Opinión Nacional

No es lo mismo caer por inocentes, que nos tomen por pendejos

Llamamos a la reconciliación, a la unidad de los venezolanos. Esta es una de las frases más repetida en estos últimos días, en los que el país ha asistido a una especie de película de terror mediocre, en que manifestación tras manifestación se profundiza la falta de gobernabilidad de Venezuela.

En estos días han coexistido evidencias de la vocación democrática e institucional de una gran proporción de nuestra Fuerza Armada, con la falta de visión y responsabilidad de algunos de sus líderes. Pero las claras evidencias de esta vocación no resultan suficientes ante lo sucedido, porque no es posible entender que, desde el mismo 11 de abril, no contáramos con la Fuerza Armada para controlar los excesos de los grupos de civiles armados. Que tuviéramos que apelar sólo a las policías, especialmente a la Policía Metropolitana, para defender de militares y de civiles armados a la población que salió a manifestar el pasado jueves y a la que ha sido víctima de las agresiones y saqueos que han sucedido desde entonces. Nos preguntamos dónde ha estado la Fuerza Armada como apoyo a la población y a sus cuerpos de seguridad, y por qué este cuerpo sale a las calles a última hora.

Pero en esta pesadilla tiene su rol estelar, como ya es costumbre, el gobierno de Hugo Chávez que hace nuevamente gala de su infinito cinismo. Y las muestras de este cinismo son diversas, comenzando por algunos de los voceros que tomaron la señal de Venezolana de Televisión, como Juan Barreto, Iris Varela, Aritóbulo Izturiz y María Cristina Iglesias, que creen que, condenando lo que ellos catalogan como un golpe de estado de ultra derecha, el país puede olvidar que desde que están en el gobierno no se han cansado de celebrar el 4 de febrero en sus reiterados intentos de convertirlo en fiesta nacional y que cuestionando la evidente violación a la constitución, no recordaremos que ellos han sido protagonistas y co-partícipes de la infinidad de veces que este gobierno ha violado la constitución de 1999.

Mientras los supuestos mensajes de unidad y entendimiento salen de la mayoría de los voceros del gobierno, no podemos de dejar de escuchar las palabras de García Ponce cuando dice que el gobierno tiene que gobernar en “confrontación” con los sectores del país que “no aceptan” su proceso revolucionario. Es evidente que lo que les molesta en este momento no es precisamente que alguien intentara romper la institucionalidad existente o violara la constitución, les molesta que lo hayan hecho otros y no ellos.

Y qué decir del propio Hugo Chávez cuando por enésima vez hace un “llamado a la unidad de los venezolanos”, que nuevamente ofrece mesas de diálogo y que solicita a quiénes no estamos de acuerdo con sus políticas a que lo digamos “leal y honestamente”, a la vez que desconoce la contundencia de la manifestación del 11 de abril y tiene el tupé de decirnos a todos los sectores de la vida nacional, empresarios, trabajadores, iglesia, medios de comunicación y organizaciones de la sociedad civil, que nos llama a la “cordura”, al “entendimiento” y nos pide que reflexionemos de una vez por todas, porque este país también es nuestro. Y para terminar su primera alocución al país en su “regreso” al poder dice que acepta la renuncia de la Junta Directiva de PDVSA –medida que dice, ya había tomado y que no le dejaron anunciar al país- y no se le cae la cara de vergüenza cuando llama a los trabajadores de PDVSA a trabajar por su empresa y por Venezuela, como si estos trabajadores necesitaran ese llamado y como si él tuviera moral para hacerlo, cuando todos sabemos que lleva tres años en una especie de campaña electoral prolongada y sin haber asumido con seriedad y responsabilidad su trabajo como jefe del gobierno.

Frente a este cinismo tenemos que tener claro, como sociedad, que Hugo Chávez nunca, ni en el pasado ni en el presente, ha dado muestras reales de rectificación. Y que la secuencia de sucesos vivida no han tenido como consecuencia una modificación real de la situación que nos ha llevado desde hace más de año y medio a hacer público y notorio nuestro desacuerdo con la conducción del Estado que ha tenido este gobierno. No debemos olvidar que las causas que nos ha hecho fijar posición y salir a la calle a manifestar de forma cada vez más contundente, están todavía presentes.

Lo que hemos vivido los venezolanos no lo puede borrar ni hacer desaparecer el gobierno de Hugo Chávez por más que se empeñe en tratar de desconocerlo, porque está en nuestras memorias y forma parte de nuestras vivencias. Aunque no quedaran registros gráficos de ello, nadie puede desconocer ni olvidar que el 11 de abril más de 2 millones de personas salimos a pedir la renuncia de Hugo Chávez, a decirle que se vaya que no lo queremos como presidente. Tampoco podemos olvidar que ese día el gobierno se quitó la careta y eso le costó la vida a un grupo de venezolanos. Es por todo ésto que nosotros no podemos olvidar ni podemos pensar que todo por lo que luchamos está perdido. Ahora más que nunca, la sociedad civil que conscientemente ha asumido la responsabilidad de construir una mejor Venezuela tenemos que mantenernos en pié de lucha y frente a este cinismo ni caemos por inocentes, ni podemos permitir que nos tomen por pendejos.

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