Opinión Nacional

Pobreza endógena, represión autógena

Hay cifras más contundentes que cualquier Golpe de Estado:

El 81% de la población venezolana está en situación de pobreza, es decir, 21 millones de venezolanos se ven privados de un ingreso que les garantice una vivienda digna, un consumo mínimo de al menos una cesta básica al mes y la posibilidad de acceder a un empleo estable. En el campo venezolano la pobreza puede llegar con facilidad al 92%, según un estudio desarrollado por la empresa de investigaciones Datos, una de las serias del país.

De cada 100 venezolanos, 70 están desempleados o subempleados en el comercio informal (buhonería), y 15 de los restantes ganan un salario mínimo que no llega a los 200 dólares mensuales.

En los últimos siete años se ha registrado “cero crecimiento” en el Producto Interno bruto. El actual PIB es igual al que teníamos en el primer trimestre de 19998, con un clarísimo debilitamiento de la producción agrícola nacional y un creciente incremento de las importaciones alimentarias.

El repunte de una enfermedad casi extinguida en el mundo, es un claro referente del azote de la marginalidad en nuestro país: La Tuberculosis Infantil, en franco ascenso durante la última década, un indicador de desnutrición incontrolada, porque en niños e infantes bien nutridos es una enfermedad desconocida.

¿ De qué sirve la abundancia de petrodólares si se usan para continuar profundizando la pobreza?. La limosna de las Misiones chavistas es sólo una gota de agua en un desierto cada vez más grande y profundo. Nuestra realidad es que la pobreza avanza incontrolable, no sólo en cifras sino en pésima calidad de vida, y para todos.

Venezuela se cae a pedazos, las autopistas colapsan, los puentes se desmoronan, los hospitales no funcionan y las escuelas abren sus puertas sin baños, sin maestros suplentes, sin Internet y sin seguridad.

El Chavismo no ha sabido gerenciar el país, sólo en la represión y la corrupción se ha mostrado eficiente. No hay gerentes oficialistas que sepan administrar el chorro de riqueza para darles a los pobres y descamisados un trabajo digno, capacitación para el desarrollo y recursos para no mendigar salud o alimentos.

En un exigente mundo globalizado, la manera ideologizada, mentirosa y ridícula con que este gobierno maneja el concepto “desarrollo endógeno”, sólo nos lleva al fracaso y a depreciar cada vez más nuestro valor como nación ante el mundo exterior.

Si el oficialismo en seis años no ha logrado construir nada y han destruido las infraestructuras que durante 50 años montó la democracia en Venezuela, deberíamos preguntarnos qué estamos haciendo cada uno de nosotros, ahora, para darle una salida democrática y honrosa a esta situación vergonzosa que nuestro propio voto provocó en 1998, y lo más importante, que vamos a hacer a partir de hoy cuando la abstención fue la verdadera ganadora de estas elecciones.

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