Opinión Nacional

Oscuro y peligroso

2003 se inicia en medio de una peligrosa oscuridad. Quizás sea uno de los tiempos más confusos de nuestra historia contemporánea, pero también de los más retadores. Así como 2002 fue excitante, pletórico de riesgos aún presentes, el que se inicia no podrá desarrollarse mucho sin definir el futuro inmediato. Habrá confrontaciones severas, definiciones irreversibles y un desenlace que, en estas circunstancias, no vacilo en calificar de hazañoso.

El gobierno sufrió indiscutibles derrotas el año pasado. Perdió credibilidad y calle. Su incompetencia solo es comparable con el cinismo para mentir y disimular el fraude más espantoso que la nación ha sufrido en su historia. No hay nada que justifique a un ciudadano común apoyar a este régimen. Descubrió la falsedad, la hipocresía, la perversidad infinita de los líderes de un proceso que, además de todo lo anterior, han resultado ladronzazos. Están a la vista. Saben que más tarde o más temprano, dentro o fuera de Venezuela, tendrán que responder por fechorías y crímenes de la más variada naturaleza. Canallas, felones y cobardes. Al perder el apoyo de la gente violentan lo poco que de civilización aún les sirve de sustento. Solo les queda el ejercicio arbitrario del poder, la represión, la acción del hamponato reclutado en los círculos terroristas y el apoyo tarifado de quienes hoy dirigen al sector mercenario de una fuerza armada cada vez más despreciable.

Por el otro lado, la oposición tuvo evidentes triunfos. El sentimiento contrario al gobierno rebasa cualquier estimación desprevenida. La prudencia de una dirigencia auténticamente democrática, aferrada a una „salida negociada, pacífica, civil, institucional y electoral‰ está siendo rebasada por un pueblo empobrecido y harto que empuja diariamente a quienes pretenden conducirlo. Esta inmensa mayoría de compatriotas está consciente de los peligros y los asume, mientras que los dirigentes, al no unificar criterios en torno a un solo camino para el desenlace, se dejan llevar por las multitudes para evitar la desilusión que podría derivarse si el esfuerzo resultara inútil. Prolongar la incertidumbre puede fatigar a sectores que preferirían morir luchando por un cambio radical de gobierno que acumular meses y años llevando vida de paralíticos.

No tenemos duda con relación al carácter totalitario y comunista de este régimen. Están asaltando el poder público y tratan de destruir, por las buenas o por las malas, todas las instancias que puedan ofrecer resistencia política, económica o social a esta política de tierra arrasada que Chávez insolentemente pregona en todos los tonos y escenarios. Él no engaña a nadie. De manera torpe, sin duda, camina hacia su objetivo. El precio para la nación ha sido alto en sangre y recursos humanos y materiales. Se trata de una revolución contraria a los fundamentos del estado democrático. La vida y el honor de los verdaderos demócratas está en impedir el asalto.

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