Opinión Nacional

No se preocupe, demonstratum est

Otra cadena. Ya casi se puede hablar de “la diaria”. Aunque se supone que se hagan sólo en ocasión de difundir información de “interés nacional”, el Presidente parece incapaz de concebir que algo de lo que él hace no cumpla con esa condición. Y no existe ningún funcionario “competente” a quien acudir para que lo haga entender. En Venezuela parece que al menos un 90% (siendo generoso) de los funcionarios competentes son absolutamente incompetentes. Es decir, quienes están encargados de algo son incapaces de hacerlo. La ineptitud es una de las características definitorias del régimen. Además, claro está, del abuso y del descaro.

A diferencia de algunos de mis amigos no afectos al gobierno, yo no veo las cadenas. El cuento de que “a lo mejor dice algo interesante” dejé de creerlo hace tiempo. Opino que nadie tiene tantas cosas interesantes o importantes que decir como para necesitar entre tres y seis horas para decirlas. Y menos si lo hace cuatro o cinco veces por semana. Y si mi convicción al respecto flaqueara en algún momento, me bastaría con ver cualquier mínimo segmento de una alocución presidencial para ratificarla. El Presidente desperdicia el tiempo televisivo con la misma soltura con que derrocha el dinero de la Nación. Usa las cadenas para decretar la “realidad” que el país se debe imaginar, para negar los habituales errores garrafales de su gobierno o, cuando la cosa es muy difícil de ignorar, para echarle la culpa del problema a alguno de sus chivitos expiatorios. El hombre que en 1992 fue aclamado por “asumir su responsabilidad”, 40 kilos más tarde se niega a ser responsable de nada. El viaducto se deterioró porque fue hecho en la “Cuarta República” y porque la oposición así lo deseó. Quizás algunos altos jerarcas de la Iglesia usaron sus contactos para acelerar los embates de la Naturaleza. A las mismas razones habrá que atribuir que tampoco se considere responsable del resto del desastre en que ha dejado que se convierta la República (otros 48 puentes están caídos actualmente, por mencionar algo). Aparte del nuevo nombre, y del caos generalizado, prácticamente nada de lo bueno que existe en Venezuela es atribuible a su gobierno.

Me resulta ridículo oír al Presidente decir que tiene “infiltrados a los empleados de la Embajada de Estados Unidos”, o soltar frases sobre “la máxima eficiencia en la utilización de los recursos”. En el primer caso porque recuerdo qué pasó la vez anterior que anunció una infiltración “hasta los tuétanos”, y en el segundo porque son innumerables las pruebas de que hasta el significado del término “eficiencia” le resulta esquivo. Basta observar que no sólo son incapaces de conseguir los resultados que se esperan (y se consiguieron) hasta en las administraciones más ineptas. También son incompetentes para la mayor parte de los resultados que benefician a su propio movimiento. Con las excepciones de las listas de Tascón y Maisanta y el “apartheid” en contra de los empleados de PDVSA (sin trabajo ni viviendas, sin prestaciones, sin sus fondos de la Caja de Ahorros y vetados de cualquier empleo en empresa públicas o que hagan negocios con el Estado), la avalancha de experiencias como el Comando Ayacucho, la credibilidad del CNE y el reciente “parlamentarismo de calle” desequilibran la balanza hacia el indicador de los fracasos.

Un ejemplo fresco y digno de destacar es el intento por demostrar la independencia de la Judicatura. Cuando el propio Alcalde Mayor decidió encabezar invasiones a la propiedad privada, atropellando todos los procedimientos establecidos, el Presidente del Tribunal Supremo de Justicia, el mismo organismo que puede tomarse muchos meses para admitir un amparo al que debe responder en un máximo tres días, inmediatamente salió declarando, sin previa interposición de recurso, que eso no era invadir. Igualmente diligente se mostró al descartar que la censura previa solicitada por el Fiscal General, y expeditamente concedida por un solícito juez, fuera censura previa. Por si aún se necesitaran mas pruebas para destacar el grado de independencia del poder que encabeza, el Magistrado dio un discurso en el cual usó terminología de la mercadotecnia chavista y al final fue premiado con gritos de “¡U. A. Chávez no se va!” por los independientes jueces y fiscales presentes. Según él, el coro “no significa que el poder judicial sea afecto al gobierno ni a la oposición.” A la oposición claro está que no; hubieran gritado “¡U. E. Ya se fue una vez!”
En fin, una vez demostrado tan fehacientemente el nivel de autonomía del Nuevo Poder Judicial, el Magistrado Mora podrá dedicarse a las otras tareas que le competen, con la misma competencia.

Postdata: Considerando que éste es un año electoral y que los abusos de encadenamiento van a aumentar sin que ninguno de los “autónomos” poderes estatales se moleste en impedirlo, sugiero que los diarios publiquen una sección con todos los datos que radiografían la esmirriada y tísica gestión gubernamental para leerla durante las cadenas. Mientras el televisor está apagado.

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