Opinión Nacional

PITIYANQUI

La palabra “pitiyanqui” no es nueva, como pudieras creerse. En los años 40 y 50 se oía y leía con frecuencia. Y aunque el DRAE la registra como venezolanismo, y la define como “Imitador del estadounidense”, catalogándola además como despectiva, tampoco es vocablo de origen venezolano.

“Pitiyanqui”, que sí es voz despectiva, es de origen puertorriqueño, y es mucho más que un simple “imitador del estadounidense”. El Vocabulario de Puerto Rico, de Augusto Malaret (1999), lo define como el “Nombre despectivo que se da al imitador servil y bajo de los yanquis. ‘Llegó un jíbaro a San Juan / y unos cuantos pitiyanquis / lo atajaron en el Parque / queriéndolo conquistar’…” Lloréns Torres: El jíbaro”. El mismo Malaret lo documenta por lo menos desde 1917, y registra también el término “pitiyanquismo”, definido como “Imitación servil y baja de las costumbres y modo de ser del pueblo de los Estados Unidos”.

En Venezuela el vocablo fue introducido por don Mario Briceño Iragorry, quien en artículos publicados en aquellos años 40 y 50 solía emplearlo.

El mismo don Mario definió ampliamente la palabra en su artículo “Léxico para antinacionalistas”, publicado el 9 de julio de 1953. Allí habla del calificativo que en algunos escritos ha usado para referirse “a los compatriotas prestados a hacer el juego a los intereses norteamericanos, en perjuicio de los sagrados intereses de Venezuela”. Dice además que la palabra “pitiyanqui” la creó el poeta puertorriqueño Luis Lloréns Torres, componiéndola con la deformación intencional del adjetivo francés “petit” (pequeño), para darle, según supone Don Mario, mayor fuerza diminutiva y despectiva, y el vocablo “yanqui”, que lleva en sí mismo cierto matiz peyorativo.

No hay que confundirse al tratar de percibir la verdadera imagen del “pitiyanqui”. No es el simple imitador de las costumbres de ser del estadounidense, que pudiera traducir un deseo racional y sincero de alcanzar ciertos niveles de comodidad y bienestar. El “pitiyanqui” tiene que ser servil y bajo, rastrero, sujeto que en lo íntimo detesta la cultura propia y por eso imita la de afuera. Tras de ciertos arrestos supuestamente antiimperialistas se esconde muchas veces un verdadero “pitiyanquismo”.

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