Opinión Nacional

Morir amargado

El presidente Hugo Chávez ha pronosticado que los venezolanos de la oposición a su régimen, moriremos amargados antes de que él deje el poder en Venezuela. Habría que preguntarle, si esa fatídica fecha de nuestras muertes, sería antes o después de la fecha límite de febrero de 2013, que la constitución ha establecido como finalización formal de su gobierno, según decisión mayoritaria del pueblo.

De ser así, entonces los venezolanos de la oposición que moriríamos amargados antes de esa fecha, seríamos muy pocos, y es muy probable que solo muramos algunos por accidentes y otros en manos del hampa común. También es posible que muramos los más viejos y los más enfermos. Lo lamentable sería, la perdida del disfrute de esta gente, de no poder ver a Hugo Chávez fuera del gobierno, y si es posible, fuera de Venezuela o encarcelado, como se lo merece, por sus diversos en incontables crímenes de lesa humanidad, así como por despilfarrar y dilapidar nuestras inmensas riquezas, entre muchos otros crímenes que ya irán apareciendo.

Morir con amargura y frustración, o en la lucha, por no lograr los objetivos de recuperar para el pueblo venezolano la justicia, la democracia, la libertad y la felicidad, sería una muerte honrosa y digna. Ese tipo de muerte, no tiene nada de censurable, ni criticable, ni debe avergonzarnos. Así han muerto millones de personas en todo el mundo, gran parte de los cuales fueron considerados como héroes.

De estar insinuando el teniente coronel Hugo Chávez, que moriremos de viejos amargados y frustrados por no poderlo sacar democráticamente del poder porque pretende seguir en la presidencia a la fuerza y para siempre; entonces, eso es harina de otro costal y merece un breve análisis. En el supuesto negado de que eso sea así, y nos pase lo que a los cubanos, y Venezuela quede convertida en una nación con un gobierno comunista o fascista, el presidente debe saber, y es de esperarse que así sea, que el venezolano demócrata se las ingeniará, y luchará con todas sus fuerzas, para salir de él y de sus acólitos, a como de lugar.

No obstante, de convertirse en dictador formal, de no poderlo sacar del gobierno, por ahora, le puedo garantizar al teniente coronel Hugo Chávez, que la gran mayoría de los venezolanos preferiría esa muerte con amargura y frustración, por la impotencia de no poderlo sacar del poder, a una muerte como la que tienen casi todos los dictadores tiranos y déspotas del mundo, quienes en su mayoría mueren arrepentidos, traicionados, llorosos y solos en la cárcel, o los matan en un atentado, o mueren de viejos huyendo de la ley, como el ex dictador de Uganda Idi Amín Dada, o el ex dictador Serbio Slobodan Milosevic, entre muchos otros dictadores, quienes al final de sus vidas causan lastima y dan pena ajena.

Una muerte como la que les espera a los dictadores y déspotas, no tiene nada de honrosa, ni de nacionalista, ni de heroica, ni será llorada ni sentida por la mayoría de la gente. Es mas, muchos déspotas se quitan la vida cobardemente antes de que los juzguen los tribunales y ese pueblo al que engañaron e hicieron tanto daño.

Píenselo presidente, desearnos que fenezcamos de amargura y frustración no le consolará, ni le dejará con la conciencia tranquila. Es mejor para usted y para nosotros que nos desee morir felices libres y en justicia, como Dios manda.

El venezolano de hoy día, independiente de su afiliación política, vive: amargado aterrado, inseguro, indignado, asustado, furioso, angustiado, alarmado, arrecho, desprotegido, asombrado, perplejo, e indefenso; entre muchos otros epítetos que pueden calificar la situación actual que se vive en Venezuela, gracias a usted, por su personalísima culpa. No son solo los sectores pitiyanquis de la oligarquía y de la clase media las que se sienten así, aun cuando las baterías de la maldad de Hugo Chávez sean enfiladas malignamente a propósito contra estos sectores progresistas; los sectores chavistas y pobres también se sienten en esa forma.

Solo los fanáticos del comunismo o fascismo, y/o un grupito de venezolanos desvergonzados estarían felices con este régimen forajido actual. Ese grupo o camarilla esta bien definido e identificado entre los chavistas íntimos, incondicionales y acólitos de Hugo Chávez, quienes si desfrutan en grande de las bondades del poder anárquico que detentan. Muchos de ellos, según son las informaciones que me llegan a diario, se convirtieron rápidamente, en solo 10 años, en multimillonarios, “trabajando” como empleados públicos en los tres gobiernos de Hugo Chávez, gracias a las bondades del poder incontrolado y corrupto que ejercieron o aún ejercen.

Presidente, así como a usted le gusta hacer pronósticos macabros sobre el estado emocional en que moriremos los de la oposición, a mí también me gusta hacer pronósticos sobre el final de su régimen dictatorial. En diciembre de 2006, cuando usted fue reelecto presidente, lo cual honestamente no esperaba que sucediese, escribí un articulo que titule: “la dictadura del pueblo”, en el cual predije, que usted saldría del poder con la participación directa del chavismo descontento con su gobierno, por las mentiras, engaños, manipulaciones y frustraciones de ofertas incumplidas. Ese pronóstico se está cumpliendo, paso a paso. No se si recuerda presidente, que gran parte del chavismo le negó a usted el 2-D de 2007, la reforma constitucional, lo cual para mí fue un primer aviso de que mi pronóstico se empezaba a cumplir lentamente, pero sin pausa.

De manera tal que, según los deseos del teniente coronel Hugo Chávez, no solo los de la oposición morirán de amargura y frustración, por el mal gobierno que hace el chavismo, sino que estas muertes seguramente serán extensivas a millones de chavistas molestos y frustrados por el engaño de que han sido objeto. Eso es fácilmente pronosticable, con solo ver las manifestaciones de descontento generalizado que se producen cada día en todo el país, promovidas por los chavistas, las cuales van creciendo como la espuma.

Solo a usted presidente, le corresponde definir que es lo que desea para las mayorías del pueblo venezolano. Dejarnos morir injustamente de amargura y tristeza, o permitirnos vivir felices en democracia, con justicia y libertad. Usted tiene la última palabra, presidente. Sea cual sea su decisión, usted deberá asumir la plena responsabilidad y consecuencias por ésta. ¡Basta ya, déjenos vivir alegres!

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