Opinión Nacional

Nosotros la sociedad mística

Se habrá advertido que Venezuela es un país en el cual la idea de Nietzsche sobre el eterno retorno es una realidad histórica. El caudillo, el dictador, el militar siempre ha sido un componente de nuestra esencia política, así como el populismo, el clientelismo político,  la ineficacia burocrática, el petróleo salvando a la patria y un pueblo “víctima” que siempre se queja. Todo se entremezcla para formar la creación reptante que es el imaginario político venezolano: el Estado y la República.

Por ello, la concepción del tiempo en nuestro país difícilmente será lineal. ¿Cómo podemos entender que el tiempo avanza cuando todo parece una desidia permanente? La rueda de Ixión por nuestra soberbia tropical, dónde el país es de los vivos y del que sabe como mejor disimular. Aquí el tiempo sufre una metamorfosis circular, donde la concepción de tiempo que avanza es un lujo de países desarrollados. El progreso es ajeno, porque sufrimos una nostalgia permanente como si el tiempo nos hubiese olvidado.

El misticismo y lo divino forman parte de la cultura venezolana. La razón se ve fatalmente derrotada frente a la fantasía y  las ensoñaciones oficiales. La educación está diseñada para inculcarnos que somos el pueblo mítico de Bolívar, siempre listos para liberar nuevamente a la América Latina. Nos programan para adorar la servidumbre bajo las enseñanzas de aquel fantástico petróleo: un condicionamiento psicológico para confiar en la riqueza infinita de la tierra profunda y mística. Se nos alimenta la mentira, el mito, la ilusión falsa.

Entonces, ¿Será que somos primitivos? Todo depende de si entendemos el tiempo como un correr lineal o circular. Polibio entendía el ciclo político de manera circular, donde la idea de progreso es inexistente. Por otro lado, Marx entendía el tiempo de manera lineal al plantear que el comunismo y la desaparición del Estado era el non plus ultra de la evolución política, es decir, se cree en la supuesta idea de progreso en el hombre.

Frazer opinaría que si somos primitivos, ya que a causa de nuestra errónea concepción de la causalidad creemos aun en el misticismo del Estado socialista omnipotente, esta es  la actitud del hombre más antigua ante la realidad, aquella que evita la concepción del individuo y su responsabilidad personal y la transmite a un ente mentado superior. Esta concepción medieval fue combatida por la Ilustración hasta su derrocamiento. Si bien esta creencia en la cual se cree al Estado infalible ha disminuido actualmente, aun se sigue creyendo en los liderazgos mesiánicos, en las salvaciones divinas que provienen de un atentado contra la razón, es decir, aun existen nostalgias medievales.

Octavio Paz refuta la idea de sociedades primitivas, ya que dice que la petrificación social es una fase común a todo agregado de individuos. No se hace distinción entre pasado, presente y futuro, sino se utiliza la concepción de cada momento como eternidad en sí mismo.  Argumento peligroso, ya que se puede caer en ingenierías sociales utopías típicas de regímenes totalitarios donde se cree en lo absoluto de la solución, como argumentaba Popper, pero que solo sirven para conservar el status quo.

La tensión entre status quo y progreso siempre han representado dos maneras de concebir el poder político. Platón concebía a la sociedad en castas, las cuales estaban destinadas a ser por siempre, es decir, la sociedad debía de ser rígida.

Esto es lo que quiere el gobierno en este momento: conservar el  status quo en el cual la libertad es prácticamente inexistente y los privilegios solo quedan entre un reducido grupo que retiene el poder. Por otro lado, Capriles con su idea de progreso acoge la idea de la ingeniería social de carácter gradual, la cual es utilizada por las democracias liberales. Aquí se plantea la idea de solventar los padecimientos del ser humano gradualmente a través de la razón y la ciencia. Una solución continua de los problemas más relevantes y concretos de una sociedad.

Quedará de parte de la sociedad venezolana determinar si es primitiva o no, si cree que el tiempo es lineal, creyendo en la idea de progreso, o determinándose a la rueda de Ixión, a la petrificación de la sociedad y la pérdida de la libertad bajo el determinismo que impone una sociedad rígida bajo el poder autoritario de los que proponen soluciones absolutas y, por ende, utópicas.

 

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