Opinión Nacional

Para mañana es tarde

Para distanciarse sólo hace falta la voluntad de una de las partes. Para unirse, la de todas. La unidad opositora, de cara a las elecciones de septiembre, no es, por lo tanto, un proceso sencillo. Las buenas y las torvas intenciones se entrecruzan.  Las viejas y las  nuevas aspiraciones colisionan. Salen a relucir antiguas mañas.  Los codazos y las zancadillas se ponen de moda. El venezolano de a pie,  descontento e incrédulo, observa… y espera.

Puertas afuera, el país se encabrita. Crecen las deserciones oficialistas. Se hacen visibles las decepciones del pueblo llano. No hay muchas puertas abiertas para acoger a los que abandonan la ilusión convertida en desastre que el presidente vende. Parece que se quedarán allí, en una especie de limbo político. Sin aquí y sin allá. El descontento corre por las calles y nadie se detiene a recogerlo.

El país democrático exige acercamiento. Necesita entendimiento. Reclama unidad. Por cualquier vía: por el consenso o por competición abierta. Más de una gobernación y varias alcaldías se vistieron de rojo en las elecciones regionales por la terquedad de algunos dirigentes que se atoraron con sus propias ambiciones. Reincidir en esas mezquindades es un error que ni el presente ni el futuro perdonará. Si cada quien se centra hoy en sus cálculos a futuro, no habrá futuro sobre el cual calcular.

El presidente, su partido y su proceso andan aporreados.  Los números, a los que es tan afecto el presidente, le quitan el sueño y la poca sindéresis que carga consigo. Pero eso no basta para que la oposición democrática gane el combate electoral  que se avecina. Hace falta el remate al arco. El golpe a la mandíbula. O, mejor, el tercer strike. Y la fuerza de ese último esfuerzo depende de la capacidad que tengamos para unirnos.

Unirnos no significa borrar las diferencias. Ni imponer un pensamiento único. Se trata simplemente de empujar en una misma dirección, con un mismo objetivo. No importa que en nuestra testa o en nuestro pecho moren visiones y pasiones diferentes. Ya habrá tiempo para contrastarlas. Se trata de ofrecer a la creciente disidencia una trinchera desde la cual pelear por el futuro y detener la regresión histórica y social que el chavismo representa.

Conquistar la Asamblea Nacional abre la posibilidad de recuperar espacios para la institucionalidad y la libertad. Para  la tolerancia y el respeto. Para la civilidad y el progreso…. Hay que empezar cuanto antes a desfacer entuertos… Para mañana es tarde.

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