Opinión Nacional

¡Muera la inteligencia!

El oprobioso régimen que descuaderna al país es una amalgama de cuanto malo se puede encontrar en los peores momentos de la historia universal. Fascismo y comunismo se mezclan con fruición, especialmente en todo lo que tienen de negativo.

El título de estas líneas, repetido muchas veces, aparece, quizás por primera vez, en la bestial expresión de un falangista el 12 de octubre de 1936 en la Universidad de Salamanca. La recoge el general José Millán-Astray y Terreros para arremeter, en primera instancia, contra don Miguel de Unamuno, Rector de la ilustre universidad y simultáneamente a quienes habían advertido sobre el rumbo de la guerra civil.

Hoy, en la Venezuela de 2007, vemos por todas partes contenidos del mismo tenor.

La agresión e intento de exterminio, por parte del régimen, contra la educación privada que ha demostrado fehacientemente y desde tiempos muy antiguos que siempre ha sido capaz de producir mejores educandos y a costos notablemente inferiores que los que tiene la educación pública, es una bandera irracional.

El hostigamiento a las Academias nacionales, refrendado por la sentencia del Tribunal Supremo en relación a la Academia de Ciencias Políticas y aliñado por el cercenamiento de los presupuestos de las mismas es otro claro ejemplo de agresión a la inteligencia.

Los planteamientos de los “Fundamentos del Currículo Bolivariano” donde se promueve un ciudadano inmerso en el adoctrinamiento y ajeno al desarrollo de las ciencias es un pecado imperdonable ante las futuras generaciones y el país.

Los deseos irreprimibles de cercenar la libertad de cátedra en las universidades y tratar de transformar estos espacios en corrales del régimen, son absolutamente inaceptables.

La represión de todas las manifestaciones pacíficas donde los estudiantes expresan sus opiniones muy valiosas sobre los temas más importantes del acontecer nacional es retrato de una actitud reprobable.

El intento de eliminar la propiedad intelectual, fundamento imprescindible de todo progreso científico o artístico es no solo una afrenta al intelecto humano, sino el paso que hará imposible en nuestro país la presencia de nuevos productos y nuevas tecnologías. Este potencial evento sumirá a nuestra sociedad en el ostracismo científico y tecnológico más espantoso y hará que los escritores y compositores nacionales registren sus propiedades intelectuales en el extranjero.

La eliminación de la figura de Andrés Bello del denominado cono numismático, es otra afrenta, ahora contra el humanista más importante de Venezuela y de Latinoamérica. Junto con la eliminación de las representaciones de los próceres Páez y de Sucre, abonan el deseo del régimen de desvincularse de la historia de figuras señeras de la historia patria.

Andrés Bello es un hombre de valor perenne. Junto con Nebrija, que en 1492 estableció las bases fundamentales de la gramática española, Bello lo hizo trescientos cincuenta años después y publicó su “Gramática para los hispanoamericanos” que es el documento fundamental que permite el aprendizaje y la difusión de nuestra lengua en toda la América.

Volviendo a Salamanca, don Miguel de Unamuno, después de renunciar al rectorado de la universidad languideció rumiando las perspectivas de la sociedad española y falleció el 31 de diciembre de ese año.

Así le está sucediendo a la democracia venezolana.

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