Opinión Nacional

Pájaro enjaulado: Sobre la tumba de nuestros sueños

Libertad y democracia son dos elementos sustantivos e indisolubles en la ecuación que permite al individuo en sociedad forjar su felicidad plena. El capitalismo por su parte como sistema económico permite el desarrollo del potencial humano, para alcanzar sueños transformadores de las propias realidades y del mundo circundante.

Hoy por hoy conocemos el desastre que ha significado el socialismo para los pueblos que lo han sufrido. Ninguna sociedad progresa y se desarrolla con organismos centralizadores y coordinadores de todas las actividades que rigen la vida del ser humano, porque tales mecanismos castran la iniciativa y la capacidad de crear y desarrollar ideas en los hombres. Nicaragua, Bolivia, Ecuador y Venezuela son ejemplos de la estupidez humana empeñada siempre en chocar contra la misma piedra, con la cual chocaron países como la URSS, China y Cuba.

 

Los embates contra la propiedad privada siempre han sido objetivos fundamentales de los regímenes socialistas. Equivale a cortar las alas y enjaular el espíritu de los hombres, para esclavizarlos. Uno de los padres fundamentales de la democracia John Locke señaló muy acertadamente que: «privar a alguien de su propiedad, equivale a arrebatarle su libertad»

La libertad, la democracia y el capitalismo han sido invencibles en el mundo porque en esencia estos valores sintetizan el sentido de pertenencia de cada individuo y su afán para alcanzar metas materiales y tangibles que contribuyan al bienestar de sus familias y la sociedad donde se desenvuelven. El socialismo por el contrario actúa en contra natura coartando las iniciativas y el deseo de progresar de los individuos.

 

La lucha de los pueblos latinoamericanos por alcanzar sociedades más justas no pueden ni deben fundarse en la injusticia igualitarista sino en incentivar el genio, la creatividad y el sentido del progreso. El populismo socialista del siglo XXI como veneno social conspira contra esto mediante el uso de la dadiva, el mendrugo y de políticas asistencialistas para arrancarle la libertad a sus pueblos, pero afortunadamente están fracasando. Gran parte de los ciudadanos latinoamericanos concuerdan con otro grande de la democracia como lo fue Benjamín Franklin, al sentenciar que «Quienes son capaces de renunciar a la libertad esencial a cambio de una pequeña seguridad temporal no merecen libertad ni seguridad»

El pueblo latinoamericano es en esencia libertario y luchará contra intentos de regímenes de derecha o de izquierda que traten de arrebatarles sus libertades y sus derechos a vivir en democracia y alcanzar sus metas materiales y espirituales. Parafraseando a Maya Angelou: Los Latinoamericanos no serán pájaros enjaulados que permanecerán quietos sobre la tumba de sus sueños!

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