Opinión Nacional

¿Nos espera algo peor que esto?

Un oficial activo de las Fuerzas Armadas se nos acerca al sitio de venta de nuestro más reciente libro para que se lo dediquemos. Y al entrar en conversación señaló que el material titulado El 11A-02: Yo lo vi llorar. Habla el Capitán Otto Gebauer, el hijo de Dalile, que ya había leído por el préstamo que le hizo un colega, le interesa mucho a los miembros de la institución porque contiene elementos para el debate sobre la situación del país y, en particular, de la institución de las armas al momento de la crisis del año 02 y en la actualidad, cuando ya está claramente establecido su sustitución por la llamada Milicia Bolivariana y Socialista del siglo XXI.

Manifestó su acuerdo en que hay que luchar por salvar su institución y al propio país pero observó que eso no se puede hacer a nivel individual, porque simplemente le quitarían todo tipo de cargo y lo mandarían para su casa, como han hecho con muchos, ni contar con lo que hasta ahora se ha presentado como la oposición, que ha ido de negociación en negociación.

Le respondimos que lo planteado daba una clara medida de que nos espera una situación cada vez peor, y que como nada se gana con acciones individuales se impone continuar en el ejercicio de la carrera y prepararse para eventuales situaciones emparentadas con las luchas por la conquista de la democracia en este ex país.

El militar se mostró pesimista porque en su opinión el proceso miliciano está muy adelantado y hasta ahora no ha habido ni voces que se levanten a enfrentarlo en forma decidida. La propia oposición no advierte que los controles de Venezuela están cada día más en manos de la pandilla que ejerce la dictadura que llaman revolucionaria en Cuba.

Cuando se cortó la conversación por la llegada de otras personas, en busca del libro que las Distribuidoras no se han dignado a aceptar para dar una muestra irrefutable del miedo-temor que se ha convertido en la máxima institución de control, el interlocutor había planteado una pregunta con base a algo que habíamos dicho: Entonces profesor, ¿usted cree que este mal irá irremisiblemente a lo peor? ¿No ve usted una salida en el corto o mediano plazo a esta profunda crisis? ¿Hay algo que podamos rescatar de este tiempo de confrontación, polarización y angustias? Ahora le respondo.

Reiteramos que esto que muchos llaman la gran pesadilla que vive este ex país, apenas comienza y el despertar aún no se vislumbra. Por ello ahora es cuando nos falta por ver.

A esto hay que agregar que el régimen cuenta con apoyo hasta de las filas supuestamente opositoras, que insisten en considerarlo como democrático y, en consecuencia, con disposición a montar eventos electorales que le puedan conducir a la derrota. Hemos sostenido que aquí no hay salida electoral porque el aparato respectivo está totalmente secuestrado y que en el mismo está montada toda una maquinaria de fraude-trampa.

Esto significa que a esta hora crece la convicción a nivel social que la salida a nuestros males no está en manos de quienes ahora ejercen el mando-poder ni tampoco en quienes lo ejercieron en los llamados 40 años de democracia. Y esto nos mantiene exactamente encerrados en el círculo. ¿Cómo romperlo?

Este es el gran reto que recae sobre el colectivo: echar las bases y fundamentos para marcarle un deslinde a la vieja historia, al modelo 1830 aún vigente, y poner a andar nuevos tiempos y realidades, con nuevos actores que se afianzarán en la fuerza-idea-poder del colectivo y no en el credo liberal-positivista. Y es el mayor aporte que, paradójicamente, nos lega este tiempo de tanto hundimiento y destrucción.

Sólo así se podrá avanzar en la tarea de enfrentar un poder que, si no se puede calificar de consolidado, goza hoy de la estabilidad que le proporciona el apoyo de las fuerzas supuestamente contrarias, que al parecer no logran advertir que estamos ante un régimen autoritario, autocrático-personalista de clara conexión con el modelo totalitario, que utiliza ‘formas democráticas’ sólo para mitigar el impacto de sus acciones y el apoyo que adquiere vía tarifa en lo nacional e internacional para expandir sus ‘grandes logros’.

Una acción colectiva que ponga de manifiesto la enorme fuerza de que dispone esta sociedad para encontrar un nuevo camino de realización y que se disponga a luchar de manera unitaria por un objetivo. Y para ello su arma fundamental es estar relacionada con la toma de los espacios públicos para denunciar a un régimen que a diez años de ejercicio produce la crisis de mayor profundidad que conoce este ex-país.

Un colectivo que ya ha hecho gala de la fuerza-calle, en términos de la búsqueda de la verdadera democracia, como en los años 01-03. Nos espera una situación mucho más grave y difícil, pero los tiempos que vendrán serán el inicio de una verdadera nueva historia.

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