Opinión Nacional

No alcanzarán los gases…

Llueve. Cae agua sobre Caracas, llora el cielo que observa a este país revolcarse en sus problemas. La lluvia lava los residuos, si aun quedó alguno, de los gases que usaron el día de los trabajadores. Sangra la patria por los cuatro costados, acosada por un gobierno que despreció a su pueblo y la promesa de trabajar para que ese pueblo eleve su calidad de vida. Había que celebrarlo con gases y metralla.

Hay muchos intereses por fuera de este gobierno y oscuras situaciones de las que no será fácil librarse. La revolución se debe a esos intereses, no a su pueblo. Todavía algunos piensan que detrás de este gobierno no hay una Cuba defendiendo lo que recibe. Hay quien no percibe que los iraníes tienen una siembra de actividades de todo género, que no entregarán con facilidad. Las guerrillas colombianas también tienen lo suyo, como lo tienen los argentinos, bolivianos, nicas y ecuatorianos. Aquí se ha forjado una red de intereses foráneos, que en los momentos decisivos, intentaran defender su cuota de favores. Así lo han construido, como una inmensa red de solidaridad con otras revoluciones, para asegurar el soporte necesario que defienda a esta enfermiza intentona de cambiar a un país por algo peor de lo que recibieron.

Un gobierno que se dice democrático, amoroso y popular, no puede vivir continuamente de la farsa mentirosa que requiere para soportar este engaño. Obligados –muchos de ellos- a marchar, con banderas y franelas rojas, entregaron su cuota el día de los trabajadores a un gobierno que irrespeta sus derechos, viola acuerdos sindicales, demora negociaciones y desdice del poder sindical. Así se construye un país, a punta de mentiras. Así se engaña a uno que otro descuidado, pues hasta los rojos, ya saben que a este garabato se le ponen curitas todos los días. La famosa economía fuerte y blindada, ahora no puede pagar a los bancos los dólares que gastan los viajeros y se prepara para emitir más deuda, pues no le basta todo el dinero que dilapidó de los ingresos y de las reservas…aquellos milloncitos usados para evitar que llegara la crisis. Todavía estoy por saber en qué se usaron esos doce mil millones dólares, no me cansaré de seguir preguntándolo, pero este gobierno no toca ese tema, el incestuoso tema de un presupuesto paralelo, que nadie sabe en que se usa.

Necesitaron mucho gas del bueno para reprimirnos. Necesitarán mucho más para convencernos del sentido de esta revolución que despide malos olores, olores a guisos putrefactos que llenan los bolsillos de sus promotores.

El gobierno trabaja en la dirección de caerse solo. No oye consejos y sigue pensando que un golpe de suerte le volteará de nuevo el precio del petróleo. La tarea que no hicieron en tiempos de bonanza se les viene encima, con el peso de una demoledora masa que es incapaz de contener. Un estado quebrado no tendrá más dinero que repartir y entonces el engañado pueblo, alimentado de falsas esperanzas, vendrá por lo suyo, a reclamar lo que no recibió. Hasta los subsidiados extranjeros reclamarán lo propio.

Cada día que pasa, un venezolano nuevo despierta de la fantasía que este gobierno promueve. Cada día que pasa, una masa silenciosa de personas, acumula nuevas evidencias de que esto no marcha en la dirección adecuada. Cada nuevo amanecer nos acerca más al final de esta década llena de desastres que cargaremos en las páginas de nuestra historia contemporánea. Necesitaremos trabajar muy duro para no repetir este gran error colectivo.

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