Opinión Nacional

MUD: Renovación o final

Común a la humanidad renovarnos de continuo, a objeto de poder alcanzar las metas más elevadas e incluso esas imperativas como la propia supervivencia.

Las organizaciones de tipo político, integradas como están por personas no podían ser la excepción. En cuanto al momento preciso de la renovación muchos son los criterios, sobremanera en el ámbito precitado donde la multiplicidad de opinión es la moneda común. Sin embargo, los triunfos y los fracasos siguen teniendo la preeminencia a la hora de precisar cuándo se debe cambiar.

En el tema que nos atañe, respecto a nuestra querida Mesa de la Unidad Democrática (MUD) el celo debe ser aún mayor, considerado como fuere el valor intrínseco de una organización que constituye uno de los mayores esfuerzos políticos en la Venezuela contemporánea solo comparable al Pacto de Punto Fijo, que en su oportunidad hizo posible la etapa más brillante de nuestra democracia criolla (1958-1973).

La integración y coordinación de la casi totalidad de asociaciones con fines políticos de naturaleza demócrata en Venezuela, bajo un solo organismo cuyas decisiones se adoptan por consenso, que cuando este no resulta posible y se requiere votar, la aprobación de una proposición necesita de una mayoría que refleje al menos el 70% del voto de las organizaciones. (Fragmento del ACUERDO De la estructura organizativa de la Mesa de la Unidad a nivel nacional Día: 19-01-11 Lugar: Copei- Cujicito). Todo esto en medio de una tiranía en fase de formalización, constituye entonces un mérito político difícil de refutar, como difícil sería refutar nuestra necesidad por la unidad democrática, en contra del socialismo.

Luego de tan obligadas precisiones, nos corresponde pasar al punto en cuestión: La nación venezolana, estimamos se encuentra hoy huérfana también de normas de convivencia social civilizada, subyacentes una vez derogado de facto el Estado Democrático y Social de Derecho y de Justicia a partir del 11 de abril de 2002.

Desde aquel entonces esas normas de convivencia civilizada permitieron la apariencia de normalidad hasta el tiempo presente específicamente al fallecimiento del teniente coronel Hugo Chávez y la consecuente desaparición de una fachada democrática que hacía posible la convivencia, oxigenada por el caudal petrolero y el populismo ya proverbial del aludido militar.

Hoy en día, los sucesores al frente de la tiranía socialista se sostienen con base en una economía de Estado sumamente precaria y una fuerza militar devenida en brazo armado del partido gobernante. A los venezolanos honrados y de trabajo los están matando de hambre, por enfermedad o a manos del hampa, ello debido a la inflación más alta del continente, al colapso de la salud pública, y en razón de uno de los mayores índices de asesinatos a nivel mundial. Venezuela perdió primero la ley, luego la dignidad, pero siempre bajo el socialismo.

Todo esto ha sido posible a falta de una fuerza política alternativa en capacidad real para reemplazar a un gobierno sin fundamento político propio, incapaz de cumplir con el mínimo de funciones y competencias inherentes a un Estado nacional.

La ausencia de esa fuerza política alternativa, rol que corresponde a la MUD, da lugar a la reflexión motivo de estas líneas. La pretensión de la actual directiva de la Mesa de la Unidad Democrática-nacional –así evitamos comprometer a la organización como un todo– desdeñando el valor político del pasado 14 de abril y sus lógicas consecuencias, entre ellas la derogación formal de la Constitución, incluidos todos los órganos del Poder Público (TSJ, Asamblea Nacional, Ministerio Público, etc.) indubitablemente nos conduce a la perpetuación del régimen, considerando como fuere la vigencia de las mismas condiciones políticas que hicieron posible el fraude en las pasadas presidenciales.

La modificación de tales condiciones en cuanto atañe a nosotros los demócratas, pasa necesariamente por un cambio de rumbo en la conducción de la MUD-nacional, solo posible bajo la coordinación de una directiva en disposición de aplicar estrategias eficientes a la restauración constitucional en consonancia con el actual estado de cosas, capaz de potenciar entonces a los comicios municipales de 2013 como una importante etapa dentro del proceso de protesta política, pública, pacífica y no armada, indispensable en contra de un régimen socialista que utiliza las leyes como herramienta para su permanencia en el poder.

Si en lugar de ello, la MUD-nacional se empeña en mantener la actual ficción de Estado de Derecho y su correlativa «normalidad electoral», será condenada y superada por un pueblo obligado hoy a trabajar cada día más no digamos para vivir con dignidad humana, sino incluso para el simple sobrevivir. ORA y LABORA.

 

 

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