Opinión Nacional

Obama y la baba del petrotirano

Al fin se dio la tan esperada Cumbre de las Américas en Trinidad-Tobago, para la cual algunos habían augurado un enfrentamiento entre los gobiernos gorrones que hacen coro al de Venezuela y el de EEUU.

Sin embargo, el choque no se produjo y lo fundamental fue el encuentro-reconocimiento entre el nuevo presidente de EEUU y los 33 mandatarios del hemisferio, aunque Barack Obama ya había sostenido previamente reuniones con los presidentes de los 2 países más importantes del vecindario que tienen su lugar entre los grandes: Brasil y México.

El contenido del discurso de Obama fue el esperado, habida cuenta de sus pronunciamientos anteriores; nihil novum.

Allí reiteró lo dicho durante la campaña electoral, es decir, su disposición al diálogo constructivo entre las naciones, con base en los principios democráticos y el respeto mutuo entre los miembros de la comunidad internacional; un diálogo entre iguales, viendo el futuro y dejando atrás el pasado, sin arrogancia e imposiciones, y mucho menos, sin atribuir a otros los males cuyas causas son más bien propias.

Por lo demás, de compromisos concretos sustanciales, no se puede mencionar ninguno; incluso, la declaración conjunta negociada ni siquiera fue firmada por las discrepancias manifestadas por unos pocos que siguen a pie juntillas lo que el dadivoso presidente de Venezuela ordena.

Así, la reunión Cumbre constituye un retroceso respecto de las anteriores, toda vez que en aquellas los aspectos, como el comercial, tenían importancia, y en momentos económicos tan difíciles como los presentes, pareciera absurdo no tratarlos. Es inconcebible, desde el punto de vista de los intereses de los 34 países, que todo haya girado alrededor del tema de recibir o no a Cuba en la comunidad hemisférica. Mayor desatino y extravío no puede haber; en esto se anotó un punto la junta de beneficencia ALBA.

Pero así están las cosas en nuestro hemisferio. Frente a la crisis de los esquemas de integración, que cada quien individualmente se resuelva como pueda, y es de esperar que los que saben pragmáticamente donde están sus intereses, hagan todo lo posible para preservarlos o potenciarlos por las vías bilaterales. Los que sigan persiguiendo utopías inalcanzables se rezagarán y sus pueblos serán las víctimas de estos delirios ideológicos.

Aparte de estos magros resultados, queda por comentar la notoria volubilidad de la conducta del presidente venezolano, que después de anunciar rayos y centellas, y haber preparado toda su artillería para dispararla en Puerto España contra el enemigo imperialista, se trocó en manso corderito, visiblemente embobado -“aguadito”, diría Freddy Ríos-, ante el señor Obama.

Al “pobre ignorante” de hace unos días, le pidió casi desesperadamente, cayéndosele la baba -requiebros incluidos- que fuera su amigo. Y no era para menos, si pensamos que estuvo bregando durante meses este encuentro, aunque fuera –¡Qué emoción¡- de sólo 1 minuto. Pero la ridícula performance no paró allí. En su acoso a Obama, no podía faltar una demostración de lo profundamente emocionado que estaba y para que se viera el frenesí que lo embargaba, le obsequió, cual cajita de bombones, un libro panfletario y demodé, que el homenajeado no podrá leer a menos que aprenda español.

De modo que la Cumbre de Trinidad quedará simplemente como una fiesta de presentación en sociedad del señor Obama, con regalo incluido, mientras la crisis financiera mundial sigue causando estragos y Venezuela sigue su senda a la tiranía.

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