Opinión Nacional

No es fácil

En febrero de 1953, a pocos días del golpe militar del 2 de diciembre de 1952, Alberto Carnevali lanzó al país una proclama de rebelión civil.

Decía: «Esos votos consignados por el pueblo el 30 de noviembre (1952) no buscaron el triunfo exclusivista de ninguna organización política en particular, sino de todas las fuerzas políticas con raíces verdaderas en la entraña popular. Buscaron la recuperación de la soberanía nacional y la reconquista de la libertad para todos los venezolanos. Buscaron la paz y la armonía de la nación, criminalmente rotas por el absolutismo. Esos votos condenaron el salvaje predominio despótico de la camarilla militar de Pérez Jiménez. Hablaron el justiciero lenguaje de la protesta contra el terror colectivo, a favor de las miles de víctimas del campo de concentración de Guasina, de las torturas físicas y morales, de la prisión y del exilio…».

Por supuesto no podemos comparar la dictadura perezjimenista con la acción autocrática de Chávez y ahora de Maduro. Pero vivimos un estado donde impera la injusticia y la represión como lo demuestra la diputada Solorzano en su entrevista del 21/7/13 en EN.

En cuanto a los votos tienen el mismo sentido nacional, expresión de un sentimiento ampliamente extendido en toda la nación, que ha conformado una nueva mayoría.

Capriles no está llamando a la rebelión civil a lo Carnevali, pero ha impugnado los resultados electorales y declarado ilegítimo al actual gobierno de Nicolás Maduro, ungido de heredero del autócrata militar fallecido.

Una de las denuncias más consistentes de Capriles es la de que en Venezuela las instituciones están confiscadas y todos los poderes sumisos al poder ejecutivo. Su petición, como enfatizó en sus viajes, es clara: solicita una auditoria completa. El CNE incondicional de Maduro lo negó. El TSJ que obedece las mismas órdenes deja pasar los días en una suerte de burla legislativa a la acción de un ciudadano que tiene todos los derechos del mundo para la impugnación.

A lo largo de la historia de Venezuela esta ha sido la costumbre de los caudillos militares que desde 1830 han azotado al país con largas dictaduras autocráticas.

Lo real es que una sociedad en pleno siglo XXI no está en capacidad de avanzar dividida como está Venezuela y sometida a la voluntad de una camarilla militar-civil corrupta que quiere perpetuarse en el poder después de 15 años de dominación.

Su tiempo pasó. Su modelo político-económico fracasó.

Llegó la hora de cambiar y para ello existe la fuerza de relevo representada en la MUD y una política de unidad nacional.

El 8 de diciembre convocan a unas elecciones municipales para elegir alcaldes y concejales cuyos tiempos están vencidos. La respuesta a esta convocatoria es hacerle frente, reforzar la unidad y presentar al país una propuesta de sociedad radicalmente diferente a ésta con tendencias totalitarias, que frena el crecimiento de la nación.

Este es un régimen que agoniza, que se ahoga en un mar de contradicciones internas, en cómo enfrentar la crisis policía económica, política, social, institucional. Venezuela tiene que conquistar la democracia y para ello los demócratas debemos estar en pie de lucha. En todos los escenarios que se nos presenten, en los conflictos sociales y las elecciones del 8 de diciembre. No hay divergencias en actuar en uno u otro terreno. En definitiva la consigna es mostrar que somos la mayoría y provocar el cambio constitucional, pacífico y democrático.

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