Opinión Nacional

Notas para empinarse sobre la tragedia

Este país es un saco de gatos. Anarquía, abuso, destrucción, sangre, violencia, represión, extremismos, impudicia, desorden y disolución, se mezclan en un cocktail donde quizás la palabra comienza a perder sentido para ser sustituida definitivamente por el tronar de las armas. Sólo ver el hermoso rostro de Flavia me hace repetirme, una y otra vez, “mantén la palabra aunque el ruido ensordecedor de la muerte trate de taparla”. Ella tenía vocación política, militaba en “Primero Justicia”, había escogido el periodismo como carrera, era una ciudadana en ejercicio, una venezolana de estos tiempos oscuros pero en los cuales, desde su primorosa juventud y belleza, participaba, actuaba, se integraba a una posibilidad de redención. Le dedico mi artículo sin involucrarla en mis opiniones, sólo para decirle que ver su rostro ha vencido mi profunda rabia de callarme, de declararme en silencio y no tratar de oponer más la palabra a la tragedia.

Extremistas

Nadie con un mínimo de seriedad puede salir a decir que va a impedir la realización del referéndum del 2 de diciembre, porque ni siquiera con un aparato armado podría lograrlo. Eso es extremismo, aventurerismo, infantilismo de derecha. Los extremismos son detestables, despreciables, condenables. Está, por si fuera poco, la extrema sifrina, subespecie de la extrema derecha, que al parecer vive con los dedos sobre los teclados de las computadoras llenando de excrecencias los llamados foros de algunas páginas web y prostituyendo la amplia posibilidad de expresión que Internet ha suministrado.

La rabia se contiene y se actúa con la cabeza fresca. Sobre todo ante la locura. Y lo que hemos visto es locura. Una locura con visos de ridiculez. Debemos prepararnos para la guerra con bebidas energizantes, linternas, barras de chocolate y caramelos (hasta aquí, porque Globovisión, con prudencia y sentido, cortó la transmisión). Debemos matarnos, debemos ir a la marcha sin retorno. ¿La esquizofrenia se abate sobre el país? He dicho que no soy un pacifista ni un comeflor, pero este acto delirante de la avenida Victoria es demasiado, un demasiado intolerable. Henry Ramos Allup ha hablado como el peor de los tirapiedras, como un desquiciado que sepulta para siempre a Acción Democrática. Lo de Escarrá no tiene nombre. ¿Cómo es posible que dirigentes de otras estaturas y tallas caigan bajo la influencia de este malévolo y le sigan fielmente en la mejor justificación que se le ha dado al gobierno en sus afirmaciones de oposición antidemocrática y golpista?

Hay que protestar, hay que salir a la calle, pero hay que diferenciarse de esta extrema derecha belicista, de esta extrema derecha enloquecida, de estos ridículos que nos han dado el peor espectáculo que mis ojos han visto desde que tuve lucidez para la vida pública. Esto es intolerable. El país debe reaccionar con energía para condenar este llamado hecho por un Mambrú delirante. El país debe rechazar los extremismos, tanto el de una Asamblea Nacional servil y el de un gobierno desbocado, como el de un demente que ocupa la plaza pública en un delirio psicopático.

La extrema derecha procede como si se tratara de convocar a una reunión de condominio. Si en la primera convocatoria no podemos lograr el objetivo convocamos otra para el 26 que será la definitiva, la sin retorno. Falta que pongan avisos en la prensa y paguen cuñas de televisión anunciando el día en que van a tumbar el gobierno

¿Quién canta más bonito el himno? ¿Se nos presentará Escarrá con sombrero de charro

a imitar al presidente-cantante?

Respuesta del presidente: Cursi, ridícula, estereotipada, antihistórica. En fin, una superior habladera de pendejadas. Chávez no es más que un hablador de pendejadas. No sabe decir otra cosa que pendejadas. Hemos escuchado a algo muy distante de un Jefe de Estado, hemos escuchado a un vulgar jefe de montoneras, a un caudillo menor dirigiéndose a su tropa de guerrilleros. Lo ha demostrado con su miserable discurso. Demagogo, embustero, insufrible caudillo de la demagogia. ¿Cómo es posible que los venezolanos se calen a este hombre?

¿Liderazgo?

Un líderazgo se empina por encima de las circunstancias adversas. Un líderazgo no vacila cuando está convencido de tener la razón. Un liderazgo no manguarea a la hora de enfrentar las decisiones. Un líderazgo no es uno vacilante que aplaza la toma de una posición o esconde su propio criterio para evitar contraponerse a lo que supuestamente sus dirigidos acogen. Eso no es un líderazgo, es un grupo que se adapta para mantener su condición, para seguir medrando de su condición de tal. Los llamados a tomar la posición correcta frente a las graves decisiones que tenemos por delante han sido tímidos, flojos, tibios, vacilantes. Un líder ofrece lo único que puede ofrecer, sin engaños ni edulcoramientos.

El líderazgo que no es tal auspicia las divisiones, siembra el desconcierto, permite al adversario la victoria. Un líderazgo no marcha detrás de las vacilaciones de su pueblo. Un líderazgo se pone delante y le impide la marcha por el camino incorrecto aunque se ponga en riesgo, ejerce de barrera de contención y empinado desde su estatura moral señala el camino que cree correcto. Eso es un líderazgo, uno que corre los riesgos más grandes y profundos. Un líderazgo no es el que trata de taparear las circunstancias, que trata de encontrar finas argucias para decir que el dilema es superable sin tomar decisiones o plantearnos a la ligera que después que se suceda el suceso nos sumaremos para lamernos las heridas. Un líderazgo no evade el conflicto de opiniones y de caminos enfrentados. Un líderazgo tiene los atributos viriles, o femeninos, en su sitio para imponer una decisión tajante, para cortar de tajo el nudo gordiano de las vacilaciones. Quienes no actúan así no son líderes, sino concertistas de segunda de una evasión irresponsable. He oído a Omar Barboza, flamante presidente de Un Nuevo Tiempo, hablar como una monja de clausura, como si estuviera haciendo una alocución rutinaria de oposición a un gobierno democrático. Es evidente que nadie consigue el tono, o es un extremista esquizofrénico o un pudibundo sin remedio.

La vacilación nos pierde. La vacilación no puede engendrarse o crecer desde la teatralidad de la presidenta del CNE que alega que el Poder Electoral ha sido burlado en su buena fe; señora presidenta: somos los ciudadanos los que hemos sido burlados en nuestra buena fe por el Poder Electoral, el mismo que aplazó por un año el referéndum revocatorio contra el presidente y hoy alega que no puede aplazar un par de meses un proceso donde nos jugamos todo. La vacilación no puede engendrarse en un Ministro del Interior que felicita a las fuerzas armadas y policiales por su “patriótico” comportamiento, mientras vemos las escenas de la paliza al joven Henry Vivas o la frente partida de un muchacho por efecto de la “ballena” que no se detuvo; hasta el tanque de la Plaza de Tiananmen frenó cuando un heroico joven chino fue capaz de desviar el avance de una columna de blindados.

No, no podemos alimentar nuestras vacilaciones en la teatralidad e impudicia del poder. No podemos permitir que nos impongan la “cultura” del desvarío. No podemos amoldar nuestras decisiones a las declaraciones oficialistas descabelladas. Tomamos nuestras propias decisiones con la cabeza fresca, el mentón apretado de la rabia bajo control, pero nuestras propias decisiones frías con nuestro propio criterio, o nos convertimos en unos borregos que bailan al son de la música que le ponen estos estrafalarios músicos desafinados que tocan con la partitura del abuso y de la aberración.

Como no hay líderazgo que se empine, llamo a la nación a empinarse, a ejercer su propio líderazgo, a tomar las decisiones con la furia contenida de quien no pierde la cabeza, pero decide. Aún así, los que están convencidos de que no hay dilema falso, que calificarlo de tal es propio de los toreros, deben asumir su posición sin medias tintas. Párense frente al país y con cojones digan “por aquí vamos”, sin mediciones y artilugios. Sean líderes y dejen de mostrarse frente a los venezolanos como mojigatos. Por encima de todo, ejerza cada venezolano su propio liderazgo y vaya a votar y a derrotar la propuesta infame. Espero de mis conciudadanos la altura de comportamiento y de decisión de los grandes momentos de nuestra historia.

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