Opinión Nacional

Origen de los embustes del Vaticano 03

TODO SOBRE ADÁN Y EVA
Como Llegamos a Creer en Dioses, Demonios, Milagros y Ritos Mágicos

CAPÍTULO SEGUNDO

Los Dioses del Mundo: Una Mirada

Existe amplia evidencia de que la invención de dioses y espíritus resultó de la necesidad de los seres humanos de entender y controlar al mundo natural a medida que luchaban por sobrevivir.

Y si uno dudase de que los dioses fuesen sólo vuelos de la fantasía, la asombrosa variedad de seres que alcanzaron el estatus de dios podría ayudar a confirmar el caso.

En variadas configuraciones; los dioses estaban a mano para satisfacer cualquier necesidad posible. Existía un dios-sol para asegurar la luz, la calidez, y la energía. Un dios de la lluvia para proporcionar agua. Un dios de la fertilidad para asegurar la reproducción. Un dios del trueno para protegernos contra las tormentas. Una diosa del maíz para asegurar una cosecha abundante. Un dios de la guerra, para lograr la victoria sobre el enemigo. Y después que lo básico necesario para sobrevivir estaba cubierto, fueron añadidos otros dioses y espíritus deliberadamente o al azar; estos dioses secundarios a menudo estaban a cargo de las indulgencias, como el vino, el baile, y hasta el aprendizaje.

La geografía también influyó la invención de dioses. En los climas más cálidos siempre estaba presente un dios-sol; y en los climas tropicales un dios de la lluvia. Abundaban los dioses de las tormentas, reflejando el hecho de que el tiempo inclemente afectaba a cualquier parte del globo. En regiones fuertemente boscosas como el norte de Europa, las personas adoraban a los árboles. En áreas elevadas, las personas adoraban a las montañas como los hogares de los dioses, y las áreas costeras con toda certidumbre poseían un dios-mar.

Pocos; si es que alguno, de los dioses, era universal. La mayoría estaba confinada en áreas muy específicas y debían su lealtad a los pueblos de esas áreas. Un antiguo viajero hebreo podría llevar consigo una carreta tirada por bueyes llena de tierra hebrea para asegurarse de que su dios lo acompañase durante el viaje. Ciudades individuales tenían a menudo sus propios dioses; quizás con una cantidad de espíritus menores protegiendo las colinas y valles que las rodeaban. En Babilonia, bajo Nabucodonosor, la galería de dioses se hizo tan pesada que algunos sacerdotes trataron de reducir su cantidad sugiriendo que todos los dioses eran simplemente diferentes aspectos del mismo dios; Marduk [también conocido como Merodak y Baal Merodak]. Se esperaba que esto resultaría en un sistema más ordenado de adoración. Egipto y otras tierras también trataron de consolidar a sus deidades ocasionalmente; aunque sus intentos fueron a menudo torcidos por sacerdocios competitivos que tenían algo personal que perder en esos procedimientos.

Una vez que el mundo antiguo decidió que espíritus invisibles controlaban sus destinos; ellos fueron dejados con la tarea de visualizarlos.

En algunos casos; profetas reportaban haber visto a su dios y eran entonces capaces de describir a la aparición. De otra manera, sacerdotes y shamanes podían decidir sobre la apariencia de su dios y, debido a su invisible naturaleza, ellos disfrutaban de considerable discrecionalidad.

Como resultado, aparecieron diseños muy diferentes. Una gran cantidad de dioses antiguos eran dioses-bestias que poseían una combinación de características humanas y animales; una continuación de los totems de animales de anteriores tiempos.

El origen de los totems ha sido variadamente explicado por académicos; incluyendo a la hipótesis de Freud de que: “el tótem puede haber sido la primera forma del padre sustituto, y el dios una más tardía en la cual recobró su forma humana”

Si el origen del tótem era incierto; los dioses, de todas maneras, aparecieron con las características de animales que eran endémicas en el área y a menudo con su característica velocidad, fortaleza, o astucia. Así que dioses-cocodrilos fueron hallados en aguas tropicales; dioses-elefantes en la India; dioses-búfalos en las Grandes Praderas [estadounidenses]; dioses-delfines en la costa de Brasil; dioses-osos en el congelado norte; y dioses-jaguares en América Central y del Sur.

A los dioses a menudo se les dotaba con brazos, piernas o cabezas adicionales, para simbolizar sus poderes sobrehumanos. En el arte hindú, el poder del dios era indicado por brazos extras y su divina sabiduría por un tercer ojo en el centro de su frente. Algunos de los primeros cristianos representaron a su dios con tres cabezas [por lo del Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo], y el serafín cristiano [espíritu bienaventurado que forma parte del primer coro de ángeles conforme a la teología cristiana] fue caracterizado con seis alas cubiertas de ojos.

Entre los pueblos germánicos de la antigüedad, el dios Tor era mostrado como un gran gigante, y muchos dioses eslávicos tenían varias cabezas, algunas mirando al frente y; como precaución, otras mirando hacia atrás. El dios Rugievit tenía sólo una cabeza, pero siete rostros—y siete espadas colgando de su cinturón. Los dioses del Monte Olimpo, llamados los dioses homéricos, poseían apariencia humana, pero con la maravillosa capacidad de cambiar su tamaño o su forma a voluntad, y también no tenían edad y eran inmortales, cortesía del autor griego; Homero, quien fue la primera persona en describir a estos dioses a una interesada audiencia griega.

Cuando los poderes reproductivos de un dios debían ser representados, muchas religiones atendieron el asunto frontalmente. Los predecesores de los celtas usaron como símbolos a un venado macho, o a un dios con cornamenta de venado, con el falo erecto, llamado El Cornudo. Como dios de la reproducción, el dios indio Shiva tiene como su símbolo el falo que mantiene un estado de erección todo el tiempo.

Otras religiones también celebraban a sus dioses de la fertilidad con representaciones de un falo, como el dios egipcio Osiris y el dios griego Dionisio, cuyos falos eran prominentemente exhibidos en ritos orgiásticos. Y al igual que cabezas extras fueron usadas para simbolizar la gran inteligencia de los dioses, generosas proporciones fueron a menudo usadas para simbolizar los grandes poderes reproductores de los dioses.

La humanización de los dioses era evidente en toda cultura. Cuando se les confería una naturaleza humana, los dioses eran más fáciles de entender y más predecibles en su comportamiento. En consecuencia, en muchas partes del mundo, las estatuas de los dioses, eran bañadas, vestidas y alimentadas diariamente, como si fuesen humanos. Los dioses también fueron conocidos por bailar, amar, pelear, y algunas veces por extralimitarse con la bebida y la comida. Y muchas culturas vieron a los dioses como una familia con el padre a la cabeza, una figura maternal, y niños.

Sir James Frazer en su clásica obra; La Rama Dorada, nota que los altos dioses de Babilonia, se le aparecían a sus creyentes sólo en sueños y visiones; pero generalmente se creía que poseían formas y emociones humanas; y ciertamente eran humanos en cuanto a sus destinos. Los dioses babilonios “nacían en el mundo, y al igual que los hombres, amaban, peleaban y morían”.

Los dioses griegos; también, eran humanos, tanto en apariencia como en personalidad. En su mayor parte, ellos representaban ideales de belleza física; y aunque podían disgustarse, eran generalmente dioses amigables. Las personas estaban cómodas con imágenes de un dios que comía, bebía y compartía las mismas diversiones que ellas mismas. Hasta era posible reírse de los dioses. Edith Hamilton cita el ejemplo; de la época, de personas burlándose de Zeus tratando de ocultar sus amoríos con otras mujeres, pero inevitablemente siendo descubierto por su esposa Hera.

En la India, los dioses representaban la compleja naturaleza dual de los humanos. Shiva; por ejemplo, es el destructor, pero también el creador. En la Trimurti [en el tardío hinduismo, una trinidad consistente de Brahma; el creador, Vishnu; el preservador, y Shiva; el destructor] la bondad está mezclada con la maldad; una naturaleza guerrera, con un lado pacifista; y un extremo impulso sexual con una disposición a ser casto. Esta dualidad o pluralidad de naturalezas le hace fácil a los creyentes relacionarse con las deidades, porque la naturaleza humana, también posee sus muchas facetas.

Por supuesto; la humanización es evidente en la adoración de los antepasados. La adoración de los antepasados probablemente comenzó con el respeto hacia la autoridad debida a los padres y abuelos mientras estaban vivos. Después de su muerte, sus sobrevivientes pueden haber tenido sueños de los fallecidos e interpretaron esos sueños como habiendo visto o escuchado a los muertos. En ocasiones, el fallecido había alcanzado tal estatura mientras estuvo vivo que; además de la familia inmediata, el clan o la tribu adoraba a su espíritu y éste alcanzaría el estatus de los dioses.

La adoración de los antepasados era practicada por culturas tan diversas como los indios estadounidenses, los antiguos incas, y los antiguos hebreos; aunque quizás, no existe en el mundo tanta consideración y preocupación por los fallecidos, como en China y Japón, donde la adoración de los antepasados todavía es una parte importante de sus creencias religiosas. La adoración de los antepasados es frecuentemente hallada también entre las sociedades africanas:

Los africanos creen que los miembros fallecidos de la familia existen en un mundo espiritual y siguen manteniendo interés por las vidas de aquellos que siguen vivos. Ellos son considerados como una gran nube de testigos que vigilan al espectáculo de la vida. Más importantemente, se cree que los fallecidos son capaces de interferir en los asuntos de los vivos. Ellos pueden ayudar a una persona, familia, o a una nación entera, si lo desean. En consecuencia, los antepasados son consultados antes de una batalla; antes de una temporada de siembra, o antes del nacimiento de un niño.

El empuje de la adoración de los antepasados en África; sin embargo, no es el respeto y la reverencia, tanto como el asombro y el miedo. A pesar de las ofrendas y las plegarias, se cree que los antepasados son muy caprichosos y a menudo la causa de desastres naturales como sequías, hambrunas, terremotos, y hasta enfermedad y muerte. Así que, son los espíritus de los antepasados, en vez de los de la naturaleza, los que hacen cumplir la ética y los valores de la tribu.

Muchos pueblos antiguos creían que sus fallecidos antepasados se convertían en demonios; movidos por su rabia ante su muerte y su envidia ente aquellos que los habían sobrevivido. Como resultado, los miembros vivientes de la familia sentían hostilidad hacia los fallecidos. Freud reconoce estos factores y los añade a la ambivalencia de las emociones humanas. Un intenso amor por los fallecidos puede estar mezclado con sentimientos de hostilidad; en su mayor parte, inconscientemente. La hostilidad podría ser alimentada por memorias de dureza, dominación, injusticia, o hasta por negligencias imaginarias. Y así, el sobreviviente siente tanto pena como una satisfacción culpable por la muerte de un ser querido. El sobreviviente se defiende de sus inapropiados sentimientos, proyectando su hostilidad sobre los fallecidos, en cuyo momento, el fallecido es considerado hostil—una especie de inversión.

Así que los dioses fueron hechos a la imagen de los humanos—a menudo desde el punto de vista de la apariencia; siempre desde el punto de vista de la personalidad—y ellos eran usualmente identificables como figuras paternas. Además, los dioses eran diseñados para el consumo local. Personas de piel obscura adoraban a dioses de apariencia obscura; personas orientales tenían dioses de piel dorada; personas de piel clara adoraban a dioses pálidos de ojos ovales.

Los dioses de la antigüedad; entonces, eran representaciones de la cultura en cuestión. Un dios judío, era de apariencia semita (aunque invisible), hablaba en hebreo; se vestía a la moda, vivía en el área, y estaba fuertemente dispuesto a favorecer a los israelitas en asuntos que involucraban a otras tribus y culturas. El pueblo egipcio tenía las mismas relaciones con los dioses egipcios. De hecho, en ninguna otra parte del mundo existían dioses que no hablasen el idioma, ni siguiesen las costumbres, o no disfrutasen de la comida, o no se vistiesen conforme a las modas de sus seguidores—y sobre todo era clara su disposición a favorecer a su propio pueblo en cualquier controversia. Claramente, las personas alrededor del mundo, crearon dioses en concordancia con sus propias necesidades y consistentes con sus propios parámetros culturales.

Los Dioses del Antiguo Egipto

El antiguo Egipto proporciona un ejemplo interesante sobre la naturaleza y diversidad de las deidades antiguas en su relación con la cultura. Egipto era una civilización en el bajo Valle del Nilo que existió aproximadamente desde el año 3.100 antes de la era actual, hasta que los romanos ocuparon a Egipto en el año 30 antes de la era actual.

Los dioses de Egipto eran numerosos y parecían vivir juntos en relativa armonía a pesar de sus diferentes roles. Sebek; la personificación de la maldad y la muerte, coexistía con Thoth; el dios del aprendizaje, la sabiduría, y el inventor de la escritura. Como en toda otra civilización antigua, existía un dios para cada propósito.

Muchos de los dioses egipcios eran representaciones de las fuerzas naturales. Re, era el dios-sol; Khnum, el dios del Alto Nilo; Seth, el dios de las tormentas; Osiris, el dios de la fertilidad y de la negociación. Los dioses aseguraban la propagación de las especies; los dioses estaban a mano en el momento de la muerte; y los dioses estaban en la vida en el más allá, para proteger a las tumbas y a los cementerios. La creación de la humanidad; en sí misma, era asignada a uno o más dioses.

Los dioses también se identificaban con las ciudades. En el Eerdman’s Handbook to the World’s Religions (Manual de Eerdman de las Religiones del Mundo), se nota que así como cada una de las antiguas tribus hebreas tenía su propio dios, así lo tenía cada ciudad egipcia. Los viajeros de una ciudad a otra, le rezaban al dios local; y también a cualquier otro dios a lo largo de la ruta que fuese capaz de ayudar a los viajeros.

Los dioses antiguos asumían formas absurdas; mitad animal y mitad humano. Horus; el dios del cielo, tenía la cabeza de un halcón. Anubis; el dios de los muertos, tenía la cabeza de un chacal. Isis; la gran diosa de la maternidad y de la fertilidad, era representada algunas veces con la cabeza de una vaca. Thoth; tenía la cabeza de un ibis; Khnum la cabeza de un carnero.

Los animales eran no sólo parte de la representación de los dioses; sino que a menudo eran considerados sagrados en sí mismos.

Las prácticas fueron diferentes a lo largo de los tres mil años de historia del antiguo Egipto; pero en un momento, todos los animales de alguna especie específica, podrían ser considerados sagrados—cocodrilos, babuinos, serpientes. En otros momentos, un animal en particular, como un toro con marcas especiales, era individualizado para ser adorado como la encarnación de un dios. Las tumbas incluyen a muchos animales que fueron momificados y sepultados con honor.

En cuanto a su personalidad, se pensaba que los dioses poseían características humanas. Conforme al Manual de Eerdman de las Religiones del Mundo:

Los egipcios pensaban que sus dioses tenían las mismas necesidades e instintos que ellos mismos. El día comenzaba con un ritual en el cual el dios era despertado por un coro. La vestimenta de dormir era entonces retirada de la imagen del dios, quien era lavado, vestido, y se le ofrecía de comer y beber. Después de esto se podía llamar al dios para que recibiese visitantes, expresase oráculos, o llevase a cabo algunas otras tareas. Podemos asumir que su comportamiento y decisiones reflejarían los puntos de vista y deseos de los sacerdotes que afirmaban interpretarlos. El dios recibía ofrendas de alimentos durante el día y eventualmente era acostado en su cama en su santuario.

Los dioses también eran llevados en viajes a bordo de embarcaciones para visitar a sus mujeres amigas o a otro dios. Durante tales salidas, las personas se alineaban a lo largo del camino para vitorear y saludar mientras pasaba la imagen del dios.

También se pensaba que los reyes egipcios o faraones, eran divinidades, aunque sus poderes estaban limitados. Como mortales, ellos carecían de la capacidad para controlar eventos a cargo de los dioses inmortales. Los reyes actuaban tanto como dioses como sacerdotes de los dioses, lo que algunos autores notan como aspectos contradictorios de la religión egipcia.

Frazer describe como; en el antiguo Egipto, “el rey, como representante del sol, caminaba solemnemente alrededor de las murallas de un templo para asegurar que el sol llevase a cabo su diaria jornada a través del cielo, sin la interrupción de un eclipse u otro contratiempo.

Durante su reino de diecisiete años; el Faraón Amenhotep IV, intentó imponer una forma de monoteísmo en Egipto con la adoración de Aton, el dios-sol. Los otros dioses fueron desacreditados y sus templos destruidos, pero después de la muerte del faraón, el poder de los sacerdotes fue lo suficientemente grande para regresar a Egipto a su creencia en muchos dioses diferentes.

Los dioses del antiguo Egipto; entonces, nacieron de un deseo de controlar las poderosas fuerzas de la naturaleza.

Los misterios del nacimiento; la muerte; y la esperanza de una vida después de la muerte, fueron representados; cada uno, en la persona de un dios. Y a lo largo de su historia de tres mil años, Egipto adoró a dioses-bestias; dioses humanos, y practicó una forma de monoteísmo. Muchas de las antiguas creencias religiosas serán vistas influyendo en otras religiones, incluyendo a las llamadas religiones vivientes.

Por todo el mundo; entonces, la invención de dioses por los antiguos fue meramente un reflejo de las necesidades que ellos; como individuos y como sociedad, percibieron como necesarias para su supervivencia. Si un dios era feroz y guerrero, era porque su pueblo se sentía amenazado por vecinos guerreros. Cuando los griegos describieron a sus dioses como juguetones y fiesteros, era un comentario sobre su propio estilo de vida—y quizás una justificación.

Como todos los dioses eran usualmente descritos como inmortales, esto descubría una añoranza de parte de los humanos de vivir por siempre. Así que los viejos dioses fueron hechos a la imagen de los humanos y se les confirió los poderes que los humanos deseaban poseer. Y los dioses fueron moldeados a partir de la arcilla local, diseñados por la cultura, el ambiente, y hasta por la vida silvestre en determinadas partes del globo.

La mayoría de los dioses antiguos ya ha salido de la escena; sin que importase su tan cacareada inmortalidad. Algunos, fueron simples víctimas en un campo altamente competitivo y congestionado. Algunos, cayeron bajo la espada a medida que ejércitos conquistadores eran acompañados por sus propios dioses. Y algunos dioses, evolucionaron y cambiaron sus identidades para adaptarse a las necesidades de un gobierno, sacerdocio o cultura. Sin embargo, los viejos dioses no mueren fácilmente, y una cantidad ha sobrevivido por miles de años y todavía está con nosotros. Ellos son los dioses de nuestras religiones vivientes.

Director del Instituto para Estudios Culturales

Publicado en 1998 por Prometheous Books, 59 John Glenn Drive; Nueva York 14228-2197.

Los Editores generosamente han extendido permiso para usar extensas citas de las siguientes obras publicadas y registradas: Folklore in the Old Testament (Folclor en el Viejo Testamento) de Sir James George Frazer, registrado en 1998 por Avenel Books; The Golden Bough: A Study in Magic and Religion (La Rama Dorada: Un estudio sobre Magia y Religión), de Sir James George Frazer, registrado en 1922 por Macmillan Publishing Company; The Encyclopaedia of Religion and Ethics, (Enciclopedia de la Religión y la Ética), editado por James Hastings y registrado en 1951 por Charles Scribner & Sons; y “Who Wrote the Bible? ” (“¿Quién Escribió la Biblia?”), registrado el 10 de diciembre de 1990 por U. S. News & World Report.

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