Opinión Nacional

Mi respuesta al Manifiesto de Intelectuales

No pude menos que sentir desasosiego y decepción al leer lo que algunos intelectuales venezolanos expresaron en el Manifiesto publicado en las páginas de Analítica. Es necesario acotar que dicho Manifiesto es la opinión de UNOS CUANTOS intelectuales, y está lejos de representar el sentimiento que en estos momentos invade la patria. Nunca fue más inoportuno un mensaje semejante, en días que la Nación se va hundiendo en la pobreza, y un Gobierno incapaz, ineficiente, corrupto y autoritario se empeña en destruir la civilidad y humilla a cuanto opositor se encuentre. Quiero responder, desde mi perspectiva de ciudadano, a quienes lo escribieron. Esta respuesta va a ser larga, por lo que invito a la paciencia a quienes cortésmente quieran leerla. Hay mucha tela que cortar.

Los intelectuales, una élite que ¿piensa?

Quiero empezar diciendo que los intelectuales NUNCA han sido parte del pueblo (ni en esta sociedad nuestra, ni en ninguna otra), así como ellos han sido siempre vistos como individuos que han estado siempre CONTRA el status quo, aunque no siempre es ése el caso. Pocos saben que Platón, uno de los filósofos que más influencia ha tenido en la Civilización Occidental, odiaba la democracia ateniense en la que vivía, y admiraba mucho el sistema militar-autoritario de la vecina Esparta. ¡Qué extraña coincidencia! Los intelectuales, admiradores de los regímenes de poder autoritario. Creo que no es casualidad.

Los intelectuales, por definición, son la élite QUE PIENSA y que debería tener las intuiciones necesarias para avizorar los rumbos por los que debe ir una sociedad. Nietzsche decía que los cañones pasan por donde pasaron las ideas cincuenta años antes, y tenía razón. La labor del intelectual es PRODUCIR ideas, es PENSAR, generar CONOCIMIENTO, crear LO INCREADO.

Ocurre, sin embargo, que la intelectualidad latinoamericana, excepto notablemente en literatura y en artes plásticas, NUNCA ha producido ideas originales que hayan cambiado el mundo. Tenemos universidades antiquísimas (la Xaveriana de Colombia tiene unos 400 años, la UCV de Venezuela más de 150), y, sin embargo, nada ha surgido de nuestras universidades que haya sido de utilidad para nosotros o para el mundo. No contamos con ningún premio Nóbel, excepto los de literatura y el de la paz. Basta ver la UCV: los profesores sólo repiten como loritos lo que aprenden en seminarios internacionales. Ni hablar del marxismo, que parece ser el Catecismo que debe aprobar todo “intelectual” que quiera sobrevivir en nuestro país. Nuestros intelectuales, tan creadores y libres en literatura y artes plásticas, son rehenes del pensamiento izquierdoso marxista-leninista-cubano-ruso en lo que se refiere a política, sociología y economía.

Los intelectuales chavistas

Es cierto que “la mayoría de los venezolanos depositó y ratificó sucesivamente, en 1998, 1999 y 2000, un claro mandato en los gobernantes que eligió. Ello expresaba y expresa el convencimiento de que Venezuela puede llegar a ser el país en el que siempre hemos querido vivir y superar el índice 80% de la población que todavía se encuentra condenada a condiciones de sobrevivencia”. ¿Quién puede estar en desacuerdo con principios tan básicos? Pero eso es pura teoría. Lo que ha ocurrido en la realidad es un resquebrajamiento, no sólo del orden imperante anterior (“l’Ancien Régime”), sino también un resquebrajamiento de todo cuanto es necesario para construir una sociedad moderna. A Chávez se le encomendó enrumbar la sociedad por un camino nuevo de bienestar, sin duda. Pero hay que estar ciego para no darse cuenta que, después de tres años, Chávez ha escogido el camino equivocado, y que no tiene la menor intención de rectificar, pese a los llamados de la sociedad, cada vez más claros, para que lo haga.

La oposición YA NO ES DE UNA MINORIA, señores. ¿En qué país viven ustedes? ¿Qué dicen ahora después del paro del día 10 de Diciembre? ¿Siguen creyendo que es una minoría?

Este párrafo es de antología:

“Lo que no puede arrogarse como derecho esa minoría, a riesgo de colocarse no sólo contra la voluntad popular sino también contra la ley misma, es convertir la disidencia en campaña desestabilizadora, o en descarada incitación al golpe de Estado y al magnicidio, que pretende doblegar, someter o simplemente chantajear a un gobierno fruto de la voluntad popular”.

Esto raya en la calumnia. ¿Ha habido algún disidente serio que haya promovido un magnicidio? Eso se podrá decir en una reunión entre amigos, echándose unos palos. Lo que me parece muy poco serio, especialmente proviniendo de semejante muestra de la clase intelectual venezolana, que se apele a semejante nivel de descalificación para ocultar la realidad de lo que está ocurriendo en el país, o, en el mejor de los casos, minimizar lo que está a la vista de todos. El descontento por el abuso del poder está tomando dimensiones nacionales. Esa es la verdad.

Lo cierto también es que el país cambió los actores, pero el sainete macabro de la corrupción sigue y aumenta. Si antes se favorecía a empresarios allegados al gobierno, ello no ha cambiado. Las empresas en manos de chavistas florecen y aquellos que viven ahora arrimados a las nalgas de Chávez son quienes están disfrutando de las vacas gordas. El saqueo continúa, en dimensiones inauditas, señores intelectuales. Si no lo ven, están ciegos. Si lo ven, son unos hipócritas y alcahuetes de marca mayor. No olvidemos que algunas de las personas firmantes son funcionarios del gobierno actual, como la “embarazada del viento”.

“Son estos sectores privilegiados los que han levantado una cortina de humo mediática que se propone ocultar el verdadero fondo del problema. Su discurso no ha querido pasar de las cacerolas al argumento racional”.

Esto da risa. Quien se ha mostrado INCAPAZ de cualquier racionalidad ha sido precisamente Chávez, a pesar de que los funcionarios más cercanos como Miquilena o Rangel, viven sacándole las patas del barro. Las cacerolas han venido DESPUÉS de que Chávez ha mostrado la mayor intransigencia imaginable a los constantes llamados de diálogos, con descalificaciones e insultos.

“Estos grupos se cierran a la discusión racional porque tendrían que revelar los intereses que representan”.

En una sociedad que vive de la mentira, eso no tiene nada de extraño. Pero es el Gobierno quien se niega a discutir lo que propone. Su idea del diálogo es: “Yo te llamo para que vengas a mi casa y me escuches hablar”. Inútil argumentar. Lo que está a la vista, no necesita anteojos.

“Detrás del conjunto de leyes que están por promulgarse reside una nueva y radicalmente distinta concepción del país”.

En primer lugar, es mentira que tales leyes han sido objeto de consultas y negociaciones. En una sociedad pluralista, como ellos mismos aseguran que es la sociedad venezolana, se deben negociar los acuerdos. Hay personas que se verán afectadas por cualquier cambio, especialmente en una sociedad de oportunistas como la venezolana, pero no es palo limpio y a tiros como se resuelven las diferencias.

EN segundo lugar, ¿cuál es esa concepción de país? No me vengan con el cuento de “una sociedad más justa y humana” porque eso me demostraría que ustedes no tienen la menor idea de lo que es una sociedad justa y humana, en este mundo post-comunista que destruyó, ojalá para siempre, los totalitarismos y las utopías igualitaristas generadoras de pobreza. Estoy seguro de que esa concepción de país que ustedes tienen en mente no pasa por las dos sencillas palabras que tanto escozor y alergia causan en la intelectualidad latinoamericana: capitalismo y democracia.

La admiración de los intelectuales venezolanos y latinos por los regímenes de fuerza, especialmente si son de izquierda es una de sus características más notorias. En lo político, ¿quién puede olvidar la admiración rayana en el servilismo de Pablo Neruda hacia Fidel Castro, o del mismo García Márquez? ¿No fue un monje trapense, poeta, Ernesto Cardenal, el Ministro de la Cultura de los sandinistas? ¿No era Julio Cortázar, el genial argentino, quien se desvivía en halagos hacia la revolución cubana? ¿Qué de extraño tiene que el sarampión marxista-autoritario siga siendo la enfermedad de sus colegas venezolanos?

Los intelectuales han odiado siempre el capitalismo. Además de que sienten ese desprecio platónico (muy agustiniano, por otra parte) por las riquezas y el lujo (aunque lo disfrutan, sin duda alguna), piensan que la economía de mercado es una aberración por el factor competencia. Estando como están, acostumbrados a ser la élite, a no tener que competir con nadie para lograr las cosas, sienten horror por el sistema de mercado, donde tendrían que demostrar lo bueno que son, y donde no podrían refugiarse en cátedras vitalicias o puestos burocráticos, en un Estado gigantesco y macrocefálico donde pasan desapercibidos.

Las preguntas sobre los medios

Me causó consternación que, para justificar la barbarie de este gobierno, los manifestantes apelaran a semejantes argumentos. ¿Es que tendremos que esperar a que haya periodistas perseguidos y desaparecidos, a que los medios sean acosados (que lo están siendo, si no que le pregunten a los dueños de EL MUNDO), a que sean allanados o cerrados, a que haya presos políticos, a que haya exiliados, a que las garantias sean suspendidas, a que haya asesinatos en masa, etc. para decir que Venezuela se está hundiendo? No sean irresponsables, señores. Hay que tener la cara bien dura para no darse cuenta de lo que está ocurriendo.

No es sólo el reclamo de unos privilegiados (los ricos seguirán siéndolo), sino que es la continua torpeza de un sujeto, incapaz de gobernar, incapaz de dialogar, que se empeña en llevar a Venezuela por caminos de destrucción y de pobreza. Es Chávez y su delirio el que está retrasándonos otra vez en nuestro tiempo histórico (la no participación en el ALCA es el mejor ejemplo reciente), y el que de un modo irresponsable está hipotecando el futuro de la patria, “quién sabe por cuánto tiempo”.

Chávez demostró en sus discursos de LA CARLOTA y Plaza Caracas que es él quien está creando nuevas formas de exclusión, que no es presidente de los venezolanos, sino de unos cuantos, y que está dispuesto hasta llegar a la sangre para imponerse.

Para terminar

Como se dice en criollo, los manifestantes perdierion una magnifica oportunidad de aportar algo positivo o de quedarse callados. Es realmente lastimoso y decepcionante que quienes ostentan ser el “cerebro” pensante de la Nación, apoyen un régimen incapaz, ignorante, inepto e incompetente. Lo mismo sentí cuando, en 1998, personalidades como Mayz Ballenilla, mi admirado rector de la USB, uno de los hombres más brillantes del país, apoyó esta caricatura de mal gusto. Indudablemente, era fruto de la desesperación, ante la incapacidad adeco-copeyana de transformarse, de transformar la política y la nación.

Se equivocaron, señores. Tienen el derecho, por supuesto. Nadie es infalible (excepto el Papa para los católicos), pero el daño que le están haciendo al país puede tardar años en ser curado. Lástima. Por mi parte, lo pensaré dos y tres veces antes de consumir cualquier producto que salga de sus mentes. No es venganza, sino simplemente deseo de hacer una buena inversión. Ninguno de los firmantes pasará a la historia como transformador de la realidad, eso se los puedo asegurar sin ser pitoniso.

No está en las manos de ustedes “la tarea de construir ese país que queremos, merecemos y creemos posible”. Eso lo harán otros, mientras ustedes estarán sentados al lado del camino mirando los cambios tener lugar, los verdaderos cambios, los que traerán paz y prosperidad. No sé si lo lamentarán, porque los intelectuales se empecinan normalmente en sus mismas ideas y son lo bastante soberbios como para no reconocer sus equivocaciones. Pero el país que sueña, el país grande que se gesta en las entrañas de la nación venezolana, los sobrepasa a ustedes. Son demasiados pequeños para tanta grandeza.

Atentamente,

Antonio WARD

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