Opinión Nacional

Mi querido Niño Jesús

Como ya es costumbre en esta fecha, aquí te mando mi carta, aunque tengo la impresión de que mis cartas de estos últimos años han sido interceptadas en el camino…

El año que viene habrá elecciones, Niño Jesús. Y mi petición tiene que ver con el resultado de esa elección. Quienquiera que gane, quiero que sea un Presidente de la República que actúe como el presidente de todo el país, y no sólo de quienes votaron por él. Que concilie y que no insulte. Que sume y que no reste. Que hable de paz y no de guerras. Que entienda que su labor es insertar a Venezuela dentro del siglo XXI, no llevarla de regreso al XIX, o a épocas aún más remotas y menos deseables.

Quiero que comprenda que la caridad debe entrar por casa, y antes de regalarle nuestro dinero a otros países, acabe primero con el horror de pobreza que significan los niños de la calle; que solucione de una vez por todas el problema de los hospitales públicos y la seguridad social; que saque de la terapia intensiva en que se encuentran una gran cantidad de arterias de comunicación principales; que se aboque a mitigar la inseguridad en las calles; que se dé cuenta de la muy mediocre educación que se imparte en la mayoría de las instituciones, e instruya a especialistas a que diseñen los mejores programas de estimulación, motivación y formación académica; que no tome el sistema educativo como instrumento para la ideologización; que ataque el desempleo y el subempleo que son vergonzosos y además no tienen justificación en este país con el boom petrolero que vivimos.

Que respete la propiedad privada consagrada en nuestra Constitución. Que si quiere que nos respeten como país soberano, que respete él también a los demás países.

Que se rodee sólo de gente competente y honesta. Que sea el primero en presentar cuentas claras, clarísimas, que enserie la Contraloría y exija rendición de cuentas de sus subalternos. Asimismo, que sea el primero en no aceptar actos de corrupción, que si los hay los denuncie, y que esté pendiente de los procedimientos judiciales que harán que esos corruptos paguen su delito.

Que no hable demasiado y que trabaje mucho. Que no improvise. Que enseñe con su ejemplo. Que no abuse de cadenas televisivas y radiales.

Que respete el disenso y que no se crea infalible. Que cuente entre sus colaboradores con personas que le sepan decir «no». Que sepa escuchar. Que sea escrupuloso al respetar y hacer respetar los derechos humanos de cada ciudadano.

Que sea humilde y justo. Que no manipule. Que diga la verdad.

¿Te pido mucho?… No es tanto para ti. Claro, muchas de estas cosas debes ser tú quien lo consiga.

Y además, tú puedes intervenir en ese campo sin que te acusen de violar la soberanía nacional, mi querido Niño Jesús.

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