Opinión Nacional

No hay Dios sin tierra prometida

Lo que estamos presenciando en las calles de Venezuela no es otra cosa que el Espíritu de Dios obrando en el espíritu de nuestros jóvenes estudiantes, insuflándoles las fuerzas y el valor necesarios para que le pongan un detente al régimen delincuencial que nos desgobierna desde 1999 y quien es el principal responsable de todas las tropelías y de los crímenes (200.000) que a diario se cometen en nuestro suelo patrio y que hacen imposible la vida en sociedad.

La Biblia relata en las crónicas de guerra del pueblo hebreo, para ser más exactos, en el libro de los jueces capitulo noveno, que en la Israel del siglo X antes de Cristo, se levantó en armas un ilegitimo gobernante llamado Abimelec, que le cerró el paso a los verdaderos herederos al poder del gran juez y guerrero Gedeón. Este individuo Abimelec, también hijo de Gedeón en una mujer pagana, obtuvo el apoyo de los parientes de su madre y sustrajeron dineros del templo de su dios Baal, con el que compró voluntades y contrató matones a sueldo para asesinar a los que se le interpusieran en su camino. La historia comienza con setenta (70) homicidios a quema ropa, el mismo día y en el mismo lugar contra los legítimos herederos de Gedeón. Algo tan cruento como la masacre del 11 de abril del 2002 frente a Miraflores, en Puente Llaguno y El Calvario, que fue cuando el difunto “Águila Uno” inaugura el terrorismo de estado en Venezuela. Parece ser Abimelec también pretendió imponer en Israel un modelo de gobierno basado en el odio, el engaño, el fracaso, y la pobreza material y espiritual sobre sus gobernados. Después de una larga trama de abusos y violencias ejecutadas por Abimelec contra los israelitas, el capítulo concluye con la muerte de éste a manos de una mujer del pueblo que, acorralada por los paramilitares del indeseable gobernante, le arrojó una piedra de molino desde las alturas del edificio donde se refugiaron los guarimberos, la cual fue a dar en la testa de ese reyezuelo. Finalmente, Dios sentencia a muerte no solo al gobernante usurpador, sino a juicio a los que le acompañaron en sus tropelías. Dice textualmente la Biblia, que Dios puso espíritu de valor en el pueblo para combatir a Abimelec, y que envió maldición sobre todos los que le apoyaron en sus crímenes. Cualquier parecido con lo que está ocurriendo en este momento y está por acontecer en Venezuela en los próximos días, no es una mera coincidencia, ya que la justicia de Dios se eterniza en el tiempo por intermedio de los justos u hombres y mujeres de bien o de buena voluntad en esta tierra.

Para que los venezolanos evitemos tener que sufrir el eterno exilio que por siglos tuvieron que padecer los judíos y/o israelitas, debemos mantener encendida la llama del valor en las mentes y corazones de nuestros jóvenes estudiantes y de la sociedad venezolana en general, a través de nuestras oraciones, que es el único combustible que alimenta nuestras almas y que nos permite elevarnos hasta el trono del Altísimo para abogar por justicia y demandar por la sangre de los inocentes caídos durante estos siniestros quince años de desgobierno.

 

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