Opinión Nacional

Petróleo, ironías y chavismo

La actitud del gobierno hacia Pdvsa tiene dos motivaciones. Una es la creencia de que todo cuanto se ha hecho en Venezuela en el pasado reciente ( los célebres cuarenta años) ha tenido un trasfondo de mala fe y corrupción en beneficio de una minoría que robó a la mayoría de los venezolanos. Esta idea, que explica muchas de las acciones de este régimen, esta basada en prejuicios, reconcomios y deseos de revancha.

La segunda motivación, si bien es alimentada y viciada por la primera, es mucho más razonable: los crecientes costos en el funcionamiento y operatividad de una organización que con mucha razón (sin que hasta ahora nadie lo haya desmentido) ha sido considerada como la empresa pública mejor administrada del mundo.

En efecto, Petróleos de Venezuela S. A. ha diferencia de otras empresas en manos del Estado, se destacó por su rentabilidad continua a favor de su propietario y por la fama de no ser obstruida en su vida diaria por la política partidista en contraste con las demás empresas estatales de Venezuela y de la mayoría del mundo, caracterizadas por la mala administración, las perdidas que debían ser sufragadas por el resto de la nación, la consecuente bajísima rentabilidad y la corrupción. Males estos que justificaron la opinión favorable a las privatizaciones desde Gran Bretaña hasta China, pasando por nuestro país, porque la lógica mas elemental indicaba que toda empresa en manos privadas debía, necesariamente, ser rentable y sí no lo era por lo menos no sería una carga para el Estado.

Pero Pdvsa era la excepción a la regla, era (y es) el modelo por antonomasia de una empresa estatal bien administrada, el ejemplo de una nacionalización realizada por un país subdesarrollado para rescatar una riqueza vital de manos de las transnacionales que no termino mal, a diferencia de los ferrocarriles argentinos y del petróleo mexicano, sólo por citar dos ejemplos de los innumerables en el tercer mundo y en el extinto bloque socialista.

La causa de esta afortunada historia, tiene sus raíces en lo que se nacionalizó y en la manera en como se hizo.

Contrariando la muy difundida idea tercermundista de los años setenta, las cuatro principales empresas petroleras extranjeras que operaban en Venezuela dejaron una muy notable infraestructura física, tecnológica y humana que fue la base de Pdvsa, pero además la nacionalización se realizó en un momento en el cual el siempre prospero negocio petrolero atravesaba una notable etapa de auge económico, como consecuencia del embargo petrolero árabe contra Occidente en 1973.

Pero eso fue lo circunstancial, lo fundamental fue el proceso mediante el cual se realizó la nacionalización: hubo continuidad no ruptura. Se negoció con las empresas transnacionales y se les pagó un muy buen dinero, lo que fue muy criticado en su momento, especialmente por las políticos de izquierda, pero gracias a esa Ley de nacionalización se mantenía el carácter mercantil del negocio, es decir, la búsqueda del beneficio a favor del accionista (ahora el Estado), clave del éxito de toda empresa privada.

Como consecuencia de lo anterior, se respetó la manera en como se manejaba la industria, el personal capacitado por las transnacionales continuó ejerciendo sus funciones con un mínimo de interferencia política. Nuestros gobiernos recientes, tan desacertados en otras áreas, demostraron el suficiente sentido común de dejar manejar el negocio a los que sabían de él. Así, se pasó de la etapa inicial de nacionalización a la de consolidación en una sola empresa, posteriormente a la de internacionalización para asegurar los mercados externos en los años ochenta y finalmente a la de expansión en los noventa.

Todo se correspondía con la lógica mantenida en el tiempo de manejar a una empresa pública como si fuera privada. Esto siempre fue severamente criticado por un sector intelectual de izquierda, que no concebía en sus esquemas ideológicos que el manejo económico de un recurso natural como el petróleo pudiera ser nacionalizado negociando con las transnacionales, y que además el “espíritu” empresarial por ellas dejado fuera preservado.

Sin embargo, esas críticas fueron ahogadas por el éxito económico de la empresa, y el hecho obvio e irrebatible de que era propiedad del Estado venezolano.

No obstante, la inevitable lógica de un Estado que necesita más y más recursos para atender (más mal que bien) a una creciente población, las crecientes e insaciables necesidades fiscales de sucesivos gobiernos que no desarrollaron otras fuentes alternativas de ingresos, terminaron por afectar la eficacia de la empresa, desviando recursos necesarios para nuevas inversiones, obligándola a endeudarse, imponiendo recortes a la producción que incrementaban sus costos, y forzándola a absorber lo costos de los precios de la gasolina para el consumo interno.

De modo que hemos llegado a un situación en la cual, no ha sido el funcionamiento interno de la empresa la que la ha lesionado, sino el peso fiscal de su propietario, el Estado.

De la misma manera como el botarate quiebra el negocio de su propiedad gastando todo cuanto es el producto de las ventas sin reponer el capital, igual han actuado los gobiernos recientes, incluyendo a éste. La diferencia en este momento, es que la actual administración considera que Pdvsa es mal manejada por su gerencia interna, que son sus altos sueldos y los supuestos privilegios de su personal la verdadera razón de sus crecientes costos.

Y viéndolo bien, no le queda al gobierno chavista otra alternativa que razonar así, pues lo otro sería aceptar lo inaceptable: que la política fiscal venezolana no puede seguir fundamentándose en los inestables precios petroleros, que la política de recortes de producción de la OPEP es a largo plazo suicida para el negocio de los hidrocarburos venezolanos y que la única manera de que mejore su competitividad que se asegure su prosperidad a largo plazo es abrirla a la inversión privada, nacional y extrajera, porque sencillamente el Estado no tiene recursos para asegurar esas inversiones.

De esa manera, hemos llegado a una situación en la cual, el chavismo como gobierno y como fuerza política, pretende cortar el espíritu empresarial y el concepto de negocio de la principal fuentes de recursos económicos de Venezuela, desmantelando su capital humano.

Contra esto es que ha reaccionado el personal gerencial de Pdvsa. Si el gobierno finalmente se sale con la suya, se le dará la estocada final a esa empresa, y como consecuencia rendirá los frutos de cualquier otra empresa estatal venezolana. Por ironía, será el chavismo, el enemigo a ultranza de las privatizaciones y del neoliberalismo, el que tarde o temprano llevará a la privatización del petróleo venezolano.

Lo que no tiene nada de malo, si tomamos en cuenta con objetividad el enorme beneficio que recibió el país como consecuencia de la inversión privada extranjera en ese sector, durante el siglo XX. Lo negativo pude ser, que eso ocurra cuando ya el petróleo no tenga la importancia que ha tenido en la economía mundial, es decir, cuando ya sea tarde.

Fundado hace 28 años, Analitica.com es el primer medio digital creado en Venezuela. Tu aporte voluntario es fundamental para que continuemos creciendo e informando. ¡Contamos contigo!
Contribuir

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Te puede interesar
Cerrar
Botón volver arriba