejor excusa para lavarse las manos en ese
atropello. Resulta que esos malandros mercenarios trasladados a cualquier
sitio con el único fin de insultar, vejar y agredir de palabra y de hecho a
una persona, son el pueblo.

Semanas después el Embajador Brownfield se dirige aquí en Caracas a donar
equipos de béisbol a un club deportivo infantil y su automóvil es objeto de
un bombardeo de tomates, huevos y otros objetos en su mayoría comestibles,
aunque no por ello menos contundentes. La respuesta del finísimo y
correctísimo ministro Lara es de nuevo, que quien hizo eso fue el pueblo. La
mentira salta a la vista en primer lugar porque el pueblo lo que se llama
pueblo, no está en condiciones de lanzar huevos, tomates, cebollas y otros
rubros de lo que podría ser su dieta diaria, sencillamente porque no los
tiene. Y en caso de tenerlos, lo menos que haría sería desperdiciarlos
lanzándolos contra un automóvil que suponemos blindado y con placas del
cuerpo diplomático. Tal dispendio solo es explicable cuando proviene de
empleados de entes públicos, encargados de esa tarea y provistos de las
municiones necesarias para esa primera fase de la guerra asimétrica.

La pregunta casi lógica es de qué pueblo hablan Willian Lara, Barreto, J.V.

Rangel y demás voceros del régimen hasta llegar al Gran Jefe. ¿Quién o qué
los autoriza a sentirse intérpretes del pueblo? Usted, usted más allá y yo
que no somos chavistas ¿somos pueblo?  O para decirlo de otra manera ¿si en
vez de lanzarle piedras y de insultar al embajador Brownfield, uno le hace
un saludo con la mano y le sonríe, qué es: pueblo o no pueblo?

La categoría del no pueblo que es equivalente a no persona  o no gente,  no
es por supuesto un invento de Willian Lara y otros agentes del chavismo duro
y curvero; todos los regímenes que han basado su ideología o metodología en
la perpetuación en el poder, tienen porque sí que inventarse un enemigo y
luego deshumanizarlo, transformarlo en cosa susceptible de ser vejada,
pateada y hasta eliminada. Por ejemplo, quienes firmamos para que Chávez
saliera del poder mediante un referéndum absolutamente constitucional, no
somos pueblo ni siquiera gente. Y si se nos ocurriera lanzarle un tomatico
medio podrido, una cebollita o un trozo de repollo al paso del automóvil o
la moto de uno de los doce o quince escoltas de cualquier ministro, seríamos
peligrosos golpistas, conspiradores y candidatos a ser compañeros de celda
de los comisarios Vivas, Forero y Simonovis.

Si alguien aspira a tener una estatua, busto, placa conmemorativa o ser
epónimo de promociones militares o civiles, no basta con ser pueblo, es
decir afecto al proceso, sino que debe ser pueblo heroico: tener prontuario
criminal, haber disparado desde Puente Llaguno contra una manifestación
pacífica y haberse cargado a unos cuantos no personas  o ser extorsionista
siempre que las víctimas de la extorsión sean oligarcas es decir no gente o
haber formado pandillas armadas para defender el proceso, y otros servicios
de gran utilidad para la revolución.

Por eso el colmo de la hipocresía y de la mentira oficialistas es el llamado
del ministro del Interior Jesse Chacón y de otros conmilitones, a luchar
todos unidos contra los asesinatos, secuestros y demás formas de
delincuencia. ¿Qué significa eso? ¿Cómo podemos los hasta ahora reducidos a
la condición de insectos, colaborar en una tarea que es responsabilidad del
gobierno? ¿Me van a dar a mi, adeca en la reserva pero antichavista contumaz
una pistola o una ametralladora para ayudar a combatir el crimen? ¿Me van a
dotar de un sistema de grabación o de intervenciones de Internet como los
que utilizan los cuerpos de seguridad de la revolución paracubana? ¿Tendré
una línea telefónica directa para comunicarme con el ministro Chacón, el
jefe de la CICPC, el de la Disip y el de la nueva policía del alcalde
Barreto? Evidentemente no. Ser del no pueblo no significa ser idiota: lo que
quieren decir los adalides del socialismo del siglo XXI es que como la
responsabilidad de combatir el crimen es de todos, no es de nadie. Y el
mundo sigue andando.

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