Opinión Nacional

No falta mucho, Venezuela

Si hay algo que uno no quisiera tener que ver es esa manera que tiene el chavismo de reír las gracias, aplaudir los chistes, celebrar las bufonadas, levantar los puños enardecidos ante las vulgaridades y acompañar las consignas de odio y servilismo del Comandante en Jefe. Eso genera un sentimiento de pena ajena, pero también un gran temor.

Esa juventud estimulada por el discurso disociador y vengativo no va a cambiar cuando ya no gobierne este hombre enloquecido de poder, enceguecido por una “gloria” muy personal y primitiva. Uno los ve allí, uniformados de rojo incendiario, muchas veces aplaudiendo resueltamente, como si los impulsara el ritmo de la voz, o alguno estuviera allí, como coordinador de espectáculos, marcándoles lo que tienen que hacer. Eso da dolor.

Cuando Chávez busca la palabra para descalificar a Uribe, por ejemplo, y por fin suelta el “desgraciado eso es lo que tú eres, un desgraciado”, sus seguidores aplauden rabiosamente. Cuando él ordena a sus militares “echar gas del bueno” a los muchachos universitarios, sus acólitos vitorean con frenesí, sin pensar por un segundo lo pernicioso y hasta lo traicionero del discurso. No razonan que es a muchachos, como ellos, a los que se embiste en esa arremetida feroz. Debería haber todavía algo de solidaridad humana, de exigencia íntima moral ante la incitación al odio.

Eso es lo que va a costar más trabajo desmontar. El odio, la venganza y la corrupción de almas. Pero este país se ha rebelado otras veces ante la fatalidad de un destino miserable y empobrecido de valores, y volveremos a lograr que los depredadores de principios se intoxiquen con su propio veneno. Este año 2010 luce distinto. Uno siente como si todos los que han sufrido estas vilezas de la barbarie estuvieran calladamente esperando su momento. Hilando la gran emboscada democrática.

¡Qué sigan violando la constitución!, ¡qué cambien las reglas electorales!, ¡qué violenten la libertad de expresión! Éste no es un pueblo pendejo ni de avestruces. Ante la sed obligada, la oscuridad cómplice de muerte y terror, las mentiras y amenazas, humillaciones y bufones: este pueblo reaccionará. El venezolano siempre ha luchado por la libertad, esto no es un planeta extraño de robots y miserias que descubrió un soldadito oscuro enamorado del poder. Estamos mucho más cerca, y bajo todas estas embestidas inmerecidas y sangrientas, la gran mayoría que conforma al “bravo pueblo”, sabe lo que hay que hacer.

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