Opinión Nacional

Paulina Gamus: Permítanme contarles

Es el título del recién editado libro de Paulina Gamus, donde narra, con el humor que la caracteriza, anécdotas de su camino por la política que comenzó de la mano del periodismo con una columna que empezó a escribir en el año 69 en El Nacional, que se llamaba Tic Tac.

­Paulina, ¿cómo surge la idea de escribir este libro? ­Fue una idea que tuve desde que me jubilé, casi iniciando el gobierno de Chávez. Primero comencé por aprender computación y recuerdo que mi secretaria me decía que ella me enseñaba porque yo escribía mis artículos en máquina manual, se los daba a ella que me los pasaba a la computadora y eso era todo un trabajo, pero es que yo le tenía pavor al ratón como si fuera un ratón de verdad, un roedor (jajaja). Por fin aprendí y decidí que tenía que escribir porque había ido recopilando más que todo anécdotas graciosas, guardaba recortes de prensa y había escrito algunas cosas graciosas; por ejemplo, la manera de deformar el léxico de muchos compañeros de partido, de los adecos de la base que trataban de imitar el hablar culto de los dirigentes y decían unas barbaridades que yo anotaba, era una cosa hasta muy tierna. Comencé a estructurar el libro que iba a llamarse «No se rían que es en serio», pero me di cuenta de que la columna de los viernes de Laureano Márquez en este periódico se llama «Humor en serio» y le cambié el nombre por «Permítanme contarles».

­¿Cómo fue el proceso de la escritura del libro? ­Comencé a escribir las memorias y de repente se me borraron, comenzaba de nuevo y se me quedaban afuera unas cosas, pero recordaba otras diferentes. Se me borró por segunda vez y pensé que si se borraba por tercera vez era que estaba empavado, que no lo podía hacer. Lo metí en un pen drive y se dañó, lo tenía en un disquete y no sirvió. Entonces cambié de computadora y lo metí en una caja de esas que andan por el cyber espacio (jajaja). Al comenzar este año decidí terminarlo y aproveché para incorporarle cosas del gobierno de Chávez y hasta cosas de la campaña electoral, por lo que el resultado electoral será para un segundo libro (Jajaja).

­Cuéntanos una anécdota que refieras en tu libro.

­Yo trabajaba en la Dirección de Menores de la PTJ y un día voy, en plena campaña electoral del 68 que ganó Caldera, iba con mi hermana y mi cuñado por la Plaza Venezuela, mi cuñado era muy retador y algo le dijeron que él contestó y trataron de volcarle el carro y esa misma noche escribí una carta en mi máquina manual, diciendo que los seguidores de mi profesor Caldera eran unos fascistas y yo misma llevé la carta a El Nacional y la dejé en la recepción; como a las 9 de la noche recibí una llamada del director diciéndome que mi carta era magnífica y que iba a ser publicada al día siguiente en la página editorial y le pusieron un título enorme: «De una admiradora del doctor Caldera». No te imaginas la cantidad de adecos que me llamaron para felicitarme, dirigentes del partido que ni me conocían. A los 15 días ganó Caldera y comenzó una persecución para que renunciara de la PTJ, yo no renunciaba y al final me pasaron para la Comisaría de La Guaira donde había murciélagos, fantasmas (jajaja) y ahí decidí buscar otro trabajo. Un día hubo una reunión del Congreso Judío Latinoamericano y lo de rigor era una visita al Presidente que era Caldera, yo no quería ir porque semanalmente le hacía una descarga en mi columna, pero me convencieron y cuando llegamos Caldera me dijo que siempre me leía y cuando iba saliendo me dijo: Paulina, deme un respiro (Jajaja).

­¿Cuándo se dio tu encuentro con la política? ­Yo tenía 8 años de edad y mi papá me llevó a una óptica para hacerme unos lentes que me había prescrito Jesús Rhode, uno de los oftalmólogos más renombrados, y en ese momento comienzan a sentirse disparos, todo el mundo se tira en el piso, en pleno centro de Caracas y un señor le gritó a mi papá: ¡cuidado con la niña! Era la Revolución de Octubre. Luego fue la Constituyente que yo no entendía nada por ser una niña, pero mi papá y mi tío Isaac no se perdían las sesiones por radio, las intervenciones de Andrés Eloy Blanco… Luego me tocó estudiar mi bachillerato en el Colegio Moral y Luces Herzl Bialik, que fue el refugio de una cantidad de profesores de Acción Democrática que estaban vetados para dar clases en colegios oficiales, tales como Leandro Mora, Siso Martínez. Ahí los muchachos que cursamos el bachillerato en esos años, todos nos hicimos adecos por nuestros profesores, no nos adoctrinaban, pero sentíamos por ellos admiración.

­Después del 7 de octubre ¿qué debemos hacer? ­Superar ese trago amargo, no digo pasar la página porque hay muchas cosas por denunciar, investigar porque creo que el fraude no fue electrónico, pero sí una serie de irregularidades y atropellos que vinieron desde mucho antes y es mentira que no se dijo nada porque se denunció una y mil veces lo de las cadenas, los abusos mediáticos, la regaladora de plata y mucha gente no quería creer en las encuestas, pero yo sí creo en las encuestas y siempre tuve un optimismo moderado, mediano y no creía que Capriles iba a arrasar, porque el nivel de aceptación de Chávez seguía siendo muy alto después de 14 años de horror y de desastre.

­¿Por qué esa aceptación? ­Esta es una revolución que se ha mantenido a fuerza de chequera y ha convertido a una gran parte de la población en mendicantes, la cultura de la mendicidad, yo nunca le he oído a Chávez en su habladera decirle a la gente que hay que trabajar para hacer prosperar al país, hasta ofrece dinero a las madres por los hijos que les matan.

­Paulina, ¿ves a Henrique Capriles como el líder que necesitábamos? ­Aquí estuvimos 13 años esperando un líder como Capriles que despertó emociones como nunca. La oposición el 7-O concurrió a una elección y el gobierno concurrió a una guerra, con sus militares que trasladaban gente, sus listados de beneficiarios de misiones, de becas y, además, con dádivas. La oposición no tenía esa posibilidad y mucho menos de amedrentar. Hay que afinar lo que sea necesario y saber a lo que nos estamos enfrentando, que es la pelea de una hormiga contra un elefante. Yo creo que hay que votar y votar todas las veces que sea necesario. Tenemos tres opciones: irnos del país como sugiere Jorge Rodríguez, quedarse y no votar y esto significa perder la posibilidad de respirar fuera de la bota del chavismo que te aplasta y la tercera es seguir votando y si no se gana se conserva un espacio. En 14 años Chávez no ha logrado aplastar a todo el país, siempre ha tenido la mitad en contra. Yo nunca en mi vida dejaré de votar.

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