Plomo en el ala
La triste televisora que llaman “Tves”, nació moribunda. Nació con plomo en el ala y tras aletear sin convicción, cayó de bruces y quedó allí, tirada. Como una enfermera histérica, su directora, su inexperta directora, da bandazos, despide gente a diestra y siniestra (al personal de su noticiero dos veces en el mismo mes, para colmo), elimina con pinzas de bambú programas como el bodrio con el que pretendieron sustituir a la “Radio Rochela”. Pero todo es en vano. La pobre señora no entiende que la tarea que le han encomendado es imposible. Es posible que llegue a entenderlo cuando el caudillo la deje desempleada, como ha dejado a más de uno de los ministros de comunicaciones que han incomunicado al régimen. La pobre no tiene toda la culpa. Su culpa es sólo un reflejo de la culpa de su jefe. El pueblo venezolano, aunque pueda cometer errores tan grandes y pavorosos como dejarse engañar por Chávez y los suyos, es justiciero, y no le gustó la tremenda injusticia que se cometió con RCTV. A nadie le gustó que se sacara del aire a Radio Caracas por una simple venganza, que ahora sigue en manos del SENIAT, en la horrible persecución desatada contra la vieja y noble televisora. A nadie le gustó que le quitaran sus telenovelas, sus programas favoritos, y trataran de obligarlo a ver los programas soporíferos, desvaídos, trasnochados, de una televisión sometida a la mediocridad de empleados públicos con fundillos anchos. Pobre mujer, que no se da cuenta de que, haga lo que haga, cuando se mueve no hace otra cosa que regar el dulzón y desagradable mal olor de algo que debió haberse congelado y de descompuso. Aunque hay que reconocerle a “Tves”, a su directora y a la gente del gobierno que con su majadería despertaron a un amable gigante dormido, un gigante con el que no van a poder. ¡Que vivan los estudiantes!…