Opinión Nacional

Morir en Venezuela o el asalto del lumpen

A mediados de los años sesenta se estrenó en Francia una película denominada “Morir en Madrid”, que contaba la tragedia de la España de la guerra civil y que dejaba muy mal parado a los que detentaban el poder. Ella nunca pudo ser vista en España sino hasta la desaparición física del dictador. Como toda dictadura las verdaderas historias de sus desafueros y de su violencia son escondidas. Aquí lo llaman “hegemonía comunicacional”, otrora censura.

El chavismo ha hecho mucho énfasis en ocultar las estadísticas que revelan la calamitosa situación del país. Se afanan de haber abatido la pobreza, cuando en realidad lo que hicieron fue cambiar la forma de medirla para ocultar su existencia. Pero ella se puede observar diariamente en nuestras calles de las ciudades y pueblos. También han querido ocultar la violencia que nos está matando por hora. Mantienen que ella viene bajando y se ubica en 39 por 100.000 habitantes mientras fuentes independientes la ubican en casi el doble (79). Hay una muerte violenta cada 20 minutos en Venezuela.

Pero esa cifra monumental, que nos ubica como el tercer país más violento del mundo, donde solo uno de cada diez asesinatos llegan a ser resueltos, es ignorada por el régimen. Con el vil asesinato de una exreina de belleza y su exesposo se da la primera reunión del conductor del régimen con la oposición para tratar el tema. Aunque en realidad fue un monólogo de promesas. Había que ir, es un asunto de vida o muerte.

Pero, este no es el primer caso que conmueve a Venezuela durante este régimen. Recordemos el abominable caso de los hermanos Faddoul y como nada ha cambiado. Así como la risa sarcástica del ministro Izarra cuando se hablaba de esta violencia que diezma nuestra juventud. O como se asesinan por montones los presos en las cárceles venezolanas y como informar sobre eso se convirtió en un delito. Y más grave aún como el miedo se ha instalado en nuestra sociedad.

La violencia proviene de la infausta alianza entre el régimen y ese lumpen al cual Marx más temía. Estos “marxistas” no optaron por representar la clase obrera y menos a la burguesía sino a lo más execrable de cualquier sociedad. Y todo para mantenerse en el poder. Así hacen dependientes a esa masa desclasada, como lo planteó Marx en “La ideología Alemana”. A los de más arriba con corruptelas, a los más desvalidos con becas y subsidios (Misiones). Y los organizaron, y a muchos armaron para defender a la revolución y los montaron en moto para que intimidaran (malandraje) . A ellos ni con el pétalo de una rosa. Así las cosas, el régimen solo los eliminará cuando se sienta seguro y eso sin ellos es casi imposible. No es que no quieran es que no pueden. Son necesarios para un régimen que al final encarna ese espíritu depredador y malandro del lumpen.

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