Opinión Nacional

Murió un demócrata pero la democracia vive

La universidad se respeta. El comunismo jamás podrá doblegar nuestras casas superiores de estudio. Prepare sus fusiles que nosotros tenemos listos nuestros libros.  
 
Conocí personalmente a Carlos Andrés Pérez por allá por 1971, cuando él era Secretario General de Acción Democrática, en ocasión de una reunión para discutir la posibilidad del apoyo partidista a la candidatura del Dr. Aníbal Rueda a la rectoría de la Universidad de Carabobo. Llegamos a la cita con media hora de retardo. Con sutileza nos hizo notar la impuntualidad al preguntarnos si habíamos encontrado mucho tráfico en la autopista Valencia-Caracas.  Su sentido de la puntualidad y la forma amplia y respetuosa de tratar el tema universitario, causaron en mí un gran impacto y de inmediato me surgió una espontánea admiración por su persona.
 
Una vez electo candidato de AD a la presidencia de la República me dediqué con todas mis fuerzas y convicciones a hacerle campaña. Fue una campaña moderna, dinámica, alegre.  y “Ese hombre si camina, va de frente y da la cara” caló muy profundo en la mayoría de los venezolanos. Condujo una campaña electoral con amplitud, incorporó a casi todos los sectores de la vida nacional sin importarle posiciones partidistas pasadas o presentes. Al ganar las elecciones, con una considerable ventaja sobre el Dr. Lorenzo Fernández candidato del gobierno, me tocó en suerte servir en su gobierno desde posiciones técnicas universitarias.  Me desempeñé como Secretario Permanente del CNU y luego Director de la OPSU. Desde allí pude ver como se construían nuevas y mejores relaciones entre el gobierno y las universidades.
 
El trato que su gobierno le diera a las relaciones con las universidades, la forma de conducir al país del momento, incrementaron mi admiración y respeto por el presidente Pérez. Recuerdo con perfecta claridad aquel 1º. de enero cuando anunció la nacionalización del hierro y luego lo máximo, otro comienzo de año, la nacionalización del petróleo, sueño de la inmensa mayoría de los venezolanos, en especial de su juventud, hecho realidad. Le dio un gran impulso a las industrias básicas y a Guayana. Fundó muchas universidades e institutos y colegios universitarios, así como el Programa de Becas Gran Mariscal de Ayacucho que permitió a una inmensa cantidad de jóvenes universitarios lograr escalar altos niveles académicos. Creó el Fondo de Inversiones de Venezuela y el Ministerio del Ambiente. Descentralizó la administración pública y promovió la elección de gobernadores y alcaldes. Con su agresiva política exterior logró un sólido liderazgo dentro del llamado tercer mundo. Hizo realidad el pleno empleo y su apoyo a la agricultura y la ganadería le dio un gran impulso a este sector.
 
Su primer gobierno tuvo también fracasos, fallas y grandes errores, pero en un balance objetivo el resultado final es, con creces, positivo. La mayoría de los ataques que se le hicieron resultaron calumnias y mezquindades propias del quehacer político. En su segundo gobierno, diferente del primero, también fui su partidario, entendiendo su programa de reformas. Le admiré la valentía de tomar duras decisiones de alto costo político, convencido de las bondades de las mismas. Siendo rector de la UNEXPO me tocó asistir al desagravio que el país y la O.E.A. le hicieron con motivo del criminal golpe de Estado perpetrado por un teniente coronel que violó su juramento y usó las armas que la república le había confiado en contra de un gobierno constitucional y democráticamente electo. Y me dolió verlo salir de la presidencia antes de tiempo y luego condenado por un acto estrictamente político. Hasta en ese aciago evento demostró integridad, valentía y un respeto profundo por las reglas de la democracia. Puso al país y el sistema de gobierno por encima de sus propios intereses.  
 
Mucho se ha escrito sobre las dos presidencias de CAP y mucho más se escribirá. Fue un hombre polémico, como todos los líderes importantes. En estos días hemos visto y leído mucho sobre él, incluso de aquellos que lo adversaron políticamente. Todos le reconocen atributos de estadista, de gran venezolano y demócrata a toda prueba. Como ser humano erró pero fue sabio al reconocer sus errores y trató de enmendarlos. No predicó el odio, predicó la tolerancia. Por cierto que las primeras reacciones de quien hoy desgobierna el país y nos conduce a un comunismo castrista, han sido de miedo. Se le nota el temblor al ver las manifestaciones de solidaridad y apoyo del pueblo, su pueblo, en lo diferentes actos donde se le ha rendido tributo. Cómo será cuando sus restos retornen al país. El felón se dará cuenta que no pudo conseguir suficiente aceite para freír a tantos adecos. Es posible que ese miedo provenga del recuerdo de las derrotas que le propinó en vida y que después de muerto puede seguir ganándole batallas por la democracia, emulando al Cid Campeador. Ahora que emprende su viaje eterno, comienza su ingreso a la historia. Paz a su alma, un abrazo solidario de sincero sentimiento de pesar a todos sus familiares y amigos, a todos mis compañeros acción democratistas, a todo el pueblo venezolano y a todos los pueblos democráticos y libres del mundo. Ha muerto un gran demócrata pero la democracia sigue viva y la rescataremos como homenaje póstumo a ese gran venezolano.

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