Opinión Nacional

¿Militares conservacionistas o asesinos?

Las ejecuciones de los mineros por efectivos militares ocurridas en la población de Maripa y la Paragua del Estado Bolívar, nos remiten a la discusión del uso de la fuerza armada para objetivos distintos para lo que son entrenadas, es decir, los militares son formados dentro de la lógica de la guerra, donde el uso de las armas, son para matar. Dentro de este contexto, cuando se usan a los militares para «proteger al ambiente» de los daños derivados de la acción indiscriminada de la minería, como es el caso que nos ocupa, se pudiera estar incurriendo en la legitimación del uso de las armas de guerra por parte de los militares.

Si revisamos la historia (El Amparo, Yumare, Cantauro, otras) encontraremos que los militares siempre han estado incursos en este tipo de delito, y es que las respuestas militares a los conflictos ecológicos por lo general, siempre resultan un fracaso, en tanto los resultados son inversamente proporcionales a la conservación del ambiente, de forma tal que la represión asume un carácter natural dado que su método se adecua a lo aplicado normalmente por los militares, que no es otra cosa, que la violencia. Es así como los militares para «mantener el orden» sólo tienen una respuesta, la represión.

Bajo la excusa del «mantenimiento del orden» los militares han teñido de sangre una vez más, a gente humilde de nuestro pueblo. Como en otras oportunidades los responsables de salvaguardar la vida de los venezolanos recurren a la trillada frase de: «las investigaciones serán llevadas hasta sus ultimas consecuencias», cuando los venezolanos sabemos que las ultimas consecuencias son los nueve u once muertos acaecidos en la Paragua en función de «resguardar el ambiente y mantener el orden»

Ante esta nueva masacre, los venezolanos estamos obligados a discutir la idoneidad del ejército para proteger el medio ambiente. Debemos discutir si el personal militar que se designa a estas labores de conservación, está entrenado para prestar este servicio sin afectar la vida de los venezolanos que viven de la explotación de la naturaleza, es decir, de la agricultura, de la pesca, de la caza y de la minería. En esta dirección resulta elemental entender, que la conservación del medio ambiente, no tiene que pasar necesariamente por la represión y la violencia contra los venezolanos que habitan las poblaciones rurales de nuestro país.

Los gobernantes están obligados a entender, que la gente del campo en la mayoría de los casos está acostumbrada a evolucionar mediante actos de desobediencia, que en las condiciones en que se desenvuelve sus vidas, sólo es posible subsistir atreviéndose a violentar determinadas normas, las cuales no pueden ser impuestas a través de las armas y la represión, sino por medio de la compresión y el diálogo, y ello no es posible lograrlo con tropas de guerra que para lo que están entrenadas, es para matar

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