Opinión Nacional

Misión Cadivi

El Gobierno sacó a la luz pública otra lista de culpables y traidores a la patria.

Esta vez le tocó a esos “ladrones” que revenden los dólares preferenciales asignados por la agencia encargada del control de cambios (Cadivi) para realizar compras durante viajes al exterior o por Internet.

Ayer, los “criminales” fueron los que aparecían en la lista que creó el diputado Luis Tascón y la lista Maisanta. Hoy, son los de Cadivi. Mañana serán otros, no nos quepa la menor duda.

En la lista de hoy aparecen publicados los nombres de más de 1.000 personas –y anuncian muchos más– como supuestos delincuentes, porque el Gobierno sospecha que quizás hayan vendido a terceros (quienes también serán condenados) sus cupos de tarjetas de crédito en dólares a la tasa oficial.

¿Es eso un delito? Y si lo fuera, ¿es esa la manera de juzgar a alguien en democracia? Como ambas respuestas son negativas, hay varias reflexiones que se desprenden de este hecho.

Se sabe que la reventa de un bien no es un delito. Por cierto, el Gobierno de Cuba constantemente revende, a los altos precios internacionales, gran parte de los 70.000 barriles de petróleo que a diario le regala el Gobierno venezolano y, que yo sepa, nadie los acusa de ladrones. Y es que, en nuestro país, aquello que es delito y lo que no lo es ha dejado de fundamentarse en lo que está escrito en las leyes. Lo criminal se convierte en justo o viceversa, a conveniencia de la revolución bolivariana.

Por ejemplo, se consideró delito el que Noticiero Digital (%=Link(«http://www.noticierodigital.com»,»http://www.noticierodigital.com»)%) publicara el currículo de los supuestos estudiantes que defendieron al gobierno en la Asamblea Nacional. Sin embargo, nunca se juzgó como un crimen la publicación en la página web del diputado Tascón, con los nombres y cédulas de identidad de todos los que firmamos por el revocatorio presidencial.

Por ello, esta nueva cacería de brujas hay que verla como otro crimen inventado que le conviene a la revolución bolivariana. La lectura más directa es concluir que esta es una nueva arremetida contra la clase media venezolana, pues en su mayoría ese sector del país se opone al régimen.

Es decir, que al igual que en otros recientes períodos preelectorales en Venezuela, el gobierno bolivariano busca la manera de coaccionar y amedrentar al universo de votantes que se le opone. Recordemos el video del “rojo rojito” días antes de las elecciones presidenciales de diciembre.

Ahora bien, ¿ha medido el gobierno las consecuencias de atacar quizás la única política que beneficia a la clase media venezolana? En otras palabras, ¿por qué arremete contra la llamada Misión Cadivi? De hecho, su diseño ha resultado una genialidad maquiavélica, pues logra comprar conciencias de acérrimos opositores al gobierno sin que estos se den cuenta.

Esta nueva violación de los derechos de los venezolanos se suma a la larga lista de atropellos que este gobierno ha hecho durante su gestión.

Pero a diferencia de las otras, en las cuales el abuso fue consecuencia de una lucha contra el régimen, en este caso se origina por aceptar regalos del mismo.

Las lecciones de esta medida son muchas. Quienes aceptaron voluntariamente entrar en la Misión Cadivi ya han aprendido la suya. Al fin y al cabo, de los que reciben las otras misiones se espera, por lo menos, que se disfracen de rojo.

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