Microsoft y el futuro
Un juez federal ha fallado, como todos esperaban desde hace meses, contra Microsoft en su litigio con el Gobierno norteamericano, ratificando dos de los tres cargos de prácticas monopolísticas. La reacción negativa de la Bolsa ha servido de espoleta para una brutal corrección a la baja de los valores tecnológicos durante los dos últimos días, aunque muchos opinan que ese estallido de la burbuja del Nasdaq habría llegado de todas formas. Sin embargo, también es evidente que los mercados acusarán una incertidumbre prolongada en torno a la empresa de Bill Gates, mientras llega -este verano- la sentencia con las penas punitivas y correctoras y empieza el largo camino de los recursos. La propia estrategia empresarial de Microsoft puede verse paralizada. Un compromiso, todavía posible, sería para muchos la solución.
No va a ser fácil. Lo que el juez Jackson ha determinado es que Microsoft utiliza la coacción para imponer su programa de navegación por Internet, Explorer, y sacar del mercado a su competidor y pionero de esas tecnologías, Netscape. Y está en juego la apuesta absoluta de Microsoft por Explorer: en el futuro, los navegadores pueden acabar suplantando a los sistemas operativos como Windows, y Gates se está blindando ante esa eventualidad. Además, no es un problema sólo de navegadores, sino de todos los programas que Microsoft va imponiendo a la fuerza para anular a la competencia. Dice un analista: «Toda su estrategia ha consistido en suministrar productos interrelacionados: si compras uno, tienes que comprar el siguiente, y el siguiente. Esa táctica ha impuesto los programas Microsoft en todas partes, y la llevan manteniendo desde hace diez años».
Si esos usos abusivos son de verdad la base de la estrategia de Microsoft, ¿será eficaz cualquier solución final que no implique la partición de la empresa? El Tribunal de Apelaciones de Washington quizá no sea tan drástico, pero el Supremo podría serlo. Gates debería verlo así… y pactar, si aún es posible.
