Opinión Nacional

Militarismo corriente

“Si los más responsables son irresponsables… ¿serán responsables los irresponsables?”

En Mi artículo “Militarismo y Fascismo ” yo decía que las Fuerzas Armadas siempre buscaban el Poder por el Poder para lo cual abrazaban cualquier filosofía abstracta o ideología que justificara sus propósitos. Alguien me decía que yo había descubierto “el agua tibia”. Mi respuesta es sencilla, si todo el mundo sabe que esto es tan simple, ¿cómo es que la sociedad civil deja que los militares se tomen el Poder y no haya manera de defenderse de ellas, que no son otra cosa que simples organizaciones burocráticas armadas creadas, según Sócrates, como guardianes, es decir para salvaguardar fronteras y territorios, valga la redundancia, de las naciones y Estados que las armaron?
La razón no es simple. Las FF.AA., tradicionalmente en países como los africanos, asiáticos y latinoamericanos, se creen una clase especial y, lo peor de todo, es que dan por descontado que el poder de las armas significa que tienen patente de corso.

Sociedad Civil Débil
Cuando la sociedad civil da muestras evidentes de una situación de inferioridad por razones físicas (lo que existe en todo momento y no es novedad porque no tienen las armas), porque han perdido su autoridad moral o crédito en la política nacional pues el pueblo deja de creer en sus gobernantes debido a la corrupción, a la omisión (que también es un tipo de corrupción), las intervenciones militares se facilitan. Es más, sectores reaccionarios y fascistoides, tanto de izquierdas como de derechas comienzan a cosquillear los oídos de los militares para convencerlos de su intervención. Un caso patente de esto fue el del presidente Alberto Fujimori de Perú, quien siendo civil aceptó el control militar de su nación. Allí, en Perú, se desató una inmensa corrupción castrense, la cual no tuvo parangón en la historia de ese país.

En la mayoría de los casos, la toma del Poder por parte de los militares se llevó a cabo sin disparar un tiro, sin derramar una gota de sangre, casos recientes en la historia son los de Perú, Argentina, Venezuela, por poner algunos ejemplos.

Por otro lado, los civiles tampoco han permanecido siempre en estados pasivos. La historia está llena de ejemplos de civiles derribando gobiernos militares muy bien apertrechados, los cuales quedan en total estado de inmovilización debido a que absorbieron los mismos antivalores y vicios de los gobiernos civiles que habían derrocado. Aquí siempre funciona el axioma de que el Poder corrompe pero que, el Poder Total corrompe totalmente y, por eso, esos militares han caído pacíficamente: han sido derribado por su propio desprestigio.

Los militares, por lo general, se auto convencen de que ellos son superiores a los políticos y a los civiles. Creen ( y se lo creen de verdad) que son los únicos que piensan en su patria y, cuando digo “su patria” es porque ellos piensan que es de ellos.

Intervencionismo
D.W. Brogan, dice en su obra “The United Status, Civilian and Military Power”, Los militares no solamente intervienen cuando la situación política es inestable; también lo hacen “aún cuando la situación sea estable, la convicción de que no se sigue una política adecuada de defensa y acción exterior decide al militar a intervenir, aunque la intensidad sea menor y aparentemente inapreciable”; en otras palabras, la intervención militar está latente. Por ejemplo, en el caso de la Corbeta Caldas de Colombia, ésta se introduce (1988) al Golfo de Venezuela, violando el espacio marítimo venezolano. El presidente Lusinchi de Venezuela es presionado por el alto mando militar venezolano y éste ordena atacar a la Corbeta, la cual, afortunadamente se retiró del Golfo. Esta situación podía haberse solucionado por la simple vía diplomática y no militar pues esta última situación pudo haber llevado a los dos países a una guerra.

La intensidad de la función política del las FF.AA., siempre se combina con sentimientos de falso patriotismo, con elementos de clases, pues, por lo general, éstas tienden a apoyar a determinados sectores. Hermann Oehling, sostiene en su obra “La función Política del Ejército” que “la combinación de estos sentimientos de identidad nacional con el reconocimiento de la misión salvadora de la sociedad, producen el efecto de la conciencia de legitimidad de la intervención y la consideración de la misma como un deber”. Así, continúa Oehling, un papel muy importante lo juegan las ideologías, por eso, no es de extrañarse, por ejemplo, que al no entenderlas en su cabalidad se conformen con frases amorfas y slogans tales como “socialismo, patria o muerte”, en donde el status de las FF.AA., amén de la situación constitucional y las circunstancias recurrentes, permiten a la oficialidad de alto rango imponer doctrinas amorfas en el escalafón de forma vertical. Si el coronel no está de acuerdo con el general es antipatriota y enemigo de la ideología adoptada, si el mayor hace lo mismo con el coronel, y así sucesivamente, pueden transformarse o en revolucionarios o en antipatriotas. Así funciona el sistema.

A lo bruto
Los militares, por su falta de cultura (como decía Simón Rodríguez, es más fácil matar a un militar con un libro que con una bala) son completamente permeables a ideas e ideologías que no comprenden pero que se acostumbran a repetir como un loro. Vaya a usted a preguntarle a un militar que entiende por socialismo real, por socialismo utópico, por socialismo sueco, por socialismo del siglo XXI, y le saldrá con mil frases comunes. Trate de que le definan alienación, plusvalía, división social del trabajo, división internacional del trabajo, liberalismo, maltusianismo, mercantilismo, mano invisible, etc., y lo más seguro es que no tendrán idea de qué se les está hablando. Es más fácil enseñarle a un militar mandarín o parsi que enseñarle principios ético-políticos y principios ideológicos.

Neutralidad necesaria
Si los militares no logran ser neutrales en las disputas políticas de su nación, jamás podrán, realmente garantizar la seguridad nacional, ni interna ni externa pues romperán con mucha facilidad esa frágil institución armada llamada Ejército o FF.AA..

La contradicción de todo esto es que las instituciones que han sido creadas para ejercer la violencia institucional en nombre de la patria, de la civilidad, se transforman por ese mismo poder en las instituciones más débiles de esa sociedad, pues al final del día, cuando pierden su neutralidad todos piensan que alguien conspira en contra de ellos, Se acuestan y sueñan que alguien de adentro los eliminará o los sacará del juego del Poder. La vida así, es lo más triste e infeliz de un ser humano. ¿Cuál es la vacuna? No es otra que la neutralidad ante los avatares políticos y el respeto a la civilidad.

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