No estaban muertos… andaban de parranda
La aparición de algunos políticos de oficio en estos últimos días, o mejor dicho, en la recta final de la campaña con miras a las elecciones regionales de Nov, nos produce pena ajena a los venezolanos de veras preocupados por el destino del país. ¿Por qué? Porque toda Venezuela conoce que durante la IV, estos descarados ocuparon curúles, gobernaciones, alcaldías, ministerios y otros cargos de importancia, pero de espaldas al sentir nacional. Sin embargo, vivieron «de lo lindo» o se enriquecieron con los dineros de la nación, hasta que vieron que el barco se hundía y cual ratas abandonaron la nave antes que hiciera aguas. Muchos de estos cadáveres insepultos que hoy reaparecen como fantasmas a ver a quién engatusan, contribuyeron con su inercia o malos actos a roer el casco de la nave madre llamada Democracia.
Durante los pasados nueve años algunos de estos desvergonzados anduvieron dedicados a sus negocios o a chulear al régimen tras bastidores. Ahora asoman la testa con sus notas y artículos de prensa, con el fin de alcanzar notoriedad entre los desmemoriados. De esa forma, – pensaran ellos – los interesados en sus servicios podrán saber que no están tan muertos como suponían, sino que anduvieron de parranda, por si acaso los llegaran a necesitar para un carguito de importancia o para lanzarlos al ruedo en caso de que algún candidato arrugue. Por allí hay uno en Carabobo, que aunque no pertenece a esta camada, dice que «si inhabilitan al pollo, el gallo se lanza».
Lo peor del caso, es que estos arribistas le hacen un mal servicio a la verdadera oposición que desde el primer asalto elevó públicamente su protesta para condenar al pillo quien en pleno acto de juramentación le propinó un golpe bajo a la constitución nacional llamándola «moribunda». Para entonces, estos zombis hicieron falta para ponerle bozal al insolente y haberlo despojarlo de la banda presidencial, emblema de poder y majestad republicana.
