Opinión Nacional

Nicolás, tú como que no entiendes

En una reciente conversación sostenida con un amigo vinculado con la distribución minorista de alimentos, me narraba, con cierto dejo de preocupación, lo que estaba ocurriendo en el sector y, más grave aún, lo que podía ocurrir en un futuro cercano. Si en el pasado usted podía escoger entre varias marcas de un mismo producto, hoy en día la oferta se restringe a uno o dos con la incertidumbre del tiempo que puedan permanecer en el mercado.

La declaración más importante es que los caraqueños no sabemos lo que significa escasez o desabastecimiento, si nos comparamos con Maracaibo, Barquisimeto, y otras urbes de similar importancia, donde la situación es dantesca.

Lo narrado hasta el momento no requiere de ningún medio especializado para que la gente se entere pues lo vive en carne propia. La percepción del común es que nos estamos deteriorando aceleradamente y como el deterioro no tiene límites, todavía podemos estar peor.

Alimentos, inseguridad, luz, administración de justicia, institucionalidad, salud y todo aquello que suponga finalidades públicas no exhiben su mejor momento. En el contexto internacional las comparaciones entre países nos colocan en lugares privilegiados si comenzamos por los últimos de la cola. En materia de garantías ciudadanas cada vez hay menos, máxime cuando el país se autoexcluye de los mecanismos internacionales de resguardo de los derechos civiles.

Sin pretender ser un diagnóstico exhaustivo de calamidades, la anterior enumeración no es como para imitar a la hiena en materia de carcajadas; no, muy al contrario, es como para que el Guaire se desborde con la ingente cantidad de lágrimas que aún nos quedan por derramar.

Lo dicho hasta ahora es verificable por cualquier ciudadano. Las consecuencias de tales hechos también son previsibles. Lo que no parece preocupar al colectivo es el verdadero origen de esta problemática: Nicolás Maduro no entiende lo que pasa. Tal revelación tiene un matiz adicional, NM evade la responsabilidad de ponerse al frente del país y lo resuelve mediante la evasión creando una obra de teatro del absurdo llamada «Gobierno de calle». En el fondo de lo que se trata es de estar recorriendo el país en una especie de campaña electoral permanente, evitando sentarse en Miraflores en la sala del Consejo de Ministros para «agarrar el toro por los cachos».

Al contrario de su predecesor, quien si sabía lo que pasaba pues él era el causante y lo hacía ex profeso, NM se encuentra en medio de una trampa pues no debe tener a quién creerle. Me imagino que a todos les debe tener desconfianza y piensa que las recomendaciones no lo favorecerán, en el fondo el problema es que no las debe entender, en virtud de lo cual no toma decisiones.

La evasión de Don Nicolás tiene cosas sorprendentes. El pasado miércoles, la ciudad capital colapsó pues el Gobierno convocó una serie de manifestaciones de calle en solidaridad con el recuerdo de Salvador Allende: ¿qué significa este ilustre personaje para el pueblo venezolano? Pues en estricto sentido, lo mismo que significa el Mocho Hernández para el pueblo chileno.

Don Nicolás, después que usted le entregue la soberanía alimentaria a Nicaragua, Brasil y Argentina; la energía eléctrica a la buena de Dios; la justicia a los pranes; la franja petrolífera a rusos y chinos; el Esequibo a Guyana; el Golfo a Colombia: ¿cuál será el próximo paso?

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