Opinión Nacional

Nos queda el buen gusto

Un apartamento que costó 500 mil bolívares, alcanzó los cien millones y hoy está rozando un mil millones redondos a bolívares viejos.

El carro modesto al precio de cinco millones hace un poco más de diez años, pasa hoy de largo los cien millones. Un almuercito en un restaurante popular, Bs. F 75. Una corta carrera de taxi está a Bs. 22, veintidós mil, léase bien. Y el Metro no funciona…

Estudios, comida, vivienda, vestido, todas necesidades básicas del hombre se pusieron inalcanzables para Raimundo y todo el mundo. El corte y costura ha de estar regresando al hábito de las señoras amas de casa y de las chamas que quieran vestir bien.

Para caballeros un par de zapatos de dudosa calidad no baja de los 400 mil, si quiere unos buenos zapatos de vestir, no por lujo, sino para que duren y se sienta la satisfacción de que es un dinero bien invertido, el precio anda por los 800 mil, casi el millón. ¡Casi el millón de bolívares un par de zapatos! Uno solamente. Un libro de mediano formato y reciente edición no baja de los 80 y pasa de 175 mil bolívares. Ni hablar de los precios de las medicinas.

Y trabajo no hay, mientras las pensiones continúan congeladas y un sueldo de cuatro millones se convirtió en salario de peluquera mal pagada y no alcanza para la vida de una persona que no posea vivienda, pues el alquiler de un anexo está a 3 millones de bolívares promedio y una habitación en un millón y más, incluso en la principal de Catia. La explicación es sencilla, la cesta básica familiar llegó en julio de 2009 a los tres millones 856 mil.

El deseo que por naturaleza antropológica todos llevamos en el pecho de ganar dinero no sólo para vivir mejor, sino para darle apoyo al hermano que atraviesa dificultades económicas o a la madre que nos parió, se nos quiere borrar del pensamiento.

Ahora todos somos pobres. ¡Bien bueno…! Mi hermano que tuvo recursos ahora es más pobre que yo… Ese es el punto de vista del diablo.

El natural deseo de distinción sin lujos ni excesos ha pretendido eliminarse de las costumbres del venezolano, mientras el grupito en el poder derrocha a manos llenas y se da la gran vida con dinero del Estado y de los pobres.

Le queda a la gente, a Dios gracias, el buen gusto y la capacidad selectiva, que no es expropiable ni se consigue con más dinero en el bolsillo. Aparte de que nos sirve para elegir.

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