Opinión Nacional

Política, derecho y desobediencia civil en la crisis del gobierno de Chávez (y III)

Paro y sentencia de los petroleros

El paro cívico nacional, con las características inusitadas que tomó después de que los trabajadores petroleros y de la marina mercante se le plegaron, constituye un error estratégico por anticipado. No estaban dadas las condiciones para convocarlo, pues teníamos ya fijada la fecha del referendo consultivo. Sólo después de un triunfo masivo de la consulta en contra del Gobierno, y sin que en un término mínimo se llegara a un acuerdo sobre el adelanto de las elecciones, vía renuncia presidencial, enmienda por iniciativa ejecutiva o parlamentaria, o por un fraude electoral manifiesto por parte del Gobierno, se justificaba plenamente un paro de la naturaleza que padecemos.

Y digo que el paro fue un error estratégico, primero, porque no calcularon el poder económico e institucional que maneja el Gobierno, y segundo, porque dificulta la resistencia y la movilización civil. Piénsese no más en la cantidad de venezolanos del interior que les habría gustado ir a las marchas caraqueñas; piénsese en el paulatino pero creciente descontento de los más pobres, esa parte de Venezuela donde está el lecho rocoso del chavismo, como diría Petkoff, que ahora se han radicalizado por ser los más perjudicados por el paro petrolero.

La sentencia del día 19 de diciembre, ordena el reestablecimiento de las actividades de la industria petrolera, y esa orden estaba dirigida no sólo al Gobierno, sino a todos los trabajadores de PDVSA. Me aparto de la manera como fue interpretada por la Gente del Petróleo y de tantos y excelentes profesionales del derecho. Disiento porque la decisión de la Sala Constitucional fue clara y darle otra interpretación es desconocer el espíritu de la sentencia, sin duda con muy buenos fundamentos.

Pero ya sabemos que en materia de interpretación jurídica siempre hay espacios para justificar posiciones. Para mí sin duda la gente del petróleo está desacatando una decisión judicial. Claro, no incurren en la sanción mencionada por la sentencia, una absurda extensión de una norma que sanciona el desacato de un mandamiento de amparo a los desacatos de otro tipo de decisión jurisdiccional (una medida cautelar, en este caso), tal como lo anotó con tino el profesor Nelson Socorro, pero que sí podrían ser sancionados de acuerdo con el artículo 485 del Código Penal, que establece como pena el arresto de 5 a 30 días o multa de 20 a 150 bolívares, por desacatar decisiones legalmente expedidas.

Otra cosa es que los trabajadores petroleros se declaren en desobediencia de la decisión de la Sala Constitucional y el Estado sea capaz de procesar y sentenciar a los miles de trabajadores plegados al paro. Otra cosa es que un sector importante de la población venezolana perciban que la actuación de los petroleros es legítima. Y otra cosa es por supuesto que se pretenda obligar por la fuerza a trabajar, lo que constituiría un delito contra los derechos humanos.

Y hay que decir también que la desobediencia civil de los petroleros comporta una causal de despido expresamente establecida en la legislación laboral, pero si se considera legítima dicho desacato, esas sanciones laborales no podrán ser aplicadas. Y se considerará legítimo si producen los cambios que buscan con su situación. Es lo razonable.

Igualmente, los daños producidos por el paro petrolero, en una situación de normalidad política, deben ser pagadas por los desobedientes, pero de triunfar la intención del paro y de seguir la ineficacia del gobierno, difícilmente se materializará dicha responsabilidad. Los político y lo jurídico, en relación.

Reflexión final

Estamos en medio de una confrontación donde se ha demostrado la incompetencia e ineficacia del Gobierno, y donde el gorila verticalista y antidemocrático asoma en cada uno de sus actos. Tanta torpeza y autoritarismo precipita la caída de un régimen que no sabe de consensos sino de estrategias perversas y decimonónicas en la conducción de los asuntos públicos. Un gobierno donde sus integrantes más visibles y atorrantes, han demostrado que el cinismo y la corrupción, puede ser mayor que en los tiempos del engañado por la Banca. El espíritu de Fouché anda suelto en Miraflores, pues reencarnó como revolucionario en un hombre que uno, nacido, criado y formado en democracia, había aprendido a respetar. Un hombre que con cara de palo se pone frente a los micrófonos y dice las mentiras más grandes del mundo. Dice que la ficción la lee en las obras literarias, pero se convirtió en un personaje que de seguro alimentará la imaginación para una novela con el título Fouché en Miraflores. Es una lástima que un periodista y parlamentario notable, pase así a la historia y al sitio de los recuerdos más tristes de los venezolanos.

Pero un movimiento generacional está a punto de sorprender gratamente a la sociedad venezolana. Esta crisis la impulsará a perder el asco por la política, pues ha aprendido que la Venezuela que tanto queremos necesita de los hombres y mujeres más preparados, técnica, científica y humanísticamente, para armar el sueño, el gran proyecto colectivo que nos enrumbe hacia una Venezuela donde constituya una afrenta morir de hambre y de pobreza, donde la solidaridad de quienes más tienen, económica e intelectualmente, y políticas racionales del Estado, incluyan en el pacto social venezolano a los más desposeídos, para que cuenten con las herramientas y el apoyo necesario para desplegarse con dignidad en el mundo. Una Venezuela donde sea previsible y segura las respuestas de las instituciones, donde los mejores, los más aptos estén al servicio de la sociedad. Y donde conjuremos para siempre a mesías gárrulos e insuficientes, con mucha educación y cultura, con mucha salud y servicios públicos, con respeto por el ciudadano.

Un país con oportunidades para todos donde le demostraremos al maestro Úslar Pietri, que no, que no somos poco serios como nos llamó en una de sus últimas entrevistas, que nuestro carácter festivo es energía para lanzarnos por el camino seguro de la paz, el trabajo productivo, la responsabilidad individual y política, porque hemos aprendido. Es que hemos estado aprendiendo a comprender a Venezuela, para presentar ese gran sueño que nos unirá a todos los venezolanos y que nos impulsará hacia un país digno. No se trata de una ilusión, ni ilustrada como la del Libertador con su Gran Colombia, ni boba como la bolivariana, sino racional, civilizada, democrática, inteligente y eficaz. Es que estábamos creciendo, don Úslar. Es que estamos muy grandes para tolerar tanta bazofia como la del régimen chavista. Es que hemos comprendido que la política es para gente inteligente y capaz y no para improvisados y estentóreos ignorantes.

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y (%=Link(2972562,»Segunda»)%) parte del artículo.

(*): Abogado. Profesor de Derecho Constitucional y Coordinador de Investigación Jurídica del Centro de Estudios Jurídicos y Políticos
de la Universidad Fermín Toro. Estudiante del doctorado en Derecho
en la Universidad Central de Venezuela.

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