Opinión Nacional

No es lo mismo…

El engaño es arma de uso cotidiano en los regímenes autoritarios. La manipulación de conceptos enturbia la visión. Aturde y desorienta. Facilita el control social. Hugo Chávez y sus sacristanes lo saben.

Patria, solidaridad, democracia, soberanía, justicia, integración… son conceptos que el discurso chavista ha mistificado. Para justificar sus propósitos. Para embaucar ingenuos.

Una cosa es la patria y otra distinta es el proyecto personalista y obsoleto de Hugo Chávez. No es lo mismo arriesgar el pellejo por aquélla que jugarse la vida por el último. Por eso no entusiasman las guerras asimétricas que Chávez estimula. Son sus guerras. No las nuestras.

Una cosa es la solidaridad con los pueblos del mundo y otra distinta la complicidad entre sus gobernantes. Chávez no es solidario con el pueblo cubano: es socio de Castro. Chávez no es amigo del pueblo nicaragüense: es cómplice del sandinismo. Chávez no es benefactor del pueblo boliviano: es amo de Morales.

Una cosa es la democracia y otra distinta la mascarada hueca, autocrática y tramposa que Hugo Chávez sostiene en Venezuela. No puede haber democracia donde no hay participación plural. Ni árbitros confiables. Ni poderes independientes. Ni respeto por el adversario. Ni procedimientos claros.

Una cosa es el esfuerzo por alcanzar la justicia social y otra distinta la utilización de la miseria como excusa para la arbitrariedad. Como abono para el resentimiento y el pillaje. No es lo mismo promover la equidad que usar la limosna como mecanismo de sometimiento.

Una cosa es defender la institucionalidad y otra distinta ponerse a disposición de los delirios patológicos de Hugo Chávez. No es lo mismo una Fuerza Armada al servicio de la nación que sometida a los empeños depredadores del chavismo.

Una cosa es el pensamiento integracionista de Simón Bolívar y otra distinta los afanes hegemónicos de Hugo Chávez. Por pura desinformación, se confunden las ideas del Libertador con la interpretación mafiosa que Chávez hace de ellas. El bolivarianismo de Hugo Chávez es un disfraz.

Una cosa es un modelo más humano de sociedad y otra cosa distinta el Socialismo del Siglo XXI que pregona Chávez. Un socialismo que sintetiza lo peor de pasadas y presentes experiencias. Caudillismo, populismo y estatismo. Fanatismo, fundamentalismo y terrorismo. No es lo mismo diseñar el futuro que añorar el pasado. No es lo mismo dar vida a un sueño que resucitar una pesadilla.

Una cosa es Venezuela y otra distinta es Hugo Chávez. No es Venezuela la que se ha distanciado de México o del Perú. La que amenaza el futuro de todo el continente. Es Hugo Chávez, con su verbo insultante, quien ha agriado las relaciones con otras naciones. Quien se entromete en sus asuntos internos. Quien alborota y azuza.

Si se quiere detener la marcha hacia el abismo hay que remover el entramado de falsificaciones que Hugo Chávez y su pandilla ha venido tejiendo. Hay que sacudir los esquemas mentales que ha venido instalando. Hay que disolver la mitología que se ha creado en torno a Chávez.

Y hay que distinguir la esencia de ciertos conceptos de sus deformaciones. Hay que separar el trigo de la cizaña. O no tendremos mañana nada que amasar.

(*) Sociólogo, Profesor Titular de la Universidad de Oriente (Venezuela)

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