Opinión Nacional

Nosotros, el problema

Uno de los problemas más grandes que tiene la humanidad son los medios de Comunicación Social, según nuestro Presidente Chávez, con quién concuerdo, por primera vez en años. ( 1)

Yo entiendo lo que le cuesta aceptar lo pavoso que es. Y que su problema central hoy sea no solo ser pavoso, feo, maloliente o rico, sino que todo el mundo lo sepa y lo comente.

Quiero decir, que de lo que haga estará consciente y se enterará no solo la vecinita de enfrente o los ministros de su gabinete, sino todo el mundo, que lo discutirá, desde Miami a Buenos Aires, pasando por Elorza, Brasilia, Montevideo y Tarija. Sí, tiene razón. Gracias a expresos culpables: los reporteros de los periódicos, la televisión, la radio, internet (YouTube), etc y los aficionados al periodismo que se suman con cada cámara pegada a un teléfono.

¿Quién tiene la culpa de su problema? Los periodistas. No las empresas. Son los tipos (y tipas) que se encargan de averiguar, porque les pica por todos lados, no saber.

El Presidente tiene razón al enfocar al enemigo: su problema principal, es el enfrentamiento con personas entrenadas para localizar como perros perdigueros los olores podridos que deja su poder.

Sus partidarios han demostrado la voluntad de enfrentar al enemigo. Toda la semana antes de que reventara el affaire del maletín que llevaba 800.000 USdólares a Buenos Aires, vinculados peligrosamente con su gobierno, estaba prendido un peo en Caracas porque un ex adlátere suyo se ofendió y denunció una cantidad de casos de corrupción en Pdvsa, la petrolera estatal. El padre Palmar, a quién le atacaron una monja amiga, hace algunas horas, sufre los rigores de los métodos fascistas del oficialismo que apoya. Quien recibió la denuncia, un viejo conocido suyo, Luis Tascón, aprovecha los hilos oscuros del caso Reporte para enredarlos en los cuellos de los periodistas que hemos recibido los beneficios de los intercambios culturales con los Estados Unidos, desde hace 30 años, trayendo a su molino a la encantadora Eva Gollinger.

Mientras, la vicepresidenta de la Asamblea Nacional, Desirée Santos, una ex reportera que conoce los peligros de la sobreexposición mediática, intenta cortarle las alas a Tascón y a Gollinger porque le aterra lo que puedan decir en cámara, multiplicado por 33, los periodistas acusados de colaboracionistas con el adorable, sabroso y cómodo imperialismo, de quiénes no solamente han disfrutado los indiciados, sino toneladas de chavistas, envueltos peligrosamente en la miel del imperio.

Igualarían la ejecutoria del gobierno del presidente Chávez con uno de los episodios mas incómodos de la historia de los Estados Unidos. Déjenme decirles un secreto. MacCarthy, el senador mas oscuro de la historia parlamentaria del imperio norteamericano, se parece en género, número y caso a Tascón por un asunto de olfato. Tascón y MacCarthy huelen al divergente y lo identifican con la mierda. A MacCarthy le hubiera encantado listar y poner bajo su poder, no solamente a los actores, periodistas, escritores (en general los intelectuales) sino al pueblo norteamericano todo. Y eso fue lo que logró su epónimo tachirense en Venezuela, sin querer queriendo. ¿Increíble, no?

Bien. Hoy, están mano a mano, contando aún con las diferencias de escala entre los dos países. Tascón debe sentirse feliz: aunque los poderes internos de la Asamblea Nacional le nieguen la realización total del sueño macartista que lleva por dentro, tiene el poder suficiente para acusar, convocar, amenazar y molestar a centenares de personas. El sueño de todo fascista. ¿Qué tenemos en mano?

Diversas corrientes políticas, donde se pone de bulto una gruesa verdad. Contra un gobierno exitoso y socialista, los enemigos no son los políticos, sino los comunicadores. Periodistas, aficionados, amas de casa o quiénes sean.

Los comunicadores del lado del gobierno lo saben. Su objetivo es eliminar cualquier información, pensamiento y expresión libre, sobre todo la más peligrosa, la que se transmite en vivo y directo por radio y televisión. Eso quiere decir que, luego que tenemos copados los poderes públicos con la penetración socialista, a quiénes escribimos en los pocos medios que quedan con acceso a nuestras ideas, tenemos tiempo contado. Y que hay dos caminos: callarse y hacerse el loco con el caso del maletín, con el de los periodistas denunciados por la esbirro Gollinger, con la corrupción en PDVSA, con las casas que nunca llegan a la gente y con nuestra miseria estadística disfrazada de bienestar, o ponerse al lado de la golilla. Aprovecha la piñata(2) y cállate, es el lema de nuestros buenos amigos de los medios gubernamentales que nos recomiendan el silencio.

Lo que me gusta, es que aunque nosotros claudiquemos, nos hagamos los locos, quedarán aún “ene” personas armadas con teléfonos celulares, computadoras, teléfonos y televisores para inventar la última: convertirse en la vieja figura del periodista desaparecido para seguir cumpliendo una voluntad humana: conocer y decir lo que nos de la gana.

Somos insumergibles.

Es verdad, Presidente. Nosotros somos el problema.

Notas
(1) Chávez en Uruguay dijo que: “Uno de los problemas más grandes que tiene la humanidad son los medios de Comunicación Social”, al referirse a la noticia sobre la detención de un venezolano en el aeroparque Buenos Aires por cargar una maleta con 800 mil dólares en efectivo. Fue, según el, “una noticia que dio la vuelta al mundo, que reseñaron los medios privados de Venezuela manejados por la oligarquía, sin tener ni un nombre. Bueno, parece que ya lo hay, que es un empresario”.

Se preguntó “cuántas personas son detenidas en los aeropuertos del mundo por cargar dólares falsos, droga (…) ¿de dónde sacan que era alguien de mi delegación? Ah, porque alguien dijo. Y dónde está la ética de verificar verdades antes de decir. Todo eso es planificado”

(2) Las piñatas no existen nada más en Venezuela: La “piñata” sandinista, se llamó a (…) la gigantesca apropiación abusiva de propiedades y bienes ajenos —pertenecientes al Estado y a muchísimas personas particulares— que hiciera el FSLN después que perdió las elecciones del 25 de febrero de 1990 y de que se viera obligado a entregar el Gobierno, el 25 de abril del mismo año.

(…)La justificación que dieron los sandinistas a la “piñata” fue que se trataba de una obra de “justicia social”, para favorecer con viviendas, terrenos urbanos, propiedades agrarias y diversos otros bienes, a miles de familias humildes de Nicaragua que habían apoyado la revolución; pero también para “compensar” a los combatientes sandinistas que arriesgaron la vida en la clandestinidad y la lucha armada contra el somocismo, pues, como dijera el general sandinista ahora retirado, Humberto Ortega, no podían bajar del poder en bicicleta.

En realidad, el aspecto más significativo de la “piñata” sandinista no fue la repartición de viviendas y lotes urbanos populares, sino el descomunal enriquecimiento de un reducido número de personas —que ahora son dueños de toda clase de empresas industriales, agrarias y de servicios, lo mismo que de bienes artísticos y culturales, inclusive de carácter religioso, que “desaparecieron” de templos y museos— que forman la nueva oligarquía sandinista cuya riqueza como grupo económico se estima que es la segunda o tercera del país.(…)
La Prensa. Managua, Nicaragua.

(%=Link(«http://www-ni.laprensa.com.ni/archivo/2005/abril/07/editorial/»,»http://www-ni.laprensa.com.ni/archivo/2005/abril/07/editorial/»)%)
Cualquier parecido no es pura coincidencia.

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