Opinión Nacional

Paradojas venezolanas

 

¿Recuerda el lector el chiste del infierno alemán y el infierno venezolano? Pues se trata de que muere un venezolano y este va al infierno. Se entera que cada país tiene su propio infierno y que en todos pasa exactamente lo mismo. Los sujetos son sometidos a torturas: una hora de silla eléctrica, otra hora de cama de clavos y una larga insultada por parte del Diablo en un auditorio con sillas de cuchillas. Los muertos de las diferentes nacionalidades felicitan al venezolano quien todavía no ha llegado a su infierno. Llegado al infierno venezolano hay una enorme cola de espera. El nuevo pregunta por qué la cola. Le responden: No tenemos electricidad, se robaron los clavos y las sillas del auditorio y, para rematar, el Diablo dejó un cartel hace un siglo diciendo que vendrá luego.

Pues este es uno de esos momentos en que Venezuela padece, una vez más, su infierno. El gobierno, a través de la morisqueta de generación de operativos de emisión de pasaportes SAIME, anuncia la emisión masiva de pasaportes desde el pasado día 25 de enero. Una obra revolucionaria digna del asco más absoluto a todo lo que se refiera identificación, siendo esta un derecho de todo ciudadano. ¿Por qué asco? Porque llevan años limitando al ciudadano la posibilidad de tener su identificación, porque para tener un pasaporte más de uno ha hecho colas de 12 horas en condiciones infrahumanas, porque para tenerlo en las oficinas consulares hay que pasar hasta dos años para tener esa libreta que te acredite como ciudadano.

Pero, como en el chiste del infierno, tener el pasaporte no es garantía de salida del país caribeño. Hacen falta divisas para hacerlo, puesto que el bolívar fuerte (recuerde lector que toda cifra la debe multiplicar por 1000), no sirve para nada en el extranjero, tal y como ocurre con el peso cubano. La misma semana, el día 23, el país se entera que el sistema cambiario lo modificaron dejando menos dinero para poder viajar y disfrutar de ese pasaporte que le han dado en un operativo.

Ahora, si usted consigue ganar, sí, ganar porque es como una lotería tener su pasaporte, obtener con todos los mecanismos burocráticos las divisas para su viaje, tendrá que salir volando con sus propios brazos, porque las aerolíneas han anunciado que billetes de avión no venden más. ¿Por qué? Porque la deuda que tiene el Estado venezolano con las aerolíneas es tan grande -por aquello de que no les otorgan divisas al igual que a la prensa- que prefieren dejarlo así, sin vender pasajes de avión para no tener más deuda.

O, por otro lado, volar con alguna de las aerolíneas que todavía hagan alguna salida internacional y desde allí hacer un periplo de enlaces hasta el destino que se quiera. Por ejemplo, tomar un vuelo por Delta hasta Dallas y desde allí con Iberia hasta Madrid.

Mientras tanto, se sigue vociferando la felicidad suprema… una paradoja incomprensible.

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