Opinión Nacional

Pérdidas de Chávez en el ámbito externo

Hasta hoy, Chávez y el resto de la camarilla gobernante están perdiendo en el ámbito interno la batalla política que comenzó el 27 de mayo cuando se materializó el cierre del histórico canal RCTV. La crítica efectuada, y la difundida, por los medios televisivos y radiales ha sido fuerte, inteligente y convincente. Es muy probable que haya predominado, en cuanto a cobertura, sobre los oficiales y los oficialistas. En cuanto a las opiniones de la población, los sondeos de las encuestadoras más acreditadas registran clara mayoría de rechazos a las decisiones gubernamentales y, correlativamente, de apoyo a las que combaten contra ellos y levantan reivindicaciones democráticas sobre los derechos a recibir información, expresar la opinión propia y acceder a los espacios radioeléctricos sin discriminaciones estatales.

Por otra parte –y esto es lo más importante- las luchas en la calle han sido ganadas “de calle” por el movimiento estudiantil: en extensión, en intensidad, en combatividad, en creatividad, en capacidad para comunicarse bien con amplios sectores populares, en la calidad intelectual del discurso.

Cabe destacar como hecho negativo la escasa presencia de la oposición política democrática organizada (OPDO), la pobreza conceptual de sus ideas y la falta casi absoluta de proposiciones. Sigue revelándose, pues, un grave problema que afecta al campo general de oposición. Es urgente que los componentes de la OPDO discutan, cada uno por su lado y conjuntamente, esta situación que tanto daño hace a la lucha necesaria. El movimiento estudiantil, y algunos otros que van a la zaga de éste, no pueden compensar las ausencias y carencias de sujetos colectivos cuyo concurso, en cantidad y calidad, es indispensable.

Chávez y sus segundones han sido golpeados también en el ámbito externo. Éste, como se sabe, no es tan importante como el primero; cuando pone cartas a favor del Gobierno no tiene incidencias determinantes y tampoco las tiene cuando pone cartas contra él. Mas no es desestimable que el organismo político central de la Unión Europea (UE) haya expresado serias preocupaciones por el desenvolvimiento reciente de las cosas en nuestro país; ni que la Corte Interamericana de Derechos Humanos haya admitido y estédando curso a las fundamentadas denuncias que fueron puestas a su consideración desde Venezuela; ni que el Senado de Chile haya expresado una severa crítica a la decisión adoptada por el Gobierno venezolano el 27/5/07; ni que otro tanto haya hecho, por unanimidad, el Senado de Brasil; ni que Michelle Bachelet, presidenta de Chile, haya afirmado, para que oigan los que saben oír y lean los que saben leer, que “para Chile la libertad de expresión es la regla de oro, dada nuestra historia política. Por lo tanto, para nosotros garantizar la libertad de expresión es un elemento principal”…”Quiero insistir en que, para mi país, la libertad de expresión es un hecho fundamental”.

Entre tanto, el peronista-populista Néstor Kichner y el izquierdista elemental Tabaré Vásquez, presidentes de Argentina y Uruguay, respectivamente, guardaron silencios cómplices, así como el partido en el cual se apoya el primero y la alianza de partidos sobre la cual se sostiene el segundo. Peor ha sido el comportamiento de Lula da Silva, presidente de Brasil y el de su partido, el PT. Lula, pretendiendo quedar bien con las corrientes de la comunidad demócrata internacional –que lo respeta- y con el señor Chávez, (del cual es cultural y políticamente cercano) y con su Gobierno, por razones de interés económico para Brasil, ha tenido una posición contradictoria, enredada, cínica. El PT no ha sido sinuoso como su más alto dirigente; pero su posición lineal ha sido la de coincidir plenamente con el autócrata de nuestro país. Estoy seguro de que en la posición de Lula ha influido, mucho o bastante, el pensamiento de Marco Aurelio García, tal vez su amigo más cercano, su asesor de muchos años, notablemente inteligente, culto, astuto, durante un tiempo ubicado en el terreno de la izquierda radical y después ubicado en el terreno de la izquierda democrática, sin que haya podido desprenderse de su vieja cultura.

Estuvo bien que Lula hubiera dicho que “la mejor prueba es la respuesta del público”; pero ha estado muy mal sus justificaciones leguleyas a lo que hizo el Gobierno de Chávez el 27 de mayo, y que se abstuviera varias veces de opinar sobre el fondo del asunto, con el manoseado argumento según el cual no debía hablar sobre problemas internos de un país amigo. ¿Problemas internos y nada más? ¡Claro que no! Se trata, sí, de problemas internos, pero con clarísimas implicaciones relacionadas con el Derecho Internacional porque han sido violados no sólo derechos de una empresa comunicacional privada sino también derechos de los ciudadanos venezolanos y de venezolanos todavía no ciudadanos, que también deben ser defendidos.

Los comentados errores de Kichner, Vázquez y Lula, así como de otros gobernantes latinoamericanos no mencionados, son sólo feas manchas en la página del balance relativo a las pérdidas políticas que el Gobierno de Chávez ha experimentado en el ámbito internacional. Pero el saldo es francamente positivo para el campo de la oposición democrática, que hasta hoy tiene su más elevada expresión en el movimiento estudiantil.

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