Opinión Nacional

Movida de rama

Hace tiempo que no trasnochaba. Ni por fiesta ni por velorio. Pero anoche si tuve el gusto de hacerlo hasta que el presidente aceptó la derrota. Por supuesto, como siempre, descalificando. Señalando que fue una victoria pírrica, como que si él no está en el poder tras una secuencia de victorias pírricas, excepto tal vez la del año pasado, digna de analizarse a la luz de los acontecimientos actuales. Le faltaron unos tres millones de votos, los cuales atribuyó a la incapacidad de esos chapistas para comprender los beneficios de su propuesta reformista. Esto puede tener muchas interpretaciones pero la de mi esposa creo que es la más acertada. Nunca existieron esos tres millones de votos. Fueron el resultado de las trapisondas electorales. Otra explicación puede ser, también muy factible, que es el resultado del hartazgo popular. Hartos del discurso de odio, de la delincuencia, de las colas, de los regalos a otros países mientras nosotros pasamos necesidades. Harto de nuestras calles rotas y hartos de comprar queso llanero a Bs. 20.000,00 mientras lo mantienen hipócritamente regulado a Bs. 12.000,00, como mantienen regulados los productos de la cesta básica para presentar falsos índices de inflación pero que en la realidad hace que en un mundo globalizado se estimule el contrabando de extracción al cual las autoridades encargadas de detenerlo, en el mejor de los casos, no están en capacidad de lograrlo. Estamos hartos de verlo meter la pata cuantas veces habla, cuando lo hace sin sindéresis, sin el educado comportamiento que merece su posición. Cuando lo mandan a callar, cuando se ve la pena ajena en sus colegas o cuando en un país musulmán se santigua imprudentemente ofendiendo a los presentes. Seguimos hartos de ver niños muriéndose de hambre en la calle o muriendo por cometer delitos, cuando quienes, hartos de los que no se ocupaban de ese asunto votaron por él, escuchando su canto de sirena al anunciar que se cambiaría el nombre si eso continuaba ocurriendo. Resumiendo y para no repetir tanto lo del hartazgo, estamos hartos de sus promesas y amenazas incumplidas.

Su discurso fue hábil, como todas las cosas que hace. Admite la derrota pero advierte e insiste en que eso es una prueba de su proceder democrático. Ya está preparando la cama para alguna otra elección en la cual se valdrá de todas las artimañas para triunfar. Y cuando lo haga, si no nos mantenemos alertas, no tendremos argumentación para hablar de fraude. Realmente creo que este triunfo se debe agradecer al estudiantado que valerosamente se le enfrentó. No a los bueyes cansados adecos o copeyanos, causaerristas, masistas o podemistas que bien poco pueden ofrecer con sus manos manchadas en corruptelas. Son escasos los miembros de organizaciones políticas libres de culpa y no nos olvidemos de los hermanos similares en obesidad pero distintos en pensamiento que conforman una sospechosa dupla. Uno de ellos descalificado por su impropia posición política y el otro por su impropia recomendación abstencionista. Finalizo explicando el título de estos comentarios. El presidente va a tener que mover la rama sobre su cuerpo. Buscar un buen brujo que le propine algunos ramazos para que le cambie su situación, o algo más simple: Pensar como el presidente que dice ser. Trabajando por Venezuela, desterrando el odio y los miles de problemas que su pésima gestión nos ha creado.

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