Opinión Nacional

Oligarquía y poder

Bajo el término griego original, oligarquía significa el gobierno de “pocos”. Monarquía o autocracia es el gobierno de “una sola” persona, mientras que democracia es el gobierno de “muchos” o el pueblo. La autocracia y la oligarquía son formas de gobernar para los estrechos intereses de uno o unos pocos. Desde el siglo XX la oligarquía ha sido analizada más bien como un estilo de gobierno que como una clasificación de organización estatal.

Los estudios revelan que hay una tendencia muy arraigada para aquellos en el poder a desarrollar tendencias oligárquicas. Las razones centrales para esta propensión es que el poder extra que se deriva de la continuidad en el cargo y la habilidad que esto permite para manipular la información y los eventos en su propio interés (Edmond Ions, Universidad de Oxford). Por otra parte, Vilfredo Pareto, sociólogo y economista italiano, decía que la elite consiste en todos aquellos que tienen, tuvieron, o van a tener el poder. Incluso, grupos que se autodefinen como revolucionarios y logran acceder al poder, también los militares, forman parte de grupos oligárquicos, dominantes o elitescos.

Estos términos son con frecuencia usados en la discusión política diaria venezolana. En realidad, los verdaderos caminos para evitar la concentración de poder en un hombre o en un pequeño grupo, son dividir efectivamente los poderes públicos sobre la base de mandatos fuertes establecidos en instituciones democráticas y la democratización de la cultura (juegan un papel central los medios de comunicación), lo cual lleva elegir a quienes ejerzan el poder político por méritos, reduciendo la distancia artificial entre elites y masas. Esto le permite a la sociedad aprovechar el talento y el liderazgo proveniente de cualquier segmento social.

La versión del socialismo marxista más anticuado se centra en el conflicto de clases sociales y justifica la dictadura de un caudillo para la imposición de un proyecto socioeconómico socialista autoritario, comprobadamente fracasado en el siglo XX. Las comunidades son muy importantes para la organización social y política, pero plantear comunas como unidades económicas de producción en la Era del Conocimiento y de la economía global es un gigantesco error que solo busca concentrar el poder sin restricciones democráticas.

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