Opinión Nacional

Miraflores, sede de la guerrilla

Cuesta trabajo aceptarlo pero la guerrilla, cuyo objetivo es aquí como en todas partes destruir las instituciones y el sistema de vida democrático, opera en Venezuela desde el centro mismo del poder público. Una situación totalmente diferente a la que existe en Colombia donde hay un Estado que está al servicio de la Constitución, el orden y la paz de los ciudadanos y es la guerrilla, rural y urbana, la que durante cuatro décadas intenta desestabilizar al país. Aquí ocurre al revés.

El asedio a los medios

No hace falta ser muy avispado para darse cuenta de esta realidad y de su enorme gravedad. Las fuerzas, supuestamente del orden, no están al servicio del orden constitucional, sino del desorden y el caos que es justamente lo que el Régimen se propone lograr si el ciudadano no acepta voluntariamente que se instale el nuevo orden revolucionario donde todos por igual queden sometidos al Estado. El proceso opera de la siguiente manera. Aquellos grupos organizados por el propio Régimen para “generar terror”, que es uno de los instrumentos de la subversión, salen a la calle a cumplir con la misión encomendada y pagada. Una vez cumplido “el trabajo” los mismo que los organizan y les pagan aparecen en los medios pidiendo disculpas, llamando a la cordura y a respetar los derechos de todos los ciudadanos. El caso de Maduro e Iris Varela, a quienes se vió infiltrados en las manifestaciones la noche del Lunes, es más que elocuente. Armaron la protesta para amedrentar a los medios en todo el país y, una vez cumplido el objetivo, desde Diosdado hasta Maduro salen llamando a la cordura y a la paz en el nombre de Dios y de la Constitución Bolivariana. Los principales funcionarios del Estado son los promotores de la subversión desde el poder. Posteriormente ellos mismos llaman a la paz y aseguran que cualquier “exceso criminal”, como el caso de Jao, será sometido a una “exhaustiva investigación” para determinar responsabilidades no obstante haber confesado públicamente el señor su participación en los hechos de sangre. Llegados a este punto se inicia la segunda fase de complicidad por parte del Estado subversivo. Le pasan a las “instituciones secuestradas” el cumplir con la segunda etapa en la acción terrorista: investigar para eximir de responsabilidades al autor cuando ya el caso este olvidado. Tal fue lo sucedido con Lina Rón que ya esta en la calle. PTJ sigue instrucciones de Diosdado, promotor de los círculos. Fiscalía cumple instrucciones del Presidente a quién le debe el cargo. El Defensor lo mismo. Y si el caso llegara a la Corte, después de todas las instancias, allí cualquier decisión queda sujeta a “enormes presiones” de una estructura estatal que está secuestrada y al servicio de la desestabilización del país cumpliendo órdenes emanadas desde Miraflores en el nombre de la revolución.

La Guardia Nacional no actúa

Esta estrategia no se limita a manejar la subversión y el terror a través de una autoría intelectual, de operadores talibanes intermedios y de los ejecutores que acosan a la víctima todo lo cual es presentado siempre como “el derecho a manifestar y protestar que tienen los adeptos al oficialismo”. Entonces la GN, la Policía Militar y en su caso el Ejército aparecen en la escena para proteger y garantizar el derecho a la protesta de los seguidores del Teniente, al mismo tiempo que dejan sin protección a los opositores al Régimen. O sea, que el Estado protege a unos ciudadanos sí y a otros ciudadanos no violando la igualdad constitucional ante la Ley. Esto es lo que se llama, con toda propiedad, un Estado de Derecho burlón y además joroba do. La conclusión es obvia: el Estado, como estructura política, está al servicio de la subversión que es el objetivo final desde el Teniente a Iris, desde el Ministro de la Defensa y del Interior hasta el último de los comisarios y soldados que reciben órdenes peligrosas de las que deberán en su día responder cuando sus jefes hayan desaparecido. O la revolución es aceptada o se impone por la fuerza, tal es el dilema.

Pero….pasito a pasito

La situación del Régimen, cada día más crítica pues se quedó sin pueblo y por lo tanto sin la calle, se intenta manejar ahora a través de la VIOLENCIA. A la violencia institucional de un gobierno que por haber perdido la legitimidad ahora es un gobierno de facto sólo le queda el recurso de apelar a la fuerza. Pero no una fuerza total sino “suministrada en cómodas cuotas” para conseguir que el terror colectivo que se genera llegue a un punto tal que supere y asfixie la decisión que el pueblo tiene de defender su libertad. Un violencia global, incendiaria, sería rechazada internacionalmente y por eso es que la están aplicando en cuotas bien administradas para doblegar al Soberano y dejarlo sometido al Estado. Como en Cuba. Castro lo hizo con mucha sangre y en muy corto tiempo. Su discípulo amado está usando la violencia para llegar a lo mismo con menos muertos y en cámara lenta. Pero el objetivo, imponer un ESTADO TOTALITARIO, es el mismo. Que pueda lograrlo o no, dependerá de la conciencia cívica del pueblo Venezolano y del grado de riesgo que el pueblo este dispuesto a asumir.

Por un Pronunciamiento Constitucional Democrático.

Hasta ahora el régimen ha perdido el apoyo popular. Eso esta más que claro y es lo que explica la escalada de violencia actual. Lo que le queda es la estructura fracturada de un Estado que cada vez se niega más a estar al servicio de la subversión pero que, por ahora, seguirá presionando hacía lograr su objetivo con acciones violentas contra los ciudadanos. Pareciera ante este escenario que la FAN no puede dejar solos a los civiles que sin tener armas están haciendo todo lo que pueden y más también. En consecuencia, tienen estos el derecho a esperar que el sector institucional de la FAN que es mayoritario, reaccione de una vez y les de su apoyo como parte que son del pueblo venezolano. Unos pocos beneficiarios del Régimen no son suficientes para evitar que la FAN se pronuncie, le solicite la renuncia un Presidente que ya es ilegítimo y de facto, una junta Cívico-Militar convoque entonces a elecciones y proceda a legitimar, en paz, nuevas autoridades. Un pronunciamiento en este sentido no es ningún golpe pues de lo que se trata es, precisamente, de devolverle al Soberano la titularidad del poder público que le pertenece y que hoy un reducido grupo le ha secuestrado con el propósito de consolidar en el poder a un RÉGIMEN TOTALITARIO. La Patria de Bolívar tiene el derecho a esperar que su FAN, heredera del glorioso Ejército Libertador, se confunda en un abrazo con sus hermanos civiles para abrirle juntos al país un Estado donde se cumpla la Constitución, se respeten los Derechos Humanos y se abra, de una vez, un camino de concordia, de paz y de progreso para todos los venezolanos.

Derrotemos, todos unidos, los civiles con su patriótica resistencia en la calle y los militares con un Pronunciamiento Democrático que llame a renunciar a ese gobierno guerrillero que se instaló en Miraflores en contra de la voluntad de todo un pueblo que nunca votó por ninguna revolución sino por tener un mejor gobierno y que desde 1999 ha sido la víctima de un golpe de estado silencioso y progresivo. LA ESTAFA SE LE ACABO.

(*): Profesor de Instituciones Políticas de UCAB.

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